"Se lo reconozco. El muy bastardo sigue teniendo un buen gancho derecho." Pensaba mientras se reacomodaba la mandíbula con la mirada fija en su atacante.
Javier se encontraba en el umbral de esa puerta con una mirada de odio que pocas veces había visto Erik en una persona. Siempre pensó que aquel chico de baja estatura con esos ojos marrones y ese corto cabello castaño nunca le haría daño a nadie. Pero eso fue antes de conocerlo a fondo. Lo curioso fue que termino teniendo la razón (en cierto sentido) respecto a esa hipótesis sobre Javier. Él realmente era inofensivo, pero eso se acababa cuando veía a quien más odiaba, osea a Erik.
Aun así, Erik supuso que ese chico lo odiaba con razón. El también se enojaría con quien le fuera a quitar una chica tan hermosa como lo era Jennifer. Pero eso no impedía que le pareciera raro a Erik que el rencor por parte de aquel chico durara tanto tiempo. Había llovido mucho desde la última vez que se vieron... y aun así lo saludo con un golpe como las anteriores veces.
- ¿Esto se va a convertir en una costumbre entre nosotros? - Le pregunto al escritor con tono irónico para romper el silencio que se produjo luego del golpe que cortó en primer lugar sus palabras.
Sin embargo, Javier optó por responderle con otra pregunta. - ¿Por qué viniste? -
- Se que escuchaste lo que dije antes del... golpe... lo de Jennifer. -
- Exactamente por eso te lo pregunto, imbécil. - La mirada del joven escritor era dura y llena de ira. Erik apenas podía decir que fuera ayudarlo y, aun si lo hiciera, solo lo haría por Jennifer. - ¿En qué crees que pueda ayudarte? Soy escritor, no detective ni policía. -
Nuevamente el silencio reino pero esta vez fue por la incomodidad que generó la mirada de compasión que depositó Erik sobre Javier al hacerle entender sin palabras que estaba ahí porque quería darle una oportunidad de ayudar a la chica que una vez había amado y en el fondo siempre amara. Su presencia en esa puerta era un gesto de honor entre rivales para hacer sus diferencias a un lado por la única razón que los podría relacionar: ella. Aparentemente Javier pudo entender eso sin que su rival se lo tuviera que decir, pues aceptó cuando Erik le hizo la siguiente pregunta.
- ¿Puedo pasar? -
- Había escuchado en las noticias de esta mañana sobre un secuestro en el barrio donde tú y ella viven. Pero decidí no hacerle caso. Estaba con la cabeza en la confección de mi nueva obra. -
Se encontraban en el living del departamento de Javier. La luz del mediodía se filtraba desde la gran ventana rectangular que abarcaba gran parte de la pared frontal de la casa, dicha pared Erik tenía a la derecha mientras que frente suyo veía una mesa del otro lado de la cual se encontraba Javier mirándolo con el mismo resentimiento de siempre.
- ¿De qué tratará tu nuevo libro? - Preguntó Erik con sincera curiosidad mientras esperaba algo para tomar que su anfitrión nunca le ofrecería.
- Algo medievo-fantástico con tintes tolkienianos. Pero no nos vayamos de tema. - Javier se acomodó en su asiento y sacó una libreta. Erik se preguntó para qué la necesitaba, pero optó por no preguntar. Ya era suficiente con que lo mirara mal, no era necesario añadir respuestas agresivas a preguntas nacidas de la inocente curiosidad. - Dame los hechos. -
- Pues. - El futbolista también se acomodó en su asiento y dio su mejor intento para tratar de recordar. - Hoy al amanecer. Se me dio por ir a entrenar al club que se encuentra a pocas calles de la casa. Me gusta levantarme a esa hora porque es entonces cuando no hay nadie en el club y la tranquilidad abunda por todo el... -
- Hechos, Erik. No contexto inútil. -
- Esta bien. - Volvió a concentrarse evitando por sobre cualquier otra cosa la fulminante mirada de Javier. - Me levanté y pensé en bañarme para ir al club. Cuando entre a bañarme, corrobore que ella seguía durmiendo en la cama. Pero antes de meterme a la ducha, noté que Rob (nuestro perro) ladraba más de lo necesario en el patio delantero. Se me dio por salir antes de ducharme porque sabía que me daría mucho más frío salir sin entrar al auto con el pelo mojado. Al salir, note que la niebla fría y el amanecer hacían una atmósfera que difícilmente me permitía ver a más de cinco metros. Aun así pude ver al perro ladrando hacia las afueras de la finca. Ladraba en dirección a una arboleda que apenas se veía por la oscuridad y la niebla. Le ordene que viniera y, cuando este se volteo para verme y mover la cola, un dardo salió de entre los árboles y le dieron a Rob. El pobre perro cayó apenas el dardo le dio en la espalda. Al comprender que realmente había alguien ahí, me dio pánico y corrí en dirección a la finca. Pero antes de darme cuenta... -
El joven se vio obligado a darle credibilidad a su historia mostrandole la herida que el dardo le proporcionó en la nuca. Se dio media vuelta y puso su remera a un lado para mostrar la herida cubierta por un paño de tela blanca de aspecto médico. - Desperté hace una hora cuando el hermano de Jennifer me encontró tirado en el patio delantero. Ella había desaparecido hacía tiempo...
El silencio regresó pero de un aspecto lúgubre, casi honorífico hacia un posible difunto. Pero lo último que tanto él como su anfitrión podían darse era el lujo de pensar que ella había muerto.
Erik miró al escritor a los ojos y lo carcomió la curiosidad al saber que era lo que se le pasaba por la cabeza. ¿Rencor hacia mi y hacia sí mismo por no haberla cuidado lo suficiente? ¿Temor por encontrarla muerta en una zanja cercana? ¿Inquietud por saber qué podía hacer para ayudar? Fuera lo que fuera, Erik también lo necesitaba. Necesitaba toda la ayuda posible por volver a encontrarla.
-¿Dejaron alguna pista además del dardo? - Fue lo que pregunto Javier. Le pareció extraño en un principio que no se le diera por decir que estaba preocupado o "ojala que este bien" o algo por el estilo. Pero Erik terminó tomando eso más alentador que otra cosa.
- Había señales de lucha en la habitación. Una ventana rota, un par de cuadros desordenados y... algo de sangre en las sabanas de la cama... -
Esta vez sí pudo ver odio en la mirada de su rival. Supuso que esta vez sí se encontraba el odio por no haberla cuidado bien. Después de todo, de ambos, el fue quien se quedó con la chica, debió haberla cuidado mejor y eso lo admitía.
- Estás aquí por mi pasado como ladrón. ¿Verdad? - Con cada palabra, Javier se iba levantando de su asiento lentamente al tiempo que su mirada concentraba más ira entre ceja y ceja mientras cada paso lo acercaba más al ya estresado Erik. - ¿Crees que me puedes usar como tu perro de caza? ¡¿Qué me darás algo para olfatear a Jenni y seguirle el rastro?! ¡¿ESO QUIERES?! -
- Javier. - El futbolista trató de formular sus siguientes palabras con toda la calma que le permitían sus nervios en aquel momento. Una parte de él le decía que no necesitaba estar pasando por eso. Sabía que podía proporcionarle una buena golpista a ese tipo si quería y, en el fondo, estaba esforzándose por no hacerlo. - No eres tan imprescindible como estas creyendo en este momento que lo eres. No eres mi última opción ni mi única esperanza. Es así de simple: ¿Estas dentro o estás fuera? -
Algo le hizo creer que lo volvería a golpear pero, para su suerte, lo único que hizo Javier fue decir: - Tú conduces. -
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Una Leyenda Para Ese Destello
AdventureUn corazón roto, una mente confundida y un alma decidida deberán unirse en una extraña tregua para encontrar a lo único que los unió en un pasado... una dama con un destello en la mirada.