Al día siguiente, Dwayne abre los ojos, ve todo un desastre en la sala, botellas, líneas de cocaína y ropa interior adornan la mesa principal. No sabe que pasó la noche anterior, lo último que recuerda es cuando tomó aquel trago de tequila con limón y sal servido desde el busto de Jessica, pero después de eso no se acuerda de nada.
Se levanta, se va hasta el refrigerador, toma unos cuantos vasos de agua. Se siente deshidratado, le duele la cabeza y siente un hambre feroz. Revisa la casa y se da cuenta que no hay nadie, todos se fueron.Agarra su chaqueta de cuero pero antes de salir, se queda viendo a la mesa de la sala, observando fijamente a la pistola con relieves de cobre que aún permanecía allí, camina hasta allá y la toma, pero de pronto en su mente una voz le dice: –No la necesitas, tu eres un niño, no un pandillero.– Le hace caso y la deja en su sitio.
Sale de la casa y empieza a caminar, buscando algún lugar para comer, pasa por el callejón de la treinta y tres y no ve a nadie, sin parar sigue su camino y a lo lejos ve un local llamado: “La Pizzería de Enzo”. Aún le quedan cerca de noventa dólares de los que había robado la otra noche así que se dirige hasta allá.
Entra a la pizzería y empieza a hacer la cola para hacer el pedido, pero de pronto se percata que todos los comensales se le quedan viendo, y posteriormente se van retirando del lugar, tanto así, que llega al punto en el que es el único que queda en la cola y en todo el local. Sin prestarle atención, se acerca a la caja para pedir, y de pronto se abre la puerta de la cocina abruptamente y sale un hombre viejo con bigote, vestido de cocinero y diciendo con acento italiano: –En mi pizzería no se aceptan pandilleros, fuera de aquí, fuera de mi negocio. – Sosteniendo con sus dos manos una escopeta y apuntando al chico directo al pecho.
Dwayne se da la vuelta y se va, preguntándose en su mente: –¿Como saben que soy un pandillero? – Mientras va caminando de vuelta a la casa se empieza a detallar, se ve la chaqueta y todo está bien, el pantalón igual, los zapatos tampoco lo delatan, de pronto cuando ya entra al guetto, siente una picazón en el antebrazo izquierdo, se sube la manga y ve una de las dos secuelas de la noche anterior, tiene un tatuaje, no sabe lo que es, no sabe lo que significa, sólo es un centurión, con una bala en la parte inferior y un par de pistolas cruzadas. Se queda tres minutos viéndolo, pero de repente todo se paraliza, frente a si está pasando el mismo mustang del sesenta y ocho de la banda de la Children Lineage, se baja el mismo tipo y lo mete a los golpes en la parte trasera del carro.
–No sé en donde esta Sheels–exclama Dwayne.
–Ya no nos interesa Sheels, nos interesas tú, porque ya eres parte de los Banished y eres nuestro enemigo, hoy te mueres.
–¿Como carajos saben que soy de esa gang? ¿Acaso lo llevo tatuado en la frente?
–No te hagas el desentendido conmigo, ese tatuaje que tienes en el antebrazo te delató, aparte de ese casquillo que tienes tatuado en el cuello.
–¿Que casquillo? ¿En qué cuello? ¿De qué demonios me hablas?
El pandillero arregla el espejo retrovisor dentro del carro y enfoca a Dwayne.
–Velo por ti mismo.
–¿Que mierda es esta? ¿Cuando me hice esto? ¿Qué significa?
–Significa que eres miembro activo entre las guerras de pandillas. Por eso estás aquí, aún eres joven, así que mataré al retoño desde la raíz.
–¿Qué? ¿A dónde me llevan?–. Dwayne empieza a golpear los asientos.
–Al fin de tu vida.
El pandillero, llamado Michael, le mete un golpe en la sien a Dwayne, este cae inconsciente y seguidamente le dice: –Dulces sueños.
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Vida entre callejones.
General FictionDwayne Reeven, un niño que con tan sólo 13 años de edad, decide tomar la vida callejera debido a los traumáticos eventos que lo han rodeado desde los comienzos de su infancia. *** Secuela: @ImperioEntreCallejones ¡Recuerden darle like a los capítulo...