Capitulo 9

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Nuevo día de clases, pero ella no llego.

Eso me parecía extraño, a lo mejor y se enfermó por la lluvia de ayer.

Decidí ir a visitarla luego de mi trabajo.

Mientras estaba en mi trabajo me sentía tan vacío, era obvio siempre estoy con ella.

Acabo mi turno, y fui hacia su apartamento, y la encontré ahí acostada en su cama, se me ocurrió tocarle su frente para ver si tenía fiebre.

Y así era ella estaba con fiebre, debía ayudarla para que se mejore.

Al final solo se me ocurrió ponerle un paño húmedo en su frente, espero y eso pueda servir.

Pase junto a ella toda la noche, no volví a mi casa, debía quedarme con ella, después de todo ella siempre estuvo conmigo.

El siguiente día era sábado, así que no tenía clases, eso me convenía mucho así podría ayudarla a que se mejore.

Ella despertó en la tarde, eso me tranquilizaba un poco.

-¿Por qué estás aquí?

-¿No es obvio?, estoy aquí porque yo soy el que tengo que cuidarte.

Ella sonrió como siempre, aun estando enferma, su sonrisa se veía hermosa.

Decidí ir a la farmacia a ver si conseguía algunas pastillas que la puedan ayudar.

Ella estaba cada vez mejor, en un instante se puso de pie, ahora espero y no hago alguna locura.

-Gracias por cuidarme, ya me siento mejor.

Esas palabras de agradecimiento, por lo menos y pude hacer algo, no quería que ella siguiera así.

El domingo fui a visitarla a su apartamento, la encontré durmiendo, ¿es enserio? Ya era mediodía así que se me ocurrió preparar la comida, después de todo puedo cocinar bien.

La comida estaba preparada y servida en la mesa, solo me faltaba hacerla despertar.

-Hey despierta.

-Mmmmm

Yo estaba dispuesto a esperar hasta que se levante, para que coma un poco.

Ella se levantó y fue a comer:

-¿Qué tal está?

Mientras sonreía dijo:

-Esta horrible

Pero no se notaba que estuviera horrible, después de todo se acabó todo rápidamente.

Al final decidimos ir a caminar los 2 juntos, era un buen día así que eso la ayudaría mucho más.

Pero cuando salimos....

Su padre estaba afuera esperándonos:

-Anda Gabriela.

-No, no puedo.

-Claro que puedes, yo estoy contigo para apoyarte, ve.

Ella fue y hablo con su padre, se veía tan feliz, después de ese día en el cual no se dirigieron la palabra, se veía como una verdadera conversación padre e hija.

Su padre se fue, y ella volvió hacia donde yo estaba, se la notaba tan feliz, mejor no le pregunto qué sucedió, después se ha de enojar.

Fuimos a dar la caminata como habíamos planeado.

Así transcurrió ese día, ella estaba más feliz que nunca.

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