Aquel gran edificio de piedra y vidrio se alzaba sobre la tierra alcanzando el cielo con gloriosa grandilocuencia mientras Javier se retiraba con los ojos hacia un horizonte plantado de cara al edificio. El joven salía del gran hospital bajo los cautelosos pasos de Ronald, quien se aseguraba sobre la respectiva seguridad del delicado brazo de su amigo.
Sin embargo, nada le impidió al escritor voltear para ver lo magnifico que se veía ese edificio bajo la luz de aquel deslumbrante sol a una hora tal como las cuatro de la tarde de aquel escandaloso día.
"Si tan solo las paredes hablaran." Pensaba el joven al compás de sus pasos sobre la escalera.
El hospital municipal de Macropolis era el lugar más concurrido de la ciudad, no por la gran seguridad de dicha distopía discreta como lo era aquella capital, sino porque, además de centro de salud, aquel edificio también era un homenaje y una muestra de lo fuerte que podía ser la ciudad.
Entre aquellas paredes de cemento gris se habían salvado y perdido vidas mediante las mayores aberraciones que la humanidad efectuó durante La Revolución De Tinta y durante las consecuentes guerrillas de bandas que llegaron posteriormente. Nadie podía decir que no llegaban profesionales a trabajar a esas instalaciones y nadie podía decir que no se habían salvado vidas en aquel hospital. Pero tampoco nada impidió que se lo viera como un lugar lúgubre y plagado de leyendas urbanas orquestadas por los rumores callejeros y la opinión popular.
"Hacen experimentos en los sótanos.", "Dejan morir a los casos sin salvación." o "Secuestran a los recién nacidos." fueron las leyendas urbanas que los profesionales de aquellas instalaciones tuvieron que soportar mientras continuaban haciendo su noble trabajo bajo las miradas de las ancianas y niños influenciables de aquellas generaciones actuales y venideras.
- Tranquilo, los rumores no son tan concurridos como antes. - Le dijo entonces Ronald, como si supiera lo que su amigo pensaba. - ¡¿Te puedes mover ya?! -
El sol hacía arder el pavimento de la calle que atravesaba el dúo para llegar al auto de Ron mientras el joven escrito decía. - Bueno. Ya estoy bien. ¿Cual es el siguiente paso para rescatar a Jenni? -
El tatuador lo miró con una sonrisa y dijo. - Había olvidado lo impaciente que eres. Es bueno tenerte de vuelta... -
Con base a la explicación que Ronald le daba por sobre el ruido del motor, Javier se hizo bien una idea de lo que pasaría en las siguientes horas.
- Mi socio de las autoridades me dio las indicaciones por parte de sus contactos con la sesión forense a cambio de un poco de... bueno... ya sabes... - Indicó apretando el pulgar y el índice entre si. - y me explicó que las sustancias de los dardos eran tan extrañas y sus componentes químicos tan inusuales que tuvieron que trasladar la investigación al hospital municipal. Así que lo que haremos ahora sera prepararnos en la casa de Smike y luego volver al hospital. -
- ¡¿Por qué no me lo dijiste cuando estábamos en el hospital?! - Exclamó Javier con cierto enojo en su voz y su mirada. -
- Por que creí que no sería un buen momento para mencionarlo tomando en cuenta lo mucho que chillabas mientras te volvían a acomodar el brazo. - Respondió Ronald con una elegancia y grandilocuencia que el escritor jamás hubiera esperado de él.
- Buen punto... - Respondió el joven sorprendido. Continuaron su trayecto en silencio, Javier supuso que era porque ambos trataban de prepararse psicológicamente para tener una noche larga y llena de peligros, pues un paso en falso significaba varios meses de cárcel para Ronald y la pérdida de una oportunidad para salvar a Jenni antes que los dos otros inútiles para Javier.
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Una Leyenda Para Ese Destello
AdventureUn corazón roto, una mente confundida y un alma decidida deberán unirse en una extraña tregua para encontrar a lo único que los unió en un pasado... una dama con un destello en la mirada.