Nos quedamos un rato sentados en la hierba, mirándonos.
- ¿Por qué no me lo contaste? - le pregunté con la voz temblorosa.
Él bajó su mirada.
- Sabes, no te lo dije porque siempre cabe la posibilidad de que la persona a la que le confíes ese secreto te traicione. Esa persona a la que pudiste amar y proteger con tu propia vida, y que su egoísmo haga que torturen o incluso maten a alguien que te confió su mayor secreto.
Me quedé en silencio. Antes había sentido rabia por no habérmelo contado, pero no lo había pensado desde su punto de vista. El peligro que corre al ser descubierto y que, posiblemente, lo maten.
- ¿Le ha pasado eso a alguien alguna vez? - le pregunté suavemente.
- A mi hermana.
Lo miré con tristeza. Él me devolvió la mirada, tenía los ojos húmedos.
- Lo siento.
- No te preocupes.
- Ryan, - comienzo a decir mientras me miraba tiernamente. - tu secreto ésta a salvo conmigo.
Cuando lo dije, una pequeña sonrisa surgió en su rostro y, en ese instante, supe que había hecho lo correcto.
Nos quedamos allí un rato sentados hasta que el cielo comenzó a oscurecer.
Andábamos en silencio, pero no era un silencio incómodo. Seguía sumergida en mis pensamientos cuando me dí cuenta de que estaba sola y no tenía ni idea de a dónde me encontraba.
- ¿Ryan? - pregunté mirando a mi alrededor.
Esperé unos segundos y no pasó nada.
- ¿Ryan? - dije, esta vez un poco más alto.
Esta vez pude escuchar su voz a mis espaldas. No entendía muy bien lo que decía pero me giré lentamente, en ese momento me arrepentí de haberlo hecho.
Ryan estaba de rodillas, su cara tenía varias heridas profundas y su rostro estaba bañado en su propia sangre. Instintivamente me llevé las manos a la boca, intentando oprimir un grito que me desgarraba por dentro.
Me acerqué hacia él, pero me dio un leve empujón intentando apartarme.
- Vete - me dijo con una voz ronca.
- No voy a dejarte aquí así - le dije muy decidida.
- ¡Vete!
Su grito me dejó sorprendida, sabía que no lo hacía queriendo.
- Huye, ya se acerca - me dijo en una súplica.
Iba a preguntarle quién se acercaba, pero en es momento apareció un hombre encapuchado que me miró con unos ojos extremadamente brillantes.
Hice caso de lo que me dijo Ryan, y comencé correr. Tenía la esperanza de que fuera lo bastante rápida, lamentablemente me equivocaba.
El hombre encapuchado corría unos pasos detrás de mí y para distraerlo comencé a correr en zigzag entre los árboles. Cuando creía que lo había distraído paré de correr y me adentré e un pequeño claro. Ahí descubrí, con horror, que el misterioso hombre se acercaba con paso rápido hacia mí. Mis piernas no reaccionaban a mis órdenes y respiraba con dificultad. En ese momento pensé que era el fin.
De un momento a otro, apareció Ryan. Sus heridas ya se estaban cicatrizando.
- No se lo hagas, ella no tiene nada que ver - dijo con una potente voz.

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Alfa y Omega
WeerwolfForest Hill, la nueva ciudad en la que vive Madison, es tranquila y normal hasta que el camino de esta chica divertida y curiosa, choca con un misterio. El chico que comparte la mesa con Madison hace que despierte una tremenda curiosidad en la chic...