CAPÍTULO 16

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Los siguientes dos días no fui a la escuela, no me apetecía y no quería saber nada de nadie. Los mensajes no paraban de llegar a mi teléfono celular, en su mayoría eran de Lucke, pero no los leía, no leí ningún mensaje. Hailey llamaba insistentemente pero no respondí. Apagué el móvil de nuevo.

Carly llegaba el miércoles.

Mi madre dijo que dos días eran aceptables pero que no podía dejarme faltar una semana entera, así que tuve que ir a la escuela el lunes. ¡Excelente! Tenía que ser lunes. En la primera hora me fue bien, pero durante la segunda tenía Química y eso significaba: Hailey.

Tuve que debatir entre estar en clase o no. Al final tuve que declinar, busqué un asiento diferente al que solía ocupar cerca de ella por lo que tuve que llegar más temprano.

Me fue difícil poder concentrarme y el tiempo parecía que no avanzaba. Para la última clase seguía igual, Astrid me acompañaba. Esta vez no pude llegar temprano, me encontré con Carlos en uno de los pasillos, preguntó cómo estaba y trató de hacerme sentir bien. Al ver que no me quedaba de otra tuve que sentarme a su lado.

—Gi —habló. Y traté de ignorarla—. ¡Gi, por favor!

Recordé que no dejaba pasar nada.

—Lo lamento.

—¿En serio? ¡Mala amiga! —Le reproché.

—No fue mi idea, yo también fui víctima, ellos no me dejaron decírtelo.

—Bueno, pues perdiste más al ocultármelo.

—Sé que me porté como una idiota, pero lo lamento, hablo en serio—. Hablábamos en susurros, no quería regaños—. Gi, perdóname. Eres mi mejor amiga, la única que aguanta mis estupideces.

—Deberías buscarte a alguien más que te aguante. —Seguía molesta.

—¡Gi, joder! ¡Que lo siento! —Comenzaba a exaltarse.

No respondí.

Terminé antes, como siempre. Salí de la escuela sin esperar a nadie más. Llegué a casa y me refugié de nuevo en mi cama. El día siguiente fue prácticamente igual, no le dirigí la palabra a nadie. Las clases iban rápidas y lentas, lo único que quería era volver a casa, pero justo cuando estaba dispuesta a irme, Lucke me tomó del brazo impidiéndome avanzar.

—Gi, tenemos que hablar.

—No tengo nada que hablar contigo —respondí tajante.

—Esto me duele tanto como a ti...

—Debo irme. —No me atrevía a mirarlo a los ojos ni a estar un minuto más a su lado. Le amaba demasiado, pero sabía que no era lo correcto, tan solo sufriría más.

—Dime que nada de esto te importa, dime que no sientes lo mismo que yo cada vez que te tengo cerca. ¡Dímelo joder y te dejo en paz!

—No Lucke, ¡te odio! ¡No siento lo mismo por ti!

—Vamos Gi, mírame a los ojos y dime que no te importa que esto se vaya a la mierda.

—A ti pareció no importarte. —Le recriminé.

—¡Me importas, joder! ¿No lo ves? Piensa en los días que estuvimos juntos, ¿acaso dudas de que siento algo por ti?

—Debo irme —me zafé de él, las lágrimas amenazaban con salir, pero no lo permitiría, él no las valía.

Y de pronto, Carlos me alcanzó.

—¿Cómo estás? Te vi hablando con Lucke, ¿estás bien?

—Sí, lo estoy. A veces es difícil ¿sabes?

—Te comprendo.

—Gracias por preocuparte por mí.

—Es mi deber, lamento todo por lo que estás pasando.

—A veces ocurre hasta lo inesperado.

Caminamos hasta mi casa, dejamos el tema a un lado, prefería hablar sobre otras cosas.

Esa tarde creí recordar cuál era la contraseña de mi Facebook, la tecleé y este se abrió al instante. Revisé lo que había ahí, tenía un par de mensajes y notificaciones de un grupo secreto. «JBMM», llenaban mi inicio con sus publicaciones, leí algunas, eran tan buenas, podía pasarme el día entero actualizando la página y nunca terminaría.

"¿Recuerdas al chico de tu móvil?" Recibí un inbox de Lucke.

No contesté.

"Es este," me pasó el enlace de su Facebook, era un chico que mantenía conversación con Lucke.

"Él y yo solíamos ser amigos, los mejores. Me ayudó a conocer a la chica más increíble del mundo. ¿Y sabes por qué nos llevábamos muy bien? Porque eras tú. Nos conocimos por el mejor grupo de todos, pero tu fake fue el que nos ayudó. Me enamoré de ti desde ese momento, incluso sin saber que eras tú... En el colegio te miraba, todos los días desde aquel día. Siempre con tus amigas, pero jamás me animé a acercarme a ti hasta aquella vez en la que chocamos por «accidente», así lo hice parecer... Lamento lo que sucedió."

No pude contestarle. No sabía qué decirle, no ahora.

"Esta es la contraseña de tu fake, tú me la diste," me la envió, era la misma del móvil, "por si quieres ver lo que conversábamos, no es mucho porque decidimos borrar las conversaciones, decisión tuya, para que no te descubrieran, espero puedas perdonarme algún día. Te amo."

Lucke cerró sesión y yo hice igual, entré a la cuenta fake, tenía un par de mensajes, pero hubo uno que llamó mi atención, era de Lucke. Había comenzado a enviar mensajes desde el día en el que había perdido la memoria.

«Hola Aldrich, tal vez esté loco por hacer esto sabiendo quién eres, pero no tengo a nadie más con quién hablar.»

«Tu cuenta fake, agradezco que la hayas creado, así nos conocimos de una manera tan extraña.»

«Me duele no poder decírtelo. Estoy metido en un jodido problema»

«No sé si puedas resistir tantas mentiras.»

«Ni siquiera sé por qué estoy haciendo esto, podrías recordar tu contraseña en cualquier momento y sabrías todo lo que hice.»

«En caso de ser así, quiero que sepas que mi intención nunca fue dañarte.»

«Fue idea de Hailey hacer todo este rollo.»

«Yo estaba... no estaba bien en ese momento e hice lo que hice sin darme cuenta.»

«Quise dejarlo al día siguiente, hablé con Hailey para que lo arreglara, pero se reusó. Si yo estuviera en su lugar tampoco sabría cómo hacerlo.»

«Me llenó de rabia ver que Carlos te hablaba, ¿celoso? probablemente.»

«Cada día que pasaba sabía que estaba mal.»

«Lo lamento, tuve que golpearlo. Él solo quería hacerte daño.»

«¡Mierda, no quiero perderte! Espero me comprendas.»

«Muero de rabia cada vez que lo veo a tu lado. Me contengo cada vez que lo veo acercarse a ti, lo hace para molestarme y no te das cuenta.»

«Me arrepiento por todo. El único culpable soy yo.»

«Adiós Gi.»

El último mensaje lo había enviado hoy, justo antes de que me pasara la contraseña.

Quería perdonarlo a él y a mis amigas, pero no sabía cómo, aún dolía.

—Al final, todo tiene que volver a su lugar.

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