Acepta salir conmigo por favor, aun no me haz dicho tu nombre.
Christopher.Este chico no se cansaba, ya habían pasado tres días y aún no me dejaba de llamar o escribir. Estaba demasiado ocupada para salir con el británico ojos grises.
Había intentado audicionar para un musical, no lo había logrado.
Necesitaba experiencia, yo sabia que no iba a tener mágicamente un estreno llegando a Nueva York, así que no espere quedar en la audición, vamos, era broadway. Audicione por arriesgarme y hacer la prueba.
Sin embargo, con ayuda de Mía, una chica bastante agradable que había conocido en la audición; iba a conseguir entrar a una escuela de actuación en el centro de Manhattan.Ese día estaba aburrida por que aun no conseguía trabajo, tome mi celular y escribí una respuesta rápida.
Si te portas bien, quizás logre decirte mi nombre.
A.Hasta yo misma me sorprendi por mi respuesta.
Paso por ti a las 9, ¿podrías darme tu dirección ?
Ni loca le daba mi dirección, ese chico de verdad pensaba que se la iba a dar? Ni siquiera le había dicho mi nombre.
Nos vemos en la 2da avenida. No te diré mi dirección, pero buen intento británico.
Me contesto que estaba bien y decidí tomar una siesta, eras las 6:30 cuando desperté y comencé a arreglarme.
No sabia si el chico era de los clasicos, restaurante caro y buena bebida.
O del tipo arriesgado, que te llevan a un lugar privado diciendo que era su lugar especial, me río; porque todos sabemos que ese lugar especial es pura mentira, probablemente paso toda la tarde revisando Google buscando algún parque, bosque o lago.
Me decido por una falda floreada, estaba haciendo un calor horrible últimamente, con una camisa blanca sencilla; un par de stilettos beiges y mi cartera. Mi cabello estaba suelto y liso, aburrido como siempre, por eso lo teñía, para darme algo distinto, por que quien quiere un pelo largo, sin ningún tipo de movimiento y castaño aburrido. No me maquille por que había aprendido, mientras más natural mejor, un poco de corrector y un brillo de labios, gracias a Dios había heredado las pestañas de mi madre.Camine hacia la 2da avenida que ciertamente no quedaba lejos y cuando lo vi, mi estomago dio un vuelco. No se que le pasaba a mis hormonas cuando estaba cerca de el. Pero no me gustaba lo que sentía.
-Tan guapa como te recordaba A. -Me río por que me llama A, había decidido darle un chance a este tipo. No sabia si eran sus ojos, la camisa blanca de botones que llevaba o esos brazos trabajados los que me hicieron reírme como colegiala y ruborizarme.
-Mejor comienza a llamarme por mi nombre, Cristopher- sonreí y le tendí la mano.- Me llamo Alessia.
-Al fin, esto es una señal divina. - dio gracias al cielo y no pude evitar volver a reírme, tierra llamando a Sia, te haz reído 3 veces como idiota, aterriza y di algo
-¿Me vas a dejar toda la noche parada o que? - se me daba bien lucir como si nada me importara.
El británico, me gustaba llamarlo así, me guío hasta su camioneta y me abrió la puerta, ese gesto me hizo darle un check en mi lista mental.
-¿A donde me llevas?- pregunte.
-Si fueras normal, te dejaría con la duda y te diría que te esperes.- se voltea a mirarme con una sonrisa que me detiene el corazón.- pero como tu eres diferente, te diré que vamos a los kartings.
Ok eso no lo veía venir; me imagine una cena o quizás ir a caminar. Pero kartings? Este hombre esta logrando sorprenderme y eso es difícil.
-Hablame de ti Alessia, ¿como te dicen, de donde eres?- el sabia que yo no quería contestar, sin embargo lo hice.
- Vivía en Seatle, con mi madre y mi pa-padrastro. -quería decir que era mi padre para ahorrarme las preguntas sobre mi pasado, pero a la vez no quería mentirle.- Mi madre desde que nací me dice Siabelle.
-¿por qué razón tu madre te dice Siabelle? -no se iba a cansar de preguntar.
-Me llamo Alessia Isabelle. Muchas preguntas sobre mi por hoy. Hablame sobre ti Christopher.
-Puedes llamarme Chris.
-De acuerdo- sonreí- pero no lo haré Christopher.
-Bien, me lo esperaba; ¿que quieres saber? - por una extraña razón quería saberlo todo, de donde era, por que se había mudado de Inglaterra, en que trabajaba. Pero no iba a bombardearlo.
-¿Que hace un británico en Nueva York? - se tensó, lo note por que sus brazos, sus hermosos y musculosos brazos apretaron el volante.
-Debía independizarme. -me miro de nuevo con una mirada penetrante. -ya llegamos Alessia.
Me abrió la puerta y me ayudo a bajar, cuando vi el piso de piedra y barro me di cuenta que no había elegido el atuendo correcto. Pero no me importo, no iba a armar un berrinche sobre mi falda y mis tacones. Iba a montarme en el bendito karting y patearle el trasero a este británico.
Vi como me miraba y me gusto, me sentí distinta. Empece a amarrarme una cola y el tomo mi muñeca de inmediato.
-¿otro tatuaje? -había visto el tatuaje de mi muñeca, pequeño y sencillo. Una luna.
-Así es.
-¿Por qué una luna? - le encantaba preguntar.
Pensé un momento antes de responder, nadie nunca me había preguntado el por qué
- Ella esta ahí, todas las noches, a pesar de que algunas veces se ausenta. Permanece brillante y blanca. Y siempre que quiero obtener respuestas o quizás llorar por tristezas me escucha y no pregunta, ni siquiera me da un consejo-toma un respiro, me había cansado de decir tanto- Simplemente por que esta ahí, cuando nadie más lo esta.
Era la respuesta más sincera que había dado en años. Y el no pregunto mas, simplemente asintió y tomo mi muñeca unos segundos.
-¿Cuantos tatuajes tienes?
- Cuatro. - mis tatuajes eran mi manera de plasmar en mi alma, lo que me ayudaba a seguir.
- ¿Y todos tienen significado?
-Por supuesto, ¿crees que soy la clase de persona que se tatuaría un infinito por que esta de moda?
Un señor vestido en uniforme nos llamo y nos dio los cascos. No se como iba lograr esto, pero lo haría.
Como si fuera tan difícil montar a un carro destructor en una pista con muchas curvas con una falda suelta y par de tacones.
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Perdóname por vivir.
Novela JuvenilMi vida era normal, tan normal como la de una chica de 21 años. No era mala, tampoco era buena, era normal. Yo tengo un gran defecto que para mi en realidad es una virtud: no creo en el amor y no hay hombre en el estado de Seatle que me haga cambiar...