VI

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Dwayne come y se va hasta allá. Al salir de la cocina lo primero que percibe es un extraño olor, entre voces y música de Tupac llega al sofá, se sienta y se queda quieto e inerte, mirando fijamente la Beretta calibre cuarenta con relieves de cobre, posada en el medio de la mesa, acompañada de unos billetes y de unos cuantos paquetes de droga.

Al pasar cinco minutos, luego de contar el dinero de un maletín negro, Sheels le empieza a hablar a Dwayne.

–Lo que ves aquí sobre la mesa es nuestro día a día–le dice mientras que hace gestos con las manos.

–Somos una gran familia, nos cuidamos el uno del otro, si alguno tiene un problema, entonces el problema es de todos–agrega Earl.

–Esto es nuestro negocio, esto es nuestra vida, es lo que nos da de comer y lo que nos da para embriagarnos y tener mucho sexo–le dice Lamar con voz ahogada.

–Para esto debes tener agallas, no puedes ser un mocoso que vaya a llorar porque lo golpeen en la cara, debes ser duro, en caso contrario yo mismo te destriparé–le dice Curtis señalándolo con la pistola que tenía en la mano.

Dwayne se queda tranquilo, tratando de entender aquella escena, la cual parecía una reunión de marketing de algún negocio alternativo que está tratando de reclutar a personas normales para que vendan su maravilloso y mágico producto.
Sheels le pone la mano en el hombro y le dice: –Ma' nigga, la pregunta es muy sencilla: ¿Quieres ser parte de nuestra pandilla?

–No lo sé–le responde Dwayne mirándole a los ojos.

Earl interviene: –Hey hommie, Sheels antes de que vinieras nos comentó tu situación, si aceptas unirte a nosotros nunca más tendrás que dormir en un callejón ni robar una cartera con unos míseros cien dólares.

En eso abren la puerta y entran cuatro mujeres, con grandes escotes y minifaldas, una es rubia y las otras tres morenas con rasgos latinos.
Lamar ve que Dwayne aunque era un niño, tiene buen gusto.

–De esto es de lo que te hablaba hace un rato, de esto es lo que disfrutarás cada vez que quieras si te unes a nosotros y haces las cosas bien.

El chico sonríe y empieza a disfrutar de la música, cabeceando al son del bombo de la canción Changes de Tupac. Ya se siente entre amigos, por fin siente que alguien lo acepta y lo toma en cuenta.

Al cabo de una hora, una de las chicas saca una botella de tequila.

–Para sentirme como en mi patria, carajo– Dwayne, al escuchar eso, con ese acento mexicano, se le viene a la mente el recuerdo de su familia adoptiva que murió asesinada y le pregunta: –¿Como es tu nombre?

En medio de risas emitidas por los demás en la sala y luego de que Sheels dijese: –Wow, el chico tiene buen ojo– La chica le responde: –Mi nombre es Jessica ¿Y el tuyo?

Dwayne Reeven –replica con voz seria.

Earl vuelve a intervenir y dice: –Vaya Jessica, tendrás que venir más seguido, desde que estas aquí el chico misterio ha hablado más de lo que lo hizo en dos horas con nosotros.

–Que no la vea mucho, ella es mi chica–exclama Curtis.

–Hey bro, relájate, ya el chico es parte de nosotros–le responde Sheels.

Todos guardan silencio y se le quedan viendo fijamente.

Dwayne está estupefacto, han vuelto a abordar el mismo tema que hace rato evadió con un simple –No sé.

Se queda pensando y se admite a sí mismo que no quiere volver a los callejones ni a correr por cien dólares, así que asiente con la cabeza.

Lamar al instante dice: –Bueno chico, ya que eres parte de los Banished, debes inicializarte. Jessica dale un body shot de tequila con limón y sal a Dwayne para que entre en calor.

Vida entre callejones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora