Dante era famoso en los tribunales debido a sus habilidades a la hora de reaccionar rápido. En pleno tramo final de un juicio con todo en su contra, el joven Blunt había podido en un pasado recordar con agilidad cualquier detalle mínimo que fuera a volcar la balanza a su favor en un santiamén.
Pero aparentemente dicha percepción ágil para los detalles y la reacción habían desaparecido en el instante en el que el cañón del arma de Javier se encontraba mirándolo de frente y sus latidos se aceleraron hasta el punto de hacer palpitar la herida que aun llevaba bajo la venda de la mano izquierda.
Las palabras de Kernick resonaban en los oídos de Dante cual insoportables campanadas, pues cada acusación era mas difícil de explicar conforme aumentaba la tensión y la imaginación del escritor volaba con su arma afirmando su poder. No había tiempo para explicar los errores en sus acusaciones ni paciencia para hacerles entender que ni el sabia lo que los esperaba del otro lado del umbral de aquella cueva.
Una parte alejada de su mente reía a carcajadas por cada comentario que salía de sus compañeros.
"¡¿Yo ayudando a Yax a secuestrar a mi propia hermana para poder adquirir toda la herencia de mi padre?! Creo que a ti también te drogaron, Javier." Decía su propia voz entre carcajadas dentro de su mente.
Pero su reacción volvió en el preciso instante en el que el aire se volvió piedra y los tres individuos se paralizaron para contemplar una cuarta presencia entrando en escena.
Aparentemente la voz del escritor había llegado a ser tan prominente en aquella secuencia que la atención de sus dos compañeros estaba inmersa en las palabras de Javier. Tanto así que nadie noto la una sombra entrando por la maleza de los arbustos cercanos.
Apenas Dante volteo al escuchar una breve pero agonizante carcajada proveniente de su espalda, este pudo sentir como su sangre se volvía hielo líquido con tan solo ver los ojos de Erik perdiendo vida con el mero movimiento de un cuchillo deslizándose por su cuello.
Dicha arma blanca se encontraba sostenida por un individuo cuyos brazos y piernas apenas entraban a considerarse en cuanto a la proporción del resto de su cuerpo. Sus extremidades eran considerablemente largas mientras que su moreno torso apenas podía alcanzar el metro. Entre las cambiantes sombras de los árboles aún aparentaba ser un demonio que venía a llevarse el alma de Brosberg.
Pero al cabo que pasaban los segundos, su identidad (indefinible por lo menos para Dante, quien apenas podía reconocerlo como un pandillero de poca monta) era revelada solo para demostrar que su mirada impregnada de locura y su sonrisa burlona había llegado para quedarse.
Lo primero que el dúo notó fue la presencia del aparente asesino de Erik, pero lo segundo que notaron ambos fueron las siluetas lejanas de lo que parecían ser mas individuos dispuestos a impedirle al reciente dúo entrar a las cuevas. Entre esas siluetas, Dante bien pudo reconocer la de un hombre fornido de gran barba parda y cabeza rapada.
Se trataba de Jaques, el mas reciente líder de Los Reyes Humeantes quien había adquirido notoriedad tanto en tribunales, por su gran historial de crímenes, así como en hospitales, gracias a la cantidad incontable de hombres moribundo que envió a dichas instalaciones.
Una mente calmada por parte de Dante hubiera asumido una postura firme para encontrar una manera de vencer a semejante cantidad de pandilleros dispuestos a luchar, tener tiempo para salvarle la vida a Erik y, si sobraba tiempo, rescatar a Jennifer esa misma tarde.
Pero el abogado se encontraba en muchos estados al mismo tiempo y la calma no se encontraba entre dichos estados.
Lo único que su mente podía formular era una sola frase: "Erik está muerto. Erik está muerto. Erik está muerto."
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Una Leyenda Para Ese Destello
PertualanganUn corazón roto, una mente confundida y un alma decidida deberán unirse en una extraña tregua para encontrar a lo único que los unió en un pasado... una dama con un destello en la mirada.