Capítulo 8. -Un beso incorrecto.-

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Narra Cath:

Al despertarme esta mañana pensé que lo ocurrido anoche no era más que un sueño pero, al ver el desastre provocado por mí llegada a casa anoche, supe que todo lo que pasó era real.

Pensé que sería más difícil entrar en casa, pero teniendo en cuenta que llevaba la llave de Rocky en el bolsillo para abrir la puerta, era facilísimo. El resto solo fue devolver la llave al cuello del perro, y mientras todos dormían, volví al lugar donde se supone que había estado toda la noche, pero al entrar dentro me tropecé con la mesita que tengo en el centro de la habitación y tiré todo lo que había sobre ella al suelo. Algunas veces soy bastante torpe.

Al bajarme de la cama se me ocurrió la idea de mandarle un mensaje a Nick preguntándole por el paradero de los chicos, pero luego me dije a mí misma de que si algo hubiese salido mal, él me lo hubiera dicho. Así que cuando lo vea le preguntaré, porque seguramente ahora estará durmiendo y no quiero molestarle.

Aunque no pude evitar coger el teléfono para enviarle un mensaje, en cuanto vi la hora que era cambié de opinión rápidamente.

-¡Porras! ¡¿Cómo he dormido durante tanto tiempo y por qué nadie me ha despertado?!- Dije para mí misma en voz alta al ver que eran las once de la mañana.

Me vestí a la velocidad de la luz, sin parar de pensar en que sino bajo ya, mis padres no tardaran en preguntar por mí y seguramente subirán y como vean el desastre empezaran a preguntar y me pillaran.

¡Mierda! Tengo que darme prisa, ya le pediré a Susan que me ayude con la limpieza después.

Para cuando estoy lista llevo puestos unos pantalones vaqueros y una blusa violeta de seda hasta el cuello y sin mangas, con la espalda al aire. Me hice una cola alta, me puse unas sandalias con piedras violetas como adornos y salí corriendo de mi habitación.

Al bajar por las escaleras empecé a escuchar otras voces aparte de las de mis padres y yo como soy muy curiosa no pude resistirme a ir al lugar donde procedían las voces.

Al llegar al vestíbulo me encontré con James y sus padres. Espera ¿Qué hacen ellos aquí? Que yo recuerde, no habíamos acordado almorzar con ellos.

James alzó la cabeza y se dio cuenta de que estaba ahí parada.

-Buenos días princesa.- Dijo este acercándose a mí y besándome la mano como todo un caballero.

-Buenos días James, señores McConnor.- Dije inclinando un poco la cabeza a modo de saludo a lo que ellos respondieron con el mismo gesto.

-Buenos días Catherine.- Contestaron ellos.

Los señores McConnor, para mi gusto, eran personas muy frías. Era una pareja de pocas palabras. En cuanto al físico, la señora era una mujer de mediana estatura, delgada como un esqueleto, con una nariz tan larga que me recordaba a una bruja, un cabello castaño y unos ojos tan negros como un pozo sin fondo. En cuanto al señor se refiere, no se diferenciaba tanto de la señora, tenía la misma cara de amargado de ella, a excepción de era más grueso de cuerpo que ella y que tenía un pelo canoso ya por la edad, tenía unos ojos cafés y unos labios igual de gruesos que los de James.

-Catherine querida, me alegro que te hayas unido a nosotros para el almuerzo.- Me dice mi madre.

-Mamá ¿Por qué nadie ha subido a despertarme para el desayuno?- Pregunto curiosa.

-Oh, eso fue porque como anoche te dolía la cabeza te queríamos dejar descansar, no queríamos molestarte.- Dijo mi madre.

-Ah, está bien.- Contesté.

La otra cara de la realidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora