Atenea POV

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Estaba en el estudio de mi templo con varios libros esparcidos a mi alrededor e intentando idear alguna solución al problema que actualmente nos acechaba. Estaba tan concentrada que cuando un leve temblor sacudió mi cuerpo involuntariamente me sobresalté a sobremanera.
Apresuradamente ordené a unas ninfas que ordenaran todos los libros y papeles que tenía fuera. Me cambié a un atuendo mas apropiado para bajar al mundo mortal y salí apresuradamente del Olimpo sin prestar atención a ninguno d los murmullos de los dioses menores y espíritus de la naturaleza que me veían pasar corriendo.
Llegué al elevador y rápidamente comenzó a bajar. Mientras bajaba otras personas se subieron y bajaron lo largo del trayecto lo que me retrasaba. A la tercera vez que alguien paró el elevador usé la niebla para sacar a todos esos molestos mortales de mi camino y continúe bajando sin interrupción alguna.
En dos ocasiones cuando el elevador paró en un piso y cerré las puertas impidiendo el paso a cualquiera, me lanzaban malas miradas. ¡¿Como osaban esos insignificantes mortales mirar de es forma a la magnánima Atenea, diosa de la sabiduría?! Bueno, supongo que es porque no saben quien soy.
Al llegar a la planta baja le lancé una mirada a Tom, el autómata encargado de la recepción, informándole mi salida.
El asintió reconociendome y yo llevé a cabo mi teletransportación al lugar de donde había localizado que provenía esa onda de poder que me estremeció. Supuse que obviamente era alguno de mis hijos y mis sospechas se vieron confirmadas cuando aparecí en el campus de una Universidad.
Sentí la presencia de Annabeth e inmediatamente sentí una enorme opresión en el pecho. El que la onda me hubiera llegado a mi era algo sumamente malo pero el saber que provenía de mi hija favorita, hizo que sintiera como si me faltara la respiración.
Más rápido de lo que padre se tardaría en decir 'rayo' encontré su localización exacta y aparecí a su lado.
La escena que presencie me dejó sin habla y horrorizada.
Calypso, el hijo de Apolo, Will y la hija de Plutón, Hazel estaban junto a mi hija o...lo más correcto seria decir la figura de mi hija, de mi orgullo, en el suelo con un charco de sangre a su alrededor y una semititán y dos semidioses griego y romanos estaban haciendo lo posible por parar la hemorragia.
En ese momento el resto de los semidioses en el cuarto se percataron de mi presencia.

- ¿Alguien tiene un maldito dracma?-logré articular.

Los presentes me miraron con asombro pero rápidamente la hija de Afrodita, Piper, sacó de un bolsillo de sus shorts de mezclilla un dracma y me lo entregó.
Rápidamente agarré una botella de agua que se encontraba en una mesita de noche y aventé un poco de agua a la par que el dracma.
- Iris, contáctame lo mas rápido que puedas con Apolo.- le pedí aunque no pude ocultar la desesperación en mi voz
El rostro durmiente de Apolo se mostró al instante.
- APOLO!- le grité.
Mi medio hermano se sobresaltó y se cayó del sillón en el que estaba descansando.
- Que Hades te sucede Teny!!- me reclamó llamándome así como una pequeña forma de venganza aunque eso me importaba en lo mas mínimo en este instante.
- Apolo, necesito que vengas en este momento.
Al darse cuenta que no le reclame por el sobrenombre, su semblante cambió a uno serio y asintió antes de que yo disipara el mensaje y varios segundos después apareciera a mi lado.
- Atenea, que sucede...- sus palabras se perdieron al notar el cuerpo inerte de Annabeth. Rápidamente sin preguntar se agachó a su lado y levantó su playera a la altura del vientre. Su mano empezó a brillar dorado sobre la herida que se empezó a cerrar y le pidió a las mujeres de la habitación que la limpiaran.
Ellas se llevaron a Annabeth inconsciente al baño y desaparecieron detrás de la puerta.
- ¿Alguien me podría explicar que fue lo que sucedió?- exigió Apolo posando una severa mirada sobre todos. Al final el hijo de Júpiter se digno a responder.
- Annabeth se...bueno, sacó una daga y se acuchilló a si misma en el estómago- explicó con la mirada clavada en el suelo.
Esta fue una de las pocas veces en mi larga vida inmortal que no supe que decir. Luego supe que eso no tenía sentido.
- Conozco a mi hija y se que no es masoquista y mucho menos suicida, no mientas o tendrás que enfrentarte a un castigo del calibre de semejante crimen.- lo acusé perforándolo con mi mirada.
- Jason dice la verdad- sentenció Apolo.
- ¡Tu igual estas mintiendo! ¡Te confabulaste con ellos en mi contra!- le grité.
- Se te olvida que soy el dios de la verdad y puedo detectar la verdad de la mentira.
- Claro, igual que con Octavian- le recordé.
Su mirada se tornó sombría.
- Él en un principio en serio planeaba cumplir sus promesas y al darle mi bendición se propuso el no hacerlo así que, cuando me lo dijo, en ese momento no mentía pero ese no es el asunto en este momento hermana y tu mejor que nadie debería saberlo.- me contestó con una voz madura que hacia varios siglos no le oía. Volteo a ver a Jason animándolo a explicar.
- P...Percy decidió entregarse, Annabeth lo intentó detener y al no lograrlo perdió los estribos. Gritó y sentimos como si una fuerte onda de poder nos golpeara. Luego gritó que si Percy iba de seguro iba morir y que ella no se iba a separar de el incluso en la muerte y, sin que pudiéramos detenerla sacó su daga y se apuñaló- explicó con voz ronca.
Apolo y yo nos volteamos a ver y sin palabras acordamos primero, convocar una reunión de dioses y segundo, declararnos oficialmente en estado de emergencia.

El Plan de Gea (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora