El hombre de la máscara

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Pasaron unas semanas desde que me instalé en aquel piso.
Cada día tenía una nota en mi cama al volver del trabajo y por las noches sentía que alguien me observaba dormir.

Aquella noche, decidí poner una alarma para las 12 puesto que era a esa hora a la que me sentía observada.
Cerré los ojos y me dormí hasta que aquel zumbido del móvil me despertó.

Al abrir los ojos, me senté en mi cama y contemplé como un hombre muy alto con medio rostro cubierto me observaba.
-¿Quién eres?- pregunté.
-Digamos que soy...- dijo con una sonrisa -alguien que puede enseñarte todo sobre tu trabajo-
-¿Eres tú el de las notas verdad?- dije -tu perfume te delata-
-Así es- dijo sentándose a los pies de mi cama.

Cuando la luz de la luna golpeó su rostro descubierto pude ver sus mejillas marcadas y unos hermosos ojos de un color indescriptible e hipnotizantes.
-¿Qué es lo que quieres?- pregunté.
-Ayudarte- dijo él -Lestrade es tan idiota que no te entendería. Además puedo ayudarte en tus casos con una condición-
-¿Cuál?- dije extrañada.
-No puedes contarle a nadie de mí existencia- dijo seriamente -¿Entendido?-
-Está bien- dije -pero... ¿Puedo saber quién eres?-
-Un fantasma- dijo él acariciando una rosa que tenía en su mano -un simple vestigio de un tiempo remoto-
-Esta bien- dije -fantasma... ¿Cómo puedes ayudarme?-
-Déjame ver los casos- dijo.

Me levanté de la cama y le dirigí al salón aunque parecía perfectamente que sabía donde se movía lo que me hacía sospechar.
Le mostré mis archivos del caso que estábamos investigando actualmente, se sentó y comenzó a examinarlos.
-¿Lo has hecho tú sola?- dijo él mirándome.
-¿Acaso está mal?- pregunté.
-No es...- dijo volviendo a mirar los documentos -perfecto. Lo has hecho todo de la forma correcta e incluso tus deducciones son muy precisas-
-Gracias- dije algo sonrojada -la verdad es que ya lo tenía resuelto hace mucho pero...-
-No querías que Lestrade se asustara- rió -tranquila está acostumbrado-
-¿Quieres un té?- pregunté señalando la cocina.
-Si gracias- dijo con una suave sonrisa.

Fui a la cocina y comencé a preparar el té.
Había algo extraño en aquel hombre y resultaba extraño estar a su lado pero sin duda me gustaba su compañía.
Él parecía tener mis mismas habilidades y los mismos conocimientos que yo, era raro pero adorable.

Llevé la tetera al salon y serví dos tazas de té, también lo tomábamos de la misma forma.
-¿Qué te trajo a Londres?- dijo él revolviendo su café.
-El trabajo- dije haciendo lo mismo -y vivo aquí gracias al marido de mi amiga-
-John es un gran hombre- dijo él con una suave sonrisa -y me alegra que haya escogido a la persona indicada para vivir aquí-
-¿Le conoces?- dije curiosa.
-Por supuesto- dijo tras tragar un poco de té -somos viejos amigos lamentablemente ya no hay contacto entre nosotros-
-Lo siento- dije con una mueca.
-Está bien- dijo con una risilla -así es como debe estar y dime (T/N)_______ ¿Mantienes una relación con alguien?-
-Con mi trabajo- dije con una suave sonrisa -prefiero estar centrada en un buen caso antes que tener una relación-
-Chica lista- dijo con una extraña sonrisa en su rostro -vamos a llevarnos muy bien tú y yo-

Su mano se posó en mi rodilla con suavidad y se acercó a mi con lentitud quedando a unos centímetros de mi rostro.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza cuando vi como mordía su labio inferior.
Mi pulso estaba acelerado y mi respiración agitada cuando su rostro volvió ha acercarse un par de centímetros.
-¿Tienes miedo?- dijo susurrando en mi oreja con su sensual y profunda voz.
-No- dije devolviéndole el susurro en su oreja haciendo que mostrase una sonrisa ladeada.
-Bien- sonrió -entonces vendré todas las noches para ayudarte-
-Está bien- dije tomando su mano cuando me la ofreció para que me levantase.
-Hasta luego- dijo antes de abandonar el piso.

Dejé caer mi cuerpo en la butaca con una gran suspiro.
Un extraño sentimiento recorría mi cuerpo unido con la adrenalina de aquel momento tan raro que acababa de vivir.
Nunca había conocido a un hombre como aquel y me muy bien a su lado.
Recogí las tazas de té y la tetera en su lugar para tener todo ordenado.

Al volver a mi habitación, contemplé que había dejado otra rosa sobre mi cama con una nota que ponía

"Buena suerte en tu caso"

La dejé en un pequeño jarrón y me acosté volviéndome a quedar profundamente dormida.

Cuando me desperté a la mañana siguiente, unos tirones en el pelo me despertaron.
Era la pequeña Rosy que había venido a verme.
-Hola princesita- reí para abrazarla -que guapa estás-
-Hola tía- rió -¿Vas a venir a mi fiesta de cumpleaños?-
-¿Cuándo es cielo?- dije sonriendo.
-El sábado que viene- dijo ella sonriente.
-Por supuesto que iré mi amor- dije abrazándola de nuevo -no puedo no ir al cumple de la mejor niña del mundo-
-Vístete- me ordenó -tienes que desayunar para ir a trabajar-
-Cierto- reí - venga ve con mamá-

Cuando Rosy se fue, fui a mi baño y tomé una ducha para despejarme.
Durante el tiempo que estuve dentro, estuve pensando sobre mi encuentro con aquel hombre de la máscara e incluso me sentía observada en aquel instante que pensé en él.

Salí de la ducha, me puse mi albornoz y fui a mi habitación encontrándome con otra rosa sobre mi cama y una nota.

"Puede que pienses que nuestro encuentro fue un sueño pero te digo que es real. Recuerda, no debes decir nada de nuestros encuentros y cuando quieras comunicarte conmigo lo sabré"

Aquel hombre se había vuelto a colar en mi casa a plena luz del día y con visitas en casa.
Sin duda aquel hombre no tenía miedo a nada exceptuando el ser descubierto por los demás.
¿Por qué lo hacía?, ¿Por qué cubría la mitad de su rostro?, y lo más importante... ¿Quién era ese hombre?.

El fantasma de Baker street (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora