Capítulo 3

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Pov: Jessy
 
   No se que decir o hacer, ni siquiera se que demonios pensar ¿Que hace él aquí? Esa es una de las tantas preguntas que fluyen en mi cabeza en este momento.
   Por mas que trato de buscar una respuesta lógica, no la encuentro. Pero es que nadie podría decirme el por qué él ésta en mí puerta. Me es imposible creer y procesar. Es qué es inaudito...!
-Vaya!... Enmm... Parece qué te he dejado sin palabras.
   Eso me hace salir de mis recónditos pensamientos
-Emm... En...enverda, no me esperaba esto. Digo, su visita.- él sonríe de aquella forma qué aunque solo la he visto por unas veces, ya se me está haciendo conocida.
-Ha decir verdad, ni yo mismo se porque estoy aquí. Usted ha estado en mi cabeza durante todos estos días y ya no pude resistirme más.
   Vaya. Su confección me deja en estado de shock. Es increíble lo suelto que es y lo fácil que se expresa. Ha de ser un hombre muy seguro y confiado.
   Y ha decir verdad, con ésa cara tan bella, ese cuerpo de revista qué se gasta, no hay porqué tener falta de seguridad o confianza. Si todo él es comestible!!!... Todo un completo, como a mi me gustan.
-Bien. A la verdad, no se que decir.
-Invitarme ha pasar, no estaria mal.
   Y ahí es cuando me doy cuenta qué estamos conversando en la puerta y me ciento sonrojada de la vergüenza. Él me sonríe, restándole importancia y yo me apartó dándole el paso.
-Lo siento. Adelante.- él da unos cuantos pasos al interior del salón y yo lo sigo después de haber cerrado la puerta claro.
-Bonito y cómodo.- dice él, refiriéndose al apartamento.
-Gracias. Tome asiento.
por favor, tratame de tú.
   No sé que decir. El tener a éste hombre en medio de mí minuscula sala, me hace temblar y no precisamente de miedo, si no, de excitación.
-Bien. He ¿Como me dijo que sé llamaba?
   Claramente me acuerdo de su nombre ¿Como olvidarlo? Él me mira cómo sí me hubieran salido tres cabezas y yo trató de mantener mí actuación. A de ser extraño y sentirse decepcionado porqué no recuerdo su nombre.
-Mathew. Mathew Lombardi y usted Jessy
¿Cierto?
   Ho...se acuerda de mí nombre!!!.
-Si. Esta en lo correcto.- digo.-Bueno ¿Me dirá a que debo su precencia?
-Como le dije, no sé porqué estoy aquí. Pero para que no se sienta intimidada, no pretendo hacerle daño.
-Me alegra escuchar eso, ya me estaba preparando mentalmente para sacar un cuchillo y defenderme, sí se presentara la situación.
   Ambos reímos. Su risa es sexi y varonil a la vez. Sus perfectos dientes resaltan a la vista. El hombre es hermoso, aunque decir hermoso es quedarse corto.
-Bien. A decir verdad, estoy aquí porqué no he podido dejar de pensarte. Tú, has estado en mí cabeza desde que la conocí y aunque he tratado de sacarla, en el fondo no he querido hacerlo.
   Su confecion me deja pasmada ¿Como es posible qué este hombre se la haya pasado pensando en mí?
-He...no sé que responder ha eso.
-No diga nada.
   Nuestras miradas se encuentran y el tiempo se detiene. Este hombre es puro fuego y misterio. Su sola presencia me hace temblar, su mirada hace que mí corazón se quiera salir de su lugar y tan solo por una maldita sonrisa, ciento húmedas mis bragas. Es simplemente... Magnetismo puro.
   No se en qué momento quedamos muy, pero muy juntos o quien dio el primer paso. El caso es que nos encontrabamos tan cerca, qué ha nuestras bocas sólo las separaba un suspiro.
-Muero por probar ésa boca y no me digas que tú no quieres lo mismo, porque te llamaría mentirosa.
   Su falta de modestia, junto con alto ego, me molesta pero no nosdigamos mentiras, muero por besar, chupar y morder esa boca. Miro sus labios bajo su atenta mirada y no tardamos un segundo más y juntamos nuestros labios.
   El beso en un principio es lento, sensual, pero luego pasa ha ser más hambriento, más desesperado.
   Él lleva su mano a mí nuca y me atrae más ha él, si es posible. Mientras qué yo, llevo mis manos ha su costado. El beso se torna aún más exigente de más proximidad, derepente él me impulsa por las nalgas para sentarme en su regazo, quedando mis piernas a cada lado de las de él.
   Calor, calor es lo que hay en éstas cuatro paredes. Me balanceo encima de él y ambos gemimos por el resultado de la fricción. Siento su turgente miembro rosar mí punto sensible y no puedo más por tanto placer.
   De repente tomo conciencia de lo qué estamos ha punto de hacer y me detengo de forma abrupta. No puedo hacer esto ¿Que me pasa?
   Bajo de su regazo y me siento lo más lejos posible de él. Le miro y noto su confusión.
-Lo siento. Yo... No debí.-digo en forma de explicación.
-No. Disculpame tú ha mí. Yo no debí hacerlo. Creó qué es mejor qué me marche.- dice. Y por un momento no quiero que se baya. Quiero que se quede y me haga el amor.
   ¿Pero qué coño me pasa?
-Si.!!! Creó que es lo correcto.
-Bien.
-Si. Te acompaño.
   Cuando llegamos ha la puerta, él la abre pero cuando creó que se marchará se gira.
-A pesar de lo incómodo de todo esto, no me arrepiento de nada.
   Con esas palabras cierra la puerta y yo me pego ha esta con una maldita sonrisa.
   No se qué me hizo pero yo tampoco me arrepiento.

¡Bajo las garras del placer...! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora