Por cada segundo que los ojos pardos del joven escritor se pasaban cruzados sobre la mirada de aquel hombre en el umbral trasero de la camionera, cada vez más aumentaba el ritmo de su respiración y el parloteo de su corazón bajo sus costillas.
- La mañana que la chica desapareció... te pusiste a pensar mucho en ella, incluso antes de que Erik fuera a visitarte. - La voz de Strodes se encontraba tan juvenil, ronca y llena de furia como la había escuchado Javier días atrás en la carretera.
El escritor, en un afán por buscar mero consuelo, volteo a su izquierda para toparse con la mirada de Tamara, pero la chica había desaparecido sin dejar rastros, casi como si se hubiera esfumado.
- Necesitabas una forma de obtener la redención contigo mismo luego de haber pasado años enteros con el rencor bajo el pecho... por eso fuiste a buscarla esa noche. - La mirada de Strodes era demencialmente delatora y cada palabra hacía que sus movimientos lo acercaran cada vez más al desesperado escritor, quien en un arranque de euforia y sin darse cuenta, había comenzado a rascar la superficie interna de la camioneta en busca de algún escape. - La sometiste, hiciste lo que quisiste con ella y luego la ocultaste con el tiempo necesario para volver a tu hogar y apretar una de las muchas teclas de tu máquina de escribir dando así el inicio a una historia... una ficción... una mentira que debias hacerte a ti mismo para alivianar la culpa que te carcomia con cada puñalada que le dabas a ese bello cuerpo de porcelana. -
- ¡NO! - Antes de poder darse cuenta, el joven ex pandillero tenía el pie sobre el rostro del policía en un afán por alejarlo. Pero la euforia contenida en aquel golpe le permitió al escritor escabullirse junto a German y así atravesar la puerta trasera de la furgoneta. Ya con un pie fuera del infierno, nadie tuvo que decirle dos veces que avanzara lo más rápido posible y con pies de plomo a través de la bruma que se habría paso sobre su presencia.
Con cada paso apresurado que daba, en la cabeza de Javier nacía una incógnita nueva sobre lo que acababa de decirle Strodes, quien a su vez había comenzado a perseguirlo y esto bien podía saberlo Kernick por el sonido de las pisadas detrás suyo.
Finalmente y sin saber con certeza cuánto tiempo había estado corriendo, el joven decidió permitir que sus exhaustas y atrofiadas piernas pudieran descansar bajo la sombra de unos robles que se encontraban cerca. Fue solo entonces, cuando entre los propios sonidos inhumanos de su respiración exhausta, el de los pájaros cantando sobre las copas de los árboles y los furiosos gritos de Strodes en la lejanía buscandolo... Javier sintio una presencia diferente que instantáneamente le provocó el deseo de revivir momentos de antaño.
- Si sigues corriendo, solo lograras volverte loco lentamente. - Esa voz le resultaba familiar, era una voz que emanaba nostalgia y cierto dejo de autoridad en cada palabra que lanzaba desde las sombras.
El joven se encontraba agitado entre lágrimas de desesperación y un ritmo cardiaco preocupante mientras los árboles, arbustos y malezas lo rodeaban. Había dejado la camioneta atrás hacia bastante, luego de haberse liberado de las garras de German Strodes, quien aparentemente ya estaba teniendo trabajo deshaciéndose de aquella chica llamada Tamara.
Con los ojos húmedos y las piernas ardiendo de tanto correr, Javier optó por voltear hacia la fuente de aquella voz y contemplar la presencia de Yorel tal y como lo había visto la última vez con su corta melena plateada, sus arrugas contorneando el estrés de su mirada parda y su melancólico gesto que apenas dejaba penetrar la mera tentación de una sonrisa.
- ¿No estabas muerto? - Pregunto tratando de quitarse de encima la tarea de descifrar por su cuenta como era que estaba ante la presencia de alguien a quien había visto morir hacía tanto y a su vez la cautela que le impedia lanzarse sobre aquella figura paterna en un afán por saludarlo como si viniera un largo viaje.
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Una Leyenda Para Ese Destello
PertualanganUn corazón roto, una mente confundida y un alma decidida deberán unirse en una extraña tregua para encontrar a lo único que los unió en un pasado... una dama con un destello en la mirada.