2. A Magical Feeling

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2. UNA SENSACIÓN MÁGICA

Sintió su estómago rugir apenas despertó. Estuvo a punto de frotarse los ojos, pero no lo hizo, pues recordó que su madre siempre le decía que eso le hacía mal. Se incorporó y tomó un lazo de pelo color rosa pastel, para hacerse una colita.

Bajó las escaleras soñolienta y a pesar de estar medio desorientada logró encontrar el comedor. Cuando estaba entrando se encontró con Lucy, quien le sonrió y le dijo: "Buenos días, Alexandria". Alex murmuró un "Buenos días" y luego se dirigió a sentarse en la cabecera de la mesa. Susan estaba desayunando y la saludó. Edmund también desayunaba, pero no dijo nada.

—Señorita Summerfield —la saludó Betty, una de las criadas — ¿Qué quiere desayunar?

—Leche blanca y pan, si no es mucha molestia —dijo jugando con una servilleta.

—Desde luego que no —sonrió — ¿Puedo ofrecerle ponerle dulce al pan?

Los labios de Alex articularon una "O" enorme y luego exclamó: — ¿Tienen dulce para el pan?

Aquella sorpresa se debía a que, a diferencia de los Pevensie, que estaban en una en una posición económica bastante acomodada antes de la guerra, Alexandria vivió una vida sin muchos lujos. Conocía el dulce que se le untaba al pan, pero no lo comía muy seguido, solo en algunos desayunos de navidad

Betty se enterneció con la reacción de la niña, pues ella conocía ese sentimiento, venía de un sector parecido al de Alex, así que tomó su respuesta como un "sí" y fue a buscar su desayuno.

Pasaron unos pocos minutos hasta que volvió con una bandeja reluciente de color plateado en la que trajo el desayuno de la niña. Dejó una lechera que humeaba, una taza y su respectivo platito de porcelana, un plato con dos pedazos de pan, un frasco de dulce y un cuchillo de untar frente a Alexandria. Ella le agradeció y justo en ese momento entró Peter. Betty preguntó al primogénito que quería para desayunar y luego se retiró. Al echarle un vistazo a Peter, Alexandria reparó en algo: Peter estaba vestido, con ropa de día, quiero decir. Al igual que Susan y Lucy. Edmund también estaba usando ropa de vestir. En cambio Alex estaba descalza, despeinada y con el camisón aún puesto.

Alexandria agarró la lechera con las manos temblando, pues le dio mucha vergüenza su estado y además no quería volcar el contenido ni romper la vajilla. Entre sorbo y sorbo que le daba a la leche también comía el pan. Estaba delicioso. Según su nada refinado paladar, era el dulce más rico que había probado en sus 10 años de vida. Cuando terminó Betty puso todo lo usado en una bandeja y lo llevó a la cocina.

—Alexandria —la llamó Peter. Ella levantó la cabeza confundida. Sabía que los Pevensie mantenían una conversación, pero se había mantenido ajena a ella. —Iremos a jugar afuera en un rato, ¿quieres venir?

Alex vaciló por un segundo, no tenía ganas de hacer amigos, estaba en medio del proceso de recuperación de ser abandonada. Ella actuaba así: lloraba y se deprimía por unos días, luego se aislaba –al menos– una semana y finalmente continuaba con su vida como si nada hubiera pasado. Ahora mismo estaba en la fase 1. Depresión.


Sin embargo no tenía ganas de subir a su cuarto y llorar, así que dijo: —Sí —y luego agregó: —Solo debo ir a cambiarme antes.

—De acuerdo, te esperaremos en la sala —informó Peter. Y dicho eso todos se retiraron.

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Alex estaba vestida con la misma ropa que el día anterior. Se desenredó el pelo, no con el cepillo de Susan, sino con uno que encontró en el mueble que tenía la radio. Supuso que a nadie le importaría que lo usara. Luego salió camino a la sala.

Queen AlexandriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora