Cinco 

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Los rayos de sol que se filtraban por la persiana llegaron a los ojos de Izzy, haciendo que ésta parpadeara y empezara a despertarse.

Estiró los brazos por encima de su cabeza. Incluso así, sus pies no tocaban el final de la cama. Se había acostumbrado a su tamaño, teniéndolo como una ventaja, pues la gente la veía y en seguida se formaban la idea equivocada de cómo era, tomándola como una adorable y obediente niña de probablemente 14 años.

Al contrario que Zoe (ella si tenía imagen de problemas), la rubia era un pequeño demonio disfrazado.

Se levantó y fue al cuarto de baño. Se miró al espejo.

Tenía el pelo revuelto, parecía un nido de pájaros. Se lo desenredó haciendo muecas de dolor. Si por ella fuera, saldría hasta en pijama a la calle, pero sabía que a sus amigas les daría vergüenza ajena y se irían a la otra acera de la calle, lejos de ella.

Siempre eran así, se picaban e insultaban entre ellas, claramente sin tomárselo en serio porque todas sabían que era en broma. Lo que las tres compartían eran la sinceridad. Eran muy honestas entre sí, y eso hacía que su amistad se fortaleciese.

-Buenos días -dijo entrando a la cocina. Su madre ya se encontraba allí, metida de lleno entre cacerolas y sartenes.

-Buenos días, terremoto -la saludó con una sonrisa. Desde pequeña le había puesto aquel apodo. La chica no se podía ni imaginar lo que había sido tener que criarla, y más ella sola; el cobarde de su padre se fugó cuando se enteró que iban a tener otra hija. Menos mal que su hermana mayor Susan la había ayudado.

Susan...

-Ya te he preparado el desayuno -le puso un plato en la mesa lleno de tortitas y tostadas.

-Qué hambre. Gracias, mamá. -Antes de sentarse le dio un beso en la mejilla. Le encantaba verla sonreír de nuevo, aunque eso suponiese estar horas encerrada en la cocina cuando no estaba en el trabajo.

-¿Tienes planes para hoy? -le preguntó la mujer, secándose las manos en un trapo.

-Si, saldré con las chicas. Creo que esta va a ser mi rutina a partir de hoy -contestó pegándole un bocado a una tostada y otro a una tortita.

-Te vas a atragantar -la avisó-. De todas maneras esa es tu rutina desde siempre –suspiró-. ¿Vendrás para la cena?

-Claro, mamá -dijo Izzy lanzándole una sonrisa-. No me perdería tus platos por nada del mundo.

Sabía que eso le hacía ilusión. Y porque su trabajo estaba lejos y tenia que comer allí, sino estaba segura de que pasaría por casa a preparar la comida.

En ese momento le sonó un mensaje en el móvil. Era de Zoe.

'Estoy abajo. Mueve tu culo que no quiero parecer un vagabundo en tu portal.'

Rodó los ojos y se acabó lo que quedaba de desayuno.

-Todo estaba riquísimo -Iz alabó a su madre-. Sabes que si pudiera me casaría con tu comida.

La rubia se levantó y colocó los platos en el fregador.

-Exagerada -comentó la señora Swart. Abrazó a su hija muy fuerte, como si no la volviera a ver hasta dentro de un mes, aunque la vería por la noche.

-¡Que no! -Se quejó su hija mirándola-. Deberías presentarte a un concurso.

Su madre negó con la cabeza.

-De momento seguirá siendo un hobbie. Quiero centrarme en el trabajo -explicó.

-Está bien. Pero que sepas que ganarías. -Salió por la puerta de la cocina, no sin antes pensárselo mejor y cogerse una tortita para comérsela por el camino.

TOP SECRET! © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora