Dieciocho 

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Zoe se guardó el teléfono en la parte de atrás del bolsillo y llamó a la puerta que tenía ante ella.

Al momento, una regordeta señora con pinta de ser demasiado amable y de las que se pegan a ti como una lapa le dio la bienvenida. En su cara se vio reflejada la impresión de la forma de vestirse de Zoe, pero en seguida fingió recomponerse y sacó su mejor sonrisa.

-¡Hola! Tú debes de ser Zoe -dijo efusivamente tendiéndole una mano.

"¿Dónde me he metido? Debí correr mientras pude", pensó. Con suerte o por desgracia, la echarían antes de lo esperado y así no tendría que lidiar con el crío.

El niño. Ugh. ¡ODIABA A LOS NIÑOS! ¿Por qué no podía haber escogido un trabajo de tarde más fácil dónde pagasen lo mismo? Vale que en la vida se debían hacer sacrificios, pero ya tenía que estar tan desesperada por conseguir dinero como para meterse de niñera.

-¿Qué tal? -preguntó en un intento fallido de ser amable.

-Pasa, pasa, te presentaremos a Liam. -Pasó de sus formalismos y le hizo gestos para que entrase. Era una casa baja normal, bastante acogedora. El interior estaba lleno de cuadros y memorias de la familia.

-Siéntate aquí mientras termino de discutir una cosita con mi marido -salió disparada hacia el pasillo dejándola sola en el salón.

Zoe, que no se andaba con rodeos, se tiró al sofá dejando su bolso negro en el otro lado.

Tal vez debería haberse pintado menos los ojos. Tal vez debería haberse quitado el aro de la nariz. Tal vez debería haberse puesto unos shorts más largos y una camiseta donde no se le transparentase lo de abajo.

En su defensa debía decir que era el bikini.

Escuchó atentamente y captó leves susurros enfadados provenientes de algún lugar cercano de la casa.

Por el rabillo del ojo captó a alguien asomándose al salón. Era el marido. En seguida la mujer estaba detrás de él.

-¡Hola, Zoe! ¡Encantado de conocerte! -Zoe se levantó pero en lugar de estrecharle la mano, el señor la estrujó en un abrazo, haciendo que Zoe no supiese que hacer con sus brazos.

-¿Hola? -le salió más como un quejido. Le hubiese apartado si hubiese sido cualquier otra persona, pero se contuvo por una vez en su vida.

El dinero, se recordó, necesitaba el dinero para escapar de su horrible tía.

-Estamos encantados de saber que tú cuidarás a nuestro pequeño Liam. ¡Liam! ¡Baja a conocer a tu nueva amiga! -me guiñó un ojo. Vi como su mujer lo fulminaba con la mirada.

-¿Roger? ¿Podemos hablar un segundo? -masculló la mujer sin perder su encanto. El marido seguía sonriendo.

-¡No hay nada que hablar, cariño! ¡Es perfecta para Liam! No voy a cambiar mi opinión.

-Si no están conformes sobre cómo soy, o lo que se esperaban, puedo irme sin problema -dijo Zoe.

-Oh ¡no, no! No te muevas de aquí -me señaló. Se asomó a la escalera-. ¡LIAM!

-¡QUE YA VOY! -por la escalera bajó un niño de aproximadamente nueve años. Tenía el pelo cobrizo, recordándole vagamente a alguien. Se paró en el último escalón y le hizo un movimiento de cabeza a Zoe-. ¿Qué hay?

Ésta enarcó las cejas. ¿Es que la edad del pavo ahora llegaba a los nueve?

-Hey.

-Esperamos que te portes bien con ella ¿eh? -le dijo su padre. Liam soltó un 'lo que tú digas' y volvió a su habitación-. Lo que un padre tiene que aguantar. Es por eso por lo que no lo dejamos solo -explicó a Zoe.

TOP SECRET! © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora