"mm, aha, sí, aha" le contestó clavando la vista en el techo.
"Si, má, estoy bien" primera mentira.
No estaba bien.
"Aha, todo perfecto" segunda gran mentira.
Nada era perfecto.
"Saludos a papá, besos" miró la pantalla al terminar la llamada.
Se tiró en la cama exhausta.
Los extrañaba tanto.
Cuando era adolescente, quería cumplir dieciocho cuanto antes, e irse de casa.
No depender de nadie, y que nadie le dijera qué hacer.
Poder ser libre, al fin.
Se arrepentía tanto.
Nada era como lo imaginaba.
Una gran tortura.
Y mucha, mucha soledad.