0. ADIÓS
La estación de tren de Londres se encontraba llena, atiborrada de gente. Una familia de tres a la que nadie le prestaba atención estaba en medio de una emotiva despedida.
Rose Summerfield se acomodó el sombrero y se agachó para quedar a la altura de su hija.
—No te estamos dejando, lo sabes ¿verdad? —Alex movió el rostro cuando su madre estiro la mano para acariciarla, no quería que la tocara —Alex, esto es por nuestro bien, por el bien del país, por tu bien. Nosotros no queremos ir al frente y muchos menos queremos dejarte, pero hay cosas que debemos hacer a pesar de...
Alexandria abrazó a su madre, dejando de lado su orgullo, y empapando su abrigo marrón con lágrimas. En ese momentos se sentía la persona más desgraciada del mundo: Su padre estaba muerto, su hogar destruido y ahora su madre y su hermano (la única familia que le quedaba) la estaban dejando para ir a la guerra. Alex estaba segura de que las cosas no podía empeorar.
—No quiero que se vayan —murmuró aún escondida en el abrigo de su madre, con la voz entrecortada.
—Y nosotros no queremos irnos —Rose acarició con cariño el cabello negro de su hija, intentando dejar de llorar. —Ah, mi dulce pequeña, la mejor cosa que jamás he hecho —sollozó —Te amo, te amo, te amo —repetía, plantando un beso en su cabeza luego de cada "te amo".
Rose no quería separarse de su hija, pero tuvo que hacerlo para que Louis pudiera despedirse de ella también. El chico se arrodilló frente a su hermana y la miró a los ojos.
—Alex, escúchame, eres lista, eres fuerte y eres muy valiente y te amo —dijo con una sonrisa, lo que hacía contraste con sus ojos que estaban a punto de soltar todas las lágrimas que contenían. —Cada día, cuando te despiertes viva quiero que mires el cielo y le grites a la vida: "¡Mírame, estoy viva! ¡Estoy viva! Te he ganado, de nuevo", ¿de acuerdo? —y los hermanos se fundieron en un abrazo, Louis aprovechó ese momento para pasarle algo a Alex. Ella al sentir en filo del objeto lo guardó apurada en uno de los bolsillos de su abrigo —Úsalo solo si es necesario —le susurró Louis. La estridente bocina del tren retumbó en toda la estación.
—Es hora —dijo Rose poniendo una mano en el hombro de su hijo. Él se separó de su hermana y se paró.
Ella reafirmó su morral contra su pecho (que tenía todas sus pertenencias) y comenzó a caminar, empujando al resto de personas, hacia el tren. Cuando ya tenía un pie en el tren y estaba a punto de entrar del todo algo la hizo darse vuelta. Alguien la estaba llamando.
— ¡ALEX! —vociferó su hermano, poniendo sus manos alrededor de su boca, para amplificar el sonido y hacerse oír entre toda la gente — ¡NUNCA OLVIDES QUIÉN ERES! —y una lágrima rebelde resbaló por la mejilla de Louis y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro.
Y por primera vez en todo el día Alexandria sonrió, a pesar del llanto y susurró un "SIEMPRE" antes de entrar al tren cuando este arrancó. Y se perdió entre la gente.
Louis y Rose Summerfield se abrazaron mientras lloraban. No estaban seguros si sobrevivirían a la guerra. Pero de repente eso ya no importaba. No importaba que estuvieran arriesgando sus vidas, porque Alex iba a vivir y habían dado todo por ella.
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En una de los gabinetes del tren se encontraba una niña deprimida. Ella había trancado para que nadie más entrara. Estaba sentada junto a la ventana, con los pies sobre el asiento, lágrimas secas en el rostro y no paraba de escribir en su cuaderno. Además no dejaba de repetir "Advierto a la gente, la buena y la mala, esto es guerra" como si fuera una mantra.
Entonces el tren se detuvo y una voz se escuchó en todo el vehículo, aunque Alex la ignoró casi por completo, lo único que registró fue que esa era la última parada antes de ingresar a Escocia.
Esa era su parada.
Alex guardó su cuaderno, agarró su morral y salió hacia el corredor del tren. Mientras andaba pudo observar como ya no quedaba casi nadie. Caminaba arrastrando los pies, como si le pesaran. Estaba exhausta, no había dormido en todo el viaje. Al llegar a una de las puertas laterales del tren la abrió con algo de esfuerzo y saltó del vehículo. Segundos después este volvió a arrancar.
Miró a su alrededor sin saber qué hacer, estaba en medio de la nada. Entonces vio una plataforma de piedra a unos cuantos metros, quizá a un kilómetro. Según lo que le dijo Louis ahí es donde la pasarían a recoger.
Alexandria suspiró. Había un largo camino por recorrer.
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Multimedia: estación de tren de 1940 'cause why not?
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Queen Alexandria
FanfictionDurante la Segunda Guerra mundial, en Inglaterra, muchos niños tuvieron que dejar sus hogares debido a los ataques aéreos; entre ellos estaba Alexandria Summerfield, quien a sus 10 años de vida fue abandonada a su suerte. Viviendo en una casa descon...