Capitulo 4: Javier

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El joven escritor se vio obligado a esperar a que Erik lo volviera a llevar a su casa en ese lujoso auto deportivo que el futbolista había usado para llegar allí en primer lugar. El viaje fue largo e incómodo debido a que ninguno de los dos tenía nada que decirse.

Aun así. ¿Que podrían decirse? ¿"Suerte en encontrarla antes que yo"? ¿"Fuera de mi camino"? Por un lado sabían que debían esforzarse para lograr el objetivo que hacia minutos se habían planteado frente a Dante. Pero si de algo estaba seguro Javier era que no ayudaría por nada en el mundo a Erik. Preferiría ver morir a Jenni antes que ayudar al idiota que...

"Mira en lo que estás pensando, Javier." Se dijó el escritor para sus adentros mientras el deportivo pasaba por unos túneles. "La ira te está consumiendo. Solo concéntrate en saber que puedes hacer para encontrarla."

Entonces el túnel quedó atrás y el auto salió por unas calles rodeadas por unos barrios bajos que le debieron haber hecho pensar a Erik que debía subir la ventanilla. Sin embargo, pensamientos muy diferentes pasaron por la mente de Javier. El primero de esos pensamientos fue: "Esta es mi oportunidad."

- Déjame aquí. - Le ordenó Javier al futbolista al tiempo que este bajaba la velocidad del auto.

- Pero... - El pobre Erik se encontraba tan confundido como hacía minutos cuando se encontraba entre quien tenía a su lado y Dante. - Faltan veinte cuadras para llegar a tu departamento. ¿Acaso quieres caminar? Este no se ve como un buen barrio para hacer eso. -

- Tu confía y detén el auto. - Javier sabía que Erik no quería más problemas de los que había tenido ya en toda esa mañana y dicha seguridad la dio a conocer cuando vio como el futbolista se detenía junto al cordón de la calle permitiéndole al escritor abrir la puerta del auto.

- ¿Qué ocurrirá con tu nueva obra? - Preguntó Erik a modo de despedida.

Javier ya estaba con ambos pies fuera del auto sosteniendo la puerta abierta del vehículo posando la mirada en el interior de este. - Tendré tiempo. Se presentaron cosas más importantes. - Con este último comentario. Javier dejó mostrar una leve sonrisa y lo más extraño de todo fue cuando noto que Erik le había devuelto la mirada. Para cuando Javier lo noto ya era demasiado tarde: había intercambiado sonrisas con la persona que más odiaba en el mundo.

Segundos después, el deportivo de Erik se había ido y Javier se encontraba solo en una calle en la que cualquiera supondría que no era conveniente pasear solo ya fuera de día o de noche... cualquiera excepto Javier.

Le decían "El Gueto Grisáceo" debido a que el aire se impregnaba con el humo de los diferentes tipos de cigarros, drogas y la pólvora de las armas hasta un punto en que toda la zona estaba cubierta por una neblina grisácea que daba todo tipo de impresiones negativas en quien la miraba u olfateaba.

Dentro de la niebla las cosas no cambiaban, ni las miradas extrañas, ni el olor que combinaba la repugnancia de la droga mal preparaba y la pólvora recién usada. Todo estaba cubierto de plomo, cuero y mugre. Por cada paso que daba a través de aquella vereda, Javier escuchaba cinco insultos y dos amenazas mientras que percibía tres cañones de pistola apuntándole y aspiraba con el humo la proporción a dos cigarrillos.

Cualquiera se sentiría intimidado por tal panorama. Pero Javier no era cualquiera.

Podría ser que hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que pisó esas piezas de pavimento, pero Javier se crió en esas calles y las costumbres aun las llevaba en la sangre. La forma de caminar era lo más fácil de recordar, después estaba el peso de un arma sobre los pantalones, el humo de cigarrillo en cada partícula de aire, la agresividad en cada palabra y en cada movimiento que se efectúe. Javier termino recordándolo todo tan bien que hasta logró poner en su lugar a un pequeño grupo de pandilleros antes de llegar a su destino.

Una Leyenda Para Ese DestelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora