15. Encuentros Inesperados

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Hacía un rato que Ryan había entrado en la habitación. Cuando entró lo noté distanciado, sabía que él tenía problemas con su situación en las manadas. Ser un Omega no debería de ser fácil. Me pregunto por qué lo echaron de su antigua manada. Faltaban dos días para la siguiente luna llena y eso me hacía tener los nervios a flor de piel.
Miré por la ventana y vi el inmenso cielo oscuro de la noche. La luna creaba un ambiente misterioso. Miré a Ryan, que estaba dormido en un sillón de la enfermería. La luz de la noche creaba un juego de sombras en su rostro, se veía tan inocente y vulnerable. Sus ojos se abrieron lentamente y fijó su mirada en mí.
- ¿Qué haces despierta tan tarde? - me pregunta mientras estira sus brazos y se levanta del sillón para sentarse en mi cama. Cuando se coloca junto a mí me mira y sus ojos verdes iluminan su rostro como dos faros en un oscuro océano.
- No podía dormir. - le respondo encogiéndome de hombros.
- Mañana vamos a celebrar una reunión con los miembros de Los Aliados para reforzar la seguridad e intentar averiguar algo sobre tu Alfa y los extraños seres que se encontraban en nuestra guarida. Presiento que hay una extraña conexión entre ellos.
Nos quedamos unos minutos en silencio. Pensé en lo ocurrido en el "escondite" de Ryan, Alexander y Sei, entonces recordé lo que me contaron cuando estaban poseídos por esas criaturas y sentí cómo la curiosidad me recorría el cuerpo.
- Ryan... - comencé a decir. El chico giró su rostro, lo que hizo que el miedo a la respuesta de mi pregunta aumentara. Quería creer que Ryan era el bueno de la película, pero sabía que cabía una posibilidad de que no fuera así. - Cuando estábais poseídos hablaste sobre que perteneciais a la Propiquus Alliance y según contasteis vais en contra de la ley y no...
Una carcajada, por parte de Ryan, me interrumpe.
- ¿Qué pasa? - pregunto un poco asustada.
- Nada. - me responde con una sonrisa.
- ¿Entonces...?
- Lo que dijeron nuestros yo poseídos es mentira.
Una parte de mí suspiró aliviada, pero sabía que Ryan no me estaba contando toda la historia. Este chico intenta esconder su pasado, hay algo por lo que Marck lo busca y por lo que presiento, no es bueno.
- Sabes, - comenzó a hablar Ryan. - cuando recuperé la consciencia lo primero que vi fue tu cuerpo inconsciente tumbado en el suelo. Sabía que, por todos los medios, tenía que sacarte de allí. Comencé a lanzar golpes a la puerta hasta dejar mis nudillos inundados por la sangre. En el instante en el que dejé de golpear la puerta, supe que te había fallado.
Miré a Ryan, tenía una mirada distante. Me acerqué a él hasta ponerme a su lado. Un dolor punzante se extendió por mi cuerpo, había olvidado la herida que tenía en el estómago y solté un pequeño gemido. Ryan me miró fijamente al escucharme.
- ¿Estás bien? - me preguntó con una expresión bastante seria.
Yo sólo asentí, aunque sabía que no estaba bien. Nada estaba bien. Tenía una herida en el estómago, que me dolía como nunca nada me ha dolido y sin contar que casi me mata; un hombre peligroso, que supuestamente es mi Alfa, me persigue para lo que sea; y unos cazadores con flechas venenosas quieren matarme a mí y al resto de licántropos.
Los brazos de Ryan me sorprenden cuando me rodean. Correspondo su abrazo y noto cómo las lágrimas me queman los ojos.
- ¿Qué he hecho? - digo sin pretender obtener alguna respuesta.
- Todo es culpa mía.- susurró Ryan mientras colocaba su barbilla sobre mi cabeza. - Lo siento, siento haberte arrastrado conmigo a este oscuro mundo.
Su mirada se oscureció, cosa que hizo que me sintiera pequeña. Éste chico estaba a mi lado, abrazándome y la misma pregunta se me pasaba una y otra vez por la cabeza. ¿Por qué yo?
Ryan se separó de mí y se levantó de la camilla.
- Duerme un poco más, mañana será un día duro. - me dijo mientras se dirigía a la puerta y salía.
Cuando cerró la puerta solté un gran suspiro. Toda mi vida estaba patas arriba, mi hermano estaría preocupado pero ¿cómo le cuento que soy un licántropo?
- ¡Dios! - exclamo mientras lanzo un cojín a cualquier parte.
Tenía ganas de saltar por la ventana y correr sin un destino que me corte las alas. Sentir por una vez en la vida la verdadera libertad.
Miré el pequeño reloj de pared que descansaba encima de un desgastado mueble, eran las tres de la mañana. La reunión sería a las nueve, tenía por delante seis horas.
Salgo de la cama y apoyo un pie en el suelo. Un dolor me atravesó el cuerpo pero podría soportarlo. Cogí mi ropa del sillón en el que dormía Ryan y me deshice del camisón que llevaba para ponérmela. Me coloqué los vaqueros y la sudadera. La camiseta estaba demasiado rota y manchada como para ponérmela.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2015 ⏰

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