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Dwayne cierra los ojos y cae en un sueño profundo, se ve y se siente a sí mismo en un túnel, está caminando sin saber a dónde va y ni siquiera sabe porque, sólo lo está haciendo.

De pronto se percata que al fondo del tunel hay una persona caminando hacia él, es un tipo negro, robusto, con sombrero, traje blanco y un maletín de cuero negro, parece un tipo misterioso. Mientras más se acerca, a Dwayne se le ponen los pelos de punta y siente como su presión arterial va en aumento.

Entre un instante y otro aparece un banco de acero en el medio del túnel, la situación parece una escena de rodaje en Hollywood, en donde las cosas aparecen por si solas y de manera repentina.

El tipo llega de primero al banco, se sienta, abre el maletín y recuesta su antebrazo derecho sobre la tapa. Dwayne lo ve, actúa como si nada pasara y sigue caminando. Al llegar siente como las piernas le tiemblan, a pesar de que no fue una distancia larga la que recorrió.

Se sienta y el hombre empieza a hablar mientras mete mano en el maletín:

–Dwayne Reevers, trece años, tres familias adoptivas y una cicatriz en el estómago por una guerra entre pandillas.

–Ese soy yo ¿Pero usted? ¿Usted quién es?

–Yo soy el que hace las preguntas–le dice mirándolo fijamente a los ojos.

El hombre saca una foto del maletín, en ella esta retratada una familia en plena celebración decembrina. Está el padre, la madre y un niño, todos con grandes sonrisas, a excepción de aquel chico que se encuentra en la escalera, casi invisible, con mirada triste viendo como los otros disfrutan y celebran, al parecer el villano de su Navidad no es Santa Claus, es aquella familia que lo trata peor que a un elefante en circo mexicano.

Se la muestra y Dwayne automáticamente retrocede en el tiempo y revive en carne propia aquella navidad que pasó encerrado en su habitación, sólo y viendo caer la nieve desde su ventana, sin poder jugar con ella y ni tan siquiera sentirla, ese día en la noche empezó a llover y a caer relámpagos. El pequeño chico de tan sólo seis años le tenía pánico, eso lo llevó a forzar desesperadamente la cerradura de la puerta, cuando esta se abrió salió corriendo por el pasillo, pero cuando llegó a la escalera escuchó risas con festejos, se detuvo allí y empezó a observar como toda la familia gozaba de libertad y felicidad, ve al otro niño que era su hermanastro abriendo su regalo de navidad, al otro lado, en la cocina, ve a la madre botando la mitad del cerdo que habían cocinado para esa noche y seguidamente todos tomándose la foto grupal para enmarcar aquella fecha que fue tan reconfortante para ellos y tan dolorosa para él.

En el medio de la foto se veía un hermoso paisaje, pero atrás se veía una gran nube cargada de tristeza, imagen con gran contraste ya que las nubes negras también forman parte del paisaje.

–Esa fue tu primera familia adoptiva, junto con Aiden, Danisha y Terrence ¿Cómo te sientes luego de recordar aquella escena?

–Me siento lleno de rabia e impotencia–dice Dwayne con una lágrima brotando de su ojo derecho.

–¿Crees que lo que estás haciendo está bien?

–No lo sé, pero necesito hacer algo, estoy cansado de que el destino o el servicio social decida por mí. Quiero sentir que valgo para algo o para alguien.

–Te comprendo, pero debes saber que este no es el mejor camino que hay en tu ruta de vida.

–¿Que sabes tú, men? ¿Acaso has tenido que comer de la basura mientras que adentro de casa fríen un jugoso filete de carne? ¿Acaso has tenido que aguantar golpes por algún hermano adoptivo? Es más ¿Acaso quedaste huérfano gracias a un papá alcohólico que mató a tu madre?

–No, pero...

De pronto Dwayne vuelve a la realidad, abre los ojos y se levanta de un impulso, pero siente un gran dolor en el tórax, mira hacia abajo y nota que tiene un vendaje.

–Oigan, el chico despertó–dice Jessica.
–Hey hommie, estuvimos a punto de perderte, menos mal aguantaste–dice Sheels.

–Yes Brother, parece que en el hospital había un acto público y nos tuvimos que desviar hasta acá, menos mal que Jessica no había olvidado las clases que tomó hace un par de años de primeros auxilios–dice Earl.

–¿Qué pasó? ¿Porque tengo esto puesto?–pregunta Dwayne.

–Hermano fuiste secuestrado por los malditos de la Children Lineage. Te estuvieron torturando y por si faltara poco, Phil te apuñaló en el estómago antes de que llegáramos–le explica Lamar.

–Me voy.

Todos se ríen.

–¿Donde están mis cosas? Me voy.

–¿Para dónde vas? Recuerda que no tienes lugar a donde ir–le dice Jessica.
Dwayne se levanta como puede, busca sus cosas, se viste, se guinda la chaqueta en el hombro izquierdo y se dispone a salir. Cuando llega a la sala, se encuentra con Curtis, este se levanta del sofá, se le interpone en el camino y le dice: –¿Para donde crees que vas? ¿Luego que te salvamos nos vas a dejar? Yo sabía que no servías para esto, te mataré–. Curtis desenfunda la pistola y se la pone en la frente a Dwayne, los demás chicos se percatan y salen, sacan sus armas y lo apuntan.

–Suelta el arma y déjalo ir–le grita Sheels.

–No cometas una estupidez, Curtis. Déjalo ir–dice Earl.

Este lo hace y se vuelve a sentar. Sheels se le acerca a Dwayne, se agacha, ve que el chico tiene unas lágrimas en los ojos y le pregunta:  –¿En verdad te quieres ir?–. Dwayne asiente con la cabeza y Sheels le grita:  –¡VETE, VETE AHORA MISMO DE AQUI!

Vida entre callejones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora