C a p i t u l o 9.

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El puño del teniente General Kureto Hiragi golpeó la puerta de la casa de Danniel Hyakuya en un día bastante frio.

La puerta se abrió de inmediato y dejó ver a una chica con la mirada bastante diferente a la última vez que la había visto.

-Hola, Kureto- saludó sin mirarlo- ¿Puedo ayudarte en algo?

Ellos hablaban en el pasado sobre cualquier cosa, sintiéndose cómodos con su silencio pero ahora todo es diferente... Lo es por cierto teniente coronel metido en el medio de ambos.

-Voy a pasar- avisó entregándole una pequeña caja a Danniel en las manos para después entrar a la habitación y cerrar la puerta después.- ¿Por qué tu habitación esta tan desordenada?- preguntó bruscamente mientras inspeccionaba a sus alrededores. No era un gran desastre, la cama estaba desatendida y un par de prendas en el suelo, por lo demás estaba en completo orden y limpieza.

-Ni siquiera me di cuenta.- dijo mientras abría la caja de aparente plata desgastada. Un bonito par de brazaletes y un collar que pudiese pasar desapercibido estaban en aquella cajita.

-Espero que puedas usarlos en la batalla de hoy- informó el teniente general.- Me alegraría bastante e incluso podría perdonarte.

¿Perdonarla?

-Se verían excelentes con un par de golpes y sangre goteando de mi boca ¿No lo crees?- le apuñalo con palabras. Está en definitiva no es Danniel Hyakuya o cual sea su apellido.

-No voy a pedirte perdón por ello.- se recargó en una de las paredes en blanco de la habitación- Así que no esperes arrepentimiento o mejor trato de mi parte.

Danniel dejó la cajita en su escritorio y sacó de ella los brazaletes y el collar.

-Es un material bastante extraño, no es bronce, plata u oro... Es algo más resistente.

-No creo que pueda usarlos hoy- lo miró por primera vez- Podría perjudicar la manera en la que manejo las dagas o mi arma demoníaca en su modo especial.

El rostro neutral de Kureto siguió neutral solo que se le agrego un poco de sorna.

-¿Por qué piensas que vas a luchar en esa batalla? Le he dicho al idiota cobarde de Seishiro que te cuidara mientras toda pasa. No voy a arriesgarme a que mueras ahí solo por un capricho de mi padre. Aunque sería bueno que vayas, puedes ver a tu futuro esposo y emperador del mundo batallar.

Danniel no dijo nada, ni siquiera soltó la gracia que aquello le provocaba, ella haría su plan de observar, escuchar y después hacer lo que crea conveniente.

Kureto se movió de donde estaba para acomodarle los brazaletes a Danniel y después apartarle el cabello del cuello para poner el bello collar de color platino. Aprovecho todo aquello para abrazar a la chica por detrás y respirar aquel aroma que le gustaba tanto. Él había ambicionado tanto para el futuro y Danniel estaba incluida, ella y su cabello tan rebelde, ella y su olor tan cautivador, ella y su inocencia, ella y su cuerpo... Ella y su lealtad.

(...)

-Buenos días señorita- la saludó Seishiro con su sonrisa tan soberbia.- ¿Lista para ver a tus amos en acción, Hyakuya?

La relación con Seishiro se basaba en que Hiragi presumía su apellido y alardeaba sobre sus habilidades y Danniel hablándole con respeto y puntos acertados que muchas veces lo derrotaban. No era como con Shinya o Kureto. Seishiro Hiragi era el más idiota de los Hiragi. Un cobarde a palabras de Kureto, una mirruña a palabras de Shinya y un soldado sin honor a palabras de su propio padre.

-Voy a pelear ahora- le respondido la chica.

Ambos subieron al auto militar junto con Kureto y el silencio reino durante unos minutos.

Owari no Seraph. "La tercera Hyakuya"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora