Capítulo 1 Mariza- Primer año de Bachillerato.

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El primer año de Bachillerato empezó como cualquier primer día de clases. Primero mi papá me despertó temprano para que me arreglara, lo que provocó que le gruñera mientras él salía de mi cuarto para arreglar a Carolina para su primer día en el preescolar. Cinco minutos después entró mi abuelo Pérez para levantarme con una canción de The Beatles, lo que hizo que me durmiera soñando con los fabulosos cuatro en concierto privado para mí.
Amaba a mi abuelo. Podría no compartir su sangre, pero para él era su nieta mayor y nunca hizo diferencia entre el cariño que nos demostraba a las dos niñas bajo su cuidado. Desde el día que la Sra. madre de mí papá Cristóbal y su esposo salieron por la puerta de nuestra casa, no había vuelto a verlos en los dos años que habían pasado. Sin embargo, papá había conseguido vender el apartamento de mi madre y poner ese dinero a mi nombre en una cuenta de ahorro, lo llamábamos "El fondo universitario y/o viaje a Londres" Cierto que Cristóbal era mi tío, pero en cuánto pisé su casa ese día tramitó papeles para ser mi tutor legal para pasar a ser mi papá, proceso que para ese entonces se estaba llevando acabo.

El concierto privado de The Beatles llevaba quince minutos de fantásticas canciones y presentaciones cuando papá se plantó ante mí y me llamó:

-¡Mariza! Dije arriba, vamos a clases!- Casi podía verle la cara de estrés.

Finalmente abrí los ojos para verlo frente a mi abuelo con mi prima ya vestida y arreglada montada sobre su cuello. La vena de su cuello iba a estallarle, cosa que notamos el abuelo y yo y morimos de la risa. Sin embargo papá dirigió su regaño hacia su padre:

- Papá, te pedí que la despertaras, no que la arrullaras con su música favorita.-

-Hijo todavía es temprano, ya está listo el desayuno, casi todos estamos listos y mi pequeña Beatlemaníaca es rápida arreglándose. Mejor relájate que la vena del cuello te va explotar.- Soltó mi abuelo provocando que papá tocara su cuello en busca de dicha evidencia de su falta de calma.

Carolina se estiró hacia abajo a lo que el abuelo la tomó en brazos, creyendo que buscaba cariño, pero la bebé de cuatro años prácticamente se lanzó sobre mí espalda, y brincando gritó emocionada:

-Mari, vamos al Coleyio! Vamos al Coleyio!-

-Colegio- Corregimos el resto que estaba en el cuarto. Mi prima hermana reventó en risas.

Volteándome sobre el colchón senté a mi prima sobre mi estómago, a la vez que le hacía cosquillas. No hay nada como la risa de un bebé. Subí la vista para ver a los dos hombres de la casa con sendas sonrisas en sus rostros. Girando la cabeza noté que se nos hacía tarde, por lo cargué a mi prima y me metí al baño con ella. La senté en una sillita que tenía para ella mientras me bañaba. Al entrar a la regadera y prender el agua la rubia y yo comenzamos a cantar canciones de dibujos animados.

Una vez estuve lista, salí del baño tomada de la mano por Carolina hacia la cocina, donde los adultos tomaban café. Al vernos salir el abuelo corrió a buscar su cámara a la vez que papá comentaba cómo de grandes estábamos sus hijas. Sus ojos estaban cristalizados y se aclaraba la garganta continuamente. Después de tomar las fotos correspondientes y desayunar, nos montamos en la camioneta de mi papá rumbo al colegio.

Estando dentro del patio busqué a mi amiga. La única que tenía ya que no tendía a ser muy expresiva ni efusiva con respecto a demostrar mis emociones, lo que me hacía ver reservada a los ojos de los adultos y una sifrina para mis compañeros, por tanto era más bien del tipo solitario. La encontré en el patio de bachillerato viendo dos listas que estaban pegadas en una cartelera. Al acercarme a ella su rostro estaba lleno de angustia y sus ojos se salían de sus órbitas. Antes de que le preguntara qué le pasaba me señaló las dichosas lista, por lo que pasé a verlas, llevándome una sorpresa y un susto de muerte. Habían mezclado las secciones, separándonos a mi amiga y a mí. Papá se había quedado hasta que cantamos el himno y nos vio a sus niñas tranquilas, aunque él no lo estuviera, casi se arrancaba el cuero cabelludo de tanto pasarse las manos por el cabello de lo ansioso que estaba. Casi lo había botado del Colegio y ahora quería correr hacia él y que no me trajera a clases hasta que solucionaran esto o hasta que ya no hubiese opción. De hecho estaba marcando cuando una mano arrancó mi celular de mis manos.

Molesta a punto de gritarle en la cara al insensible que me había interrumpido en mi llamado de auxilio, giré en dirección de la intrusión para encontrar a un chico de cabello negro en rizos definidos y tupidos, tenía unos ojos verde azulados y una sonrisa que me llenó de confianza. Iba pedirle explicaciones conservando mi malestar por dignidad, cuando él habló:

-No te vayas antes de conocer a tu nuevo mejor amigo.-
-¿Qué nuevo mejor amigo?- Le pregunté aprensiva queriendo salir de ahí cuanto antes.
-¡Pues yo, claro está! Hola, mi nombre es Alberto Gómez- Me dijo completamente relajado
-¿Tú vas a ser mi nuevo mejor amigo? ¿Y eso lo sacas de dónde?- Pregunté entre divertida y altanera. La verdad su ataque me estaba haciendo olvidar mis ganas de huir.
-Primero, porque soy un chico muy cool e interesante; segundo porque necesitas alguien que saque de tu cascaron de auto preservación, pero en especial porque tengo tú celular y no te lo voy a devolver hasta que salgamos de clases o hasta que digas ser mi amiga sinceramente... Lo que pase primero. ¿Así que, tu nombre es...?- Filosofó mi "nuevo amigo", frunciendo el cejo y sonriendo ampliamente.
-Mariza Flores.- Contesté arrugando mi nariz.

Al pronunciar el apellido de mi progenitor, volteé los ojos de manera automática, atrayendo la atención de mi interlocutor, quien a su vez hizo una mueca de incomprensión. Pero luego su expresión se transformó en resolución y halándome hasta uno de los bancos laterales del patio central, comenzó hablar conmigo sobre todo y nada, hasta que estuvimos en un cómodo intercambio de medios secretos. Y muy a pesar y mi beneficio, él tenía razón. Ese día conocí al mejor amigo que nadie hubiese pedido. Aunque él jamás puede saber que le doy la razón con respecto al inicio de nuestra amistad. Antes muerta que admitiendo una derrota ante él.

Este capítulo va  dedicado especialmente para mi Luci, quien acaba de graduarse y aunque no pude estar con ella ni con el resto de mis muchachos de ésta promo, el cariño es el mismo. Dios Los bendiga y los llene de éxitos Promo Angelista XXIII!!

Love Bee ;)

Yo No Nací Para ÉstoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora