Capítulo 1: The promises that we never made

19.2K 1.1K 1.3K
                                    

Seúl, Corea del SurMayo 2013

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Seúl, Corea del Sur
Mayo 2013


El éxtasis opacaba cualquier destello de lucidez de su mente. Su raciocinio estaba nublado, su cuerpo entumecido, la punta de sus dedos ansiosos y su garganta sumida en un dolor y regocijo que lo hacía temblar y jadear en expectativa, en placer, en una sed que no tenía punto de comparación. Todo a su alrededor era confuso, y Baekhyun ni siquiera era capaz de recordar lo que había ocurrido antes, cómo llegó a ese lugar, cuándo esas manos comenzaron a acariciar su cuerpo desnudo, a jadear en su oído, a ese momento y punto tal en que perdió todo su autocontrol al ansiar esa calidez que avivaba su cuerpo, que lo hacía sentir vivo por una miserable vez en su vida.

Porque esa sensación... Amaba esa sensación.

Lo excitaba, lo seducía, le producía un cosquilleo en lo más profundo de su ser que lo hacía caer en un vórtice de éxtasis que sacaba lo peor de él.

Al animal, a la bestia... Al monstruo.

Porque era así, era un monstruo.

Lo comprobó en los ojos oscuros y brillantes de ese hermoso rostro sonrojado, jadeante que pedía por más, que el cuerpo que la estaba profanando fuera más rápido. Sus ojos lloraban, y él buscaba su reflejo en sus iris con un recelo que empezaba a superarlo y, como siempre, no encontró nada. Era como si simplemente él no estuviera ante ella, como si la carencia de alma desconociera su propia existencia como si fuera un castigo de la vida porque él no debería estar ahí, él debería estar enterrado tres metros bajo el suelo junto a los pocos restos que habían quedado de su familia y, aunque algún día pensó seguirlos, por más que lo intentara sabía que eso no sucedería.

Porque era inmortal.

Había intentado quitarse la vida varias veces, únicamente para ver cómo es que en minutos sus heridas autoinfligidas sanaban dejando su piel en su estado original, justo como en ese momento estaba ocurriendo mientras las uñas filosas de ese hombre rasguñaban sus muslos con hambre.

Eso trajo una oleada de placer a su cuerpo que le hizo sentir masoquista, pero que lo extasió al punto que se mareó, aunque quizá eso se debió a la fragancia de aquel cuerpo que aspiraba con ahínco y gimió en embelesamiento a la par que acarició con sus pulgares la cara húmeda por las lágrimas de miedo y placer. Esa pequeña criatura indefensa olía terriblemente delicioso, y estaba pasando un muy mal momento dentro de sí porque, para él, resistir el aroma de la sangre era tan imposible como pedirle a un humano que dejara de respirar y no morir en el intento.

Lo que estaba haciendo rayaba en lo atroz e ilegal, sin embargo, desde que había llegado a Seúl un mes atrás se sentía inquieto, sediento, desesperado por obtener ese líquido carmesí directo de la fuente en un intento de controlar la bestia que vivía en sus adentros, sin tener mucho éxito.

Contenerse cada vez era más difícil y una parte de él temía convertirse en un ser irracional, un neófito, pero no podía controlar sus impulsos, la sed e instintos de querer pecar, de probar lo prohibido, pero ¿qué hacer? Estaba en su naturaleza, una que le fue dada y ya no podría cambiar.

Everlasting {ChanBaek||En edición}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora