- ¿No te parece excesivo? – Preguntó el abogado con gesto solemne mientras posaba su mirada pensativa sobre el largo y ancho de la mesa.
- De donde yo vengo la seguridad nunca es excesiva. – Afirmo entonces Radrigan sin quitarse aquella extraña sonrisa de entusiasmo que tanto denotaba los dientes podridos posicionados en el centro de su espesa barba blanca.
Sobre la mesa se encontraba todo el arsenal que el anciano pudo confeccionar usando lo que pudo encontrar en la Morgue Municipal De Macropolis. Cócteles molotov hechos a partir de trozos de gaza y botellas de alcohol medicinal; cuchillos de doble filo nacidos a partir de la unión entre dos bisturís con cinta adhesiva; pequeñas botellas que contenían extraños líquidos incoloros cuyas funciones solo el anciano conocía así como también sierras quirúrgicas alteradas con un filo mayor al usual y muchas cosas mas puestas sobre la mesa para el deleite del joven Blunt, quien no hacia mas que apreciarlas y percatarse cada vez más sobre la evidente inestabilidad mental de Alastair.
- Tranquilo, Charles. – Dijo entonces el abogado en cuanto volteo para ver la expresión de espanto que tenía el joven Overlook. – Me encargare de los gastos en pérdidas. Después de todo esta bajo mi responsabilidad. -
- ¿No te parece que estoy algo viejo para tener tutor propio? – Bromeaba el anciano mientras comenzaba con determinación a colocar cada una de las "armas improvisadas" sobre una gran bolsa que se encontraba también en la mesa.
- Detente, anciano. Me prometiste que si te dejaba terminar de hacer tus preparativos me explicarías con detalle todo lo que me tenías que explicar. – Aventuro Dante deteniendo así la labor del anciano.
- Cumpliré mi promesa... pero en el camino. -
- ¿Camino adonde? –
- ¿Dónde se supone que encontraron a tu hermana muerta? -
- En el bosque a las afueras de Macropolis. El hogar de la secta. – Dijo el abogado con gesto pensativo mientras en su interior recordaba los instantes en los que encontró el cadáver desnudo de la niña (y posteriormente mujer) con la que había pasado toda su infancia.
- Los de la secta... están todos muertos también, ¿verdad? – Pregunto entonces Alastair dirigiéndole al joven un gesto que presentaba cierta duda impregnada con pizcas de esperanza. Dante asintió. – Ese bastardo... – Maldijo el anciano.
- De cualquier manera, ¿Cómo piensas llegar hasta ahí? -
El anciano, terminando de embolsar todo el arsenal en la bolsa y tomando la bolsa con un brazo para posarla sobre su espalda a modo de mochila, le dirigió una recelosa mirada al joven Blunt con la que ya estaba todo dicho.
Al joven y al anciano les tomó quince minutos y toda la paciencia del mundo convencer al exasperado Charles de que volverían vivos para arreglar los gastos que provocó Alastair al llevarse todos aquellos instrumentos de la Morgue. Pero al cabo de unos momentos el dúo ya se encontraba encendiendo los motores del auto de Dante con el abogado al volante y el supuesto jefe mafioso en el compartimiento del copiloto.
- Muy bien, ahora vayamos en serio. - Mientras el auto comenzaba a avanzar sobre el pavimento a las afueras de la Morgue, el joven Blunt optó por sostener con la mano izquierda el volante mientras que con la derecha comenzaba a sacar lentamente de su cinturón su pistola para posteriormente desasegurarla y apuntar el cañón directo al anciano que tenía cerca suyo. - Explicaciones. ¡AHORA! -
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Una Leyenda Para Ese Destello
PertualanganUn corazón roto, una mente confundida y un alma decidida deberán unirse en una extraña tregua para encontrar a lo único que los unió en un pasado... una dama con un destello en la mirada.