En otro idioma

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Simone

He pensado un poco en el hombre de las sonrisas de la primera noche que el Mussolini estuvo en Lou's y he tenido muchas ganas de preguntarle a mi maestro quien es su amigo. Aún así no me he atrevido todavía, principalmente porque ni siquiera sé de dónde viene todo ese interés.

El zumbido de mi teléfono me saca de mis pensamientos, el nombre de Lou aparece en la pantalla e inmediatamente me congelo, Lou solo nos llama cuando tenemos un show privado, y esa clase de trabajos me dan escalofríos. No es como si el cliente fuera a acercarse a mi a menos de 5 metros y con una pared de cristal en medio, pero aún así desnudarse para un completo extraño no es mi idea favorita.

- Dime jefe - contesto
- Kaylie, cariño esta noche te necesito dispuesta, hay un empresario extranjero como invitado y te ha solicitado para un show privado - lo sabía

- ¿Me solicitó a mi? - pregunto - ¿cliente habitual?

- No nena, este hombre solo nos ha visitado una vez, pero su asistente dice que quiere verte otra vez

- Vale estaré ahí - y finalizo la llamada. Quién demonios puede estar pidiendo por mi si apenas me ha visto una vez, es realmente absurdo.

Faltan tres horas para mi show y Mic toma su día libre hoy, así que la llamo para que me ayude con el maquillaje y el cabello, cuando llega le explico la llamada de Lou y nos lanzamos en una larga perorata de especulaciones sobre el cliente de esta noche.

- Sabes que no puede tocarte - me tranquiliza Mic cuando expreso mi preocupación sobre el desconocido.

- No pero me verá sin ropa, es suficiente para preocuparse

- Mon, un montón de extraños nos han visto así, estar desnuda ya no significa lo mismo

- Es cierto - suspiro - pero la intimidad de estar desnuda y a solas con alguien, es diferente

- Te comprendo nena, he estado ahí y tampoco me gusta - dice - pero paga la renta y los gastos, es difícil encontrar un nuevo empleo

- Odio que tengas razón

Cuando termina de maquillarme y peinarme faltan quince minutos para que llegue el auto así que me visto con un pantalón de broches a los lados sobre pantalones cortos ajustados, top negro y una chaqueta a juego. Toda mi ropa del pub es ropa diseñada para arrancarla de mi cuerpo sin romperla.

Cuando llego a Lou's, Kristin me conduce a uno de los privados en donde Lou me espera.

- Niña mueve tu trasero - dice - Te esperan

Entro en la jaula de cristal y me llevo una increíble sorpresa que espero no se note detrás del antifaz. Es el acompañante que trajo Mussolini la primera noche que estuvo aquí.

- Hola nena - dice con la misma sonrisa juguetona del primer día, su acento extranjero tiene un efecto instantáneo y mi cuerpo se enciende involuntariamente, no puedo creer que sea él - Soy Austen Gundersen - se presenta - ¿y tú?

Una pared de cristal me separa de este intrigante hombre y aún así siento como si tarde o temprano pudiera acercarse a mi.

- Kaylie - digo deseando decirle mi nombre real. Nunca había ocurrido nada parecido con un cliente, pero este hombre era diferente: podía notar respeto en sus ojos color marrón profundo bajo unas cejas pobladas pero tan perfectamente delineadas que hicieron que me pregunte si se las depilaba. Su cabello era otro asunto, corto pero rizado al extremo y de color castaño, enmarcaba sus perfectos rasgos afilados que encerraban una sonrisa misteriosa e intrigante.

Pensando en sus perfectos rasgos y su cuerpo entrenado comienzo a bailar al ritmo de Running on Sunshine de Jesus Jackson, sus bellos ojos se clavan sin pudor en cada parte de mi cuerpo que voy descubriendo, mi ropa comienza a viajar por la jaula de cristal arrancada con ferocidad de mi cuerpo en cada paso, Austen me mira, me mira y me vuelve a mirar. Me sonríe con la simplicidad de alguien que te conoce aunque apenas nos hemos visto, su mirada me busca y cuando me encuentra, me desarma. Me regaño a mi misma por estos pensamientos, ¿qué ocurre conmigo? Ni siquiera sé si Austen es al menos un nombre...

Café, Cigarrillo y VersoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora