Capitulo 17: Orfelian

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El motor continuaba rugiendo por encima de los borrones grisáceos de la carretera. El viento aullaba filtrándose por las pocas grietas de su ropa y congelando así escasos sectores de su cuerpo.

"Llegó la hora de contraatacar" La voz de su camarada continuaba resonando en la cabeza de Orfelian, quien seguía con una mirada impregnada de determinación hacia las afueras de Macropolis al tiempo que el sol caía a la altura de su hombro izquierdo.

Las sombras de los arbustos y rocas hacia sus alrededores generaban siluetas con el sol de la tarde que, junto a la velocidad, provocaban ciertas imágenes confusas en la perspectiva del mercenario. Dichosos símbolos pasajeros por el rabillo de su ojo no hacían más que traerle ciertos recuerdos. Aliados entre trincheras, damas con cuerpos fatales acostadas sobre camas sucias, cadáveres enchastrados sobre edificios en ruinas y muchos más recuerdos que alteraban su atención hacia un destino que poco a poco iba acercándose después de haber pasado días y días investigando sobre el paradero de su objetivo.

"Antes de contraatacar debemos comprar nuestro voto de confianza para el señor Kernick." La voz de su viejo amigo volvió a resonar entre sus oídos ya saturados por el ruido del motor.

Orfelian pudo ver a través del vidrio de su casco que, en paralelo a la gran carretera, lentamente comenzaba a generarse un camino paralelo compuesto por tierra y polvo por el cual aparentemente podía uno desviarse hacia unas tierras completamente alternas al final que pretendía ruta asfaltada en cuestión.

Apenas al reconocer el dichoso camino, el mercenario se dispuso a doblar noventa grados la dirección de su vehículo y así avanzar entre unos arbustos que se hacían cada vez más espesos y oscuros conforme el sol continuaba cayendo sobre el horizonte.

El nombrado paisaje ya se encontraba compuesto por una muerta estrella diurna ya opacada por los árboles lejanos que iban conformando una oscuridad que se veía desprolija debido a unas pequeñas luces lejanas que aparentaban conformar las de una cabaña instaurada en un claro del gran pastizal.

- Te encontré. – Susurro el hombre deteniendo su moto casi al mismo instante en el que apagaba su respectivo motor y se quitaba el casco.

La gran motocicleta negra se estacionó entre algunos de los tantos grandes arbustos componentes de la espesura que rodeaba el terrena debajo del cual se alzaba una rústica cabaña. De entre sus enchapadas paredes iluminadas internamente por evidentes focos baratos de luz amarillenta podía verse como avanzaba una columna de humo que atravesaba una chimenea improvisada por tubos metálicos sacados de algún basurero.

En los alrededores pocos detalles pudo reconocer Orfelian debido a que todos los dedujo con el ojo bajo la mira de su rifle, pero entre estos pudo notar bien la mugre impregnada por basuras tales como partes de carrocería, chatarra, pequeñas fogatas hechas a partir de maderas industriales, cadáveres de lo que anteriormente aparentaron ser gallinas a medio deshuesar, bolsas de basura rotas y desparramadas así como un gran poste de hierro en el cual se hallaba encadenado un pastor alemán.

"Ese pastor se parece demasiado al del matrimonio Brosberg." Pensó Orfelian para sus adentros mientras su atención era llamada por una presencia que salía desde la aparente puerta principal de la pequeña casa que protagonizaba el centro de terreno.

Esta presencia se trataba de un hombre robusto, sorprendentemente abrigado de tez oscura y una vestimenta compuesta por un gran chaleco, pantalones de cacería y lo que aparentaba ser un enorme cinturón.

Una Leyenda Para Ese DestelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora