Joderrrrr.

125 11 2
                                    

- Debo estar súper estúpida para hacer esto...
- ¿Me darás una oportunidad?.
- Sí, supongo que si.
Eric me tomo en brazos cargándome y dándome vueltas junto con él, ambos reímos cuando yo maldije. Me dejo en el suelo y cuando iba a besarme me aparté y corrí a la cocina.
- Entonces.... ¡A desayunar!
Comencé a sacar cubiertos para ambos y sentí detrás de mi a Eric, sus brazos me rodearon la cintura y aspiró el aroma de mi cabello.
Suspiré y comenzamos a caminar tal cómo estábamos hacia la mesa del comedor. Pensé que me iba a soltar pero en vez de eso, me sentó sobre él causándome que me pusiera nerviosa. Ay diosito, solo tenia una camisa que ni siquiera era mía y casi nada debajo.
- Oye, no crees que estas yendo...- comenzó a besar mi cuello.-...rápido.
- No, ¿por?.
- Joder Eric, no es que no me encante estar en tu regazo con tan poca ropa pero quiero desayunar.
- Entonces vamos a desayunar.
Eric tomó una cucharada de uno de los chocolates calientes que había en el vaso y lo metió en mi boca, esto ya lo habíamos hecho antes solo que sin que yo estuviera en su maldito regazo.
-¿Está bueno?.
- ¡Delicioso!.
- ¿Puedo probar?.- asentí después de que me diera otro pedazo. Lo sorprendente fue que en vez de agarrar una cucharada, fue directo a mis labios. El tacto de sus labios y el chocolate se sentía cómo el cielo, debo seguir dormida porque se sentía tan bien que casi me desmayo. Un hormigueo pasó por mi cuerpo cuando sentí una de sus manos en mi muslo, ay diosito, yo fui la que dijo que tenia que ganarse mi confianza y aquí estoy, besándolo con chocolate y con una de sus manos en mi muslo. Ambos comenzamos a jadear, yo comencé a tratar torpemente de quitarle su camiseta, no puedo apartarlo, yo quien sabe de donde saque fuerzas ayer pero ahora no.
Me estremecí cuando su mano estaba en mis bragas, jugando con el encaje. ¡Me va a dar un infarto si seguimos así!.
Gemí cuando Eric me tomo en brazos y nos llevaba a su habitación, definitivamente no estaba lista para esto.
- Eric...Para.- aunque le dijera que parara me respondía siempre con un "nope". Me comenzó a dar miedo cuando me aventó sin ninguna vacilación al centro de su cama. Di un grito ahogado cuando sentí su boca en mis piernas, iba subiendo poco a poco dejando un rastro de besos. Ya para que hago algo, se sentía demasiado bien, relajé mi cuerpo para disfrutar de todas sus atenciones a mis piernas, cerré los ojos cuando su boca me comenzó a besar, saqueando mi boca con su lengua, enredando su lengua con la mía. Dios mio, con solo eso me iba a correr.
Alargué mis manos en su búsqueda para atraerlo hacia mi pero al no encontrarlo, mis ojos se abrieron de un solo golpe.
- Vístete mi querida novia, tengo que llevarte a casa.- anunció con voz cantarina desde la puerta y antes de que pudiera decir algo mas, cerró la puerta. Tal como hice yo anoche. Me quedé viendo a la puerta como estúpida aún sin creer lo que me había hecho.
- ¡Joderrrrr, me cago en ti!.- grité a la puerta cerrada. Sí, admito que yo le hice lo mismo ayer pero era por nuestro propio bien, ahora era completamente diferente.
- ¿Cómo piensa que me voy a vestir si mi ropa esta mojada....?.- miré al piso que tenia toda mi ropa bien doblada y limpia.- Hijo de... Si claro, "tu ropa esta mojada", y yo soy pinocho...

Después de la lluvia como siempre, se limpiaba el cielo y estaba tan limpio que no podías dejar de admirar lo bello que era. Ambos salimos de su casa tranquilamente, apenas habíamos dado diez pasos cuando me agarró de la mano, me estremecí y me solté.
-¿Que haces?.- pregunté completamente desconcertada.
- Tomando de la mano a mi novia, ¿por?.
- ¿Novia...?
- Sí.- respondió sonriendo.
- ¿Desde cuando somos novios?.- El rostro de Eric se descompuso a una de total desconcierto.
- ¿Cómo que desde cuando?. Desde hoy por supuesto.
- Oye, oye... Solo dije que te daría una oportunidad, aun no soy tu novia.
- ¡¿Qué?!.
- Pues si, te lo tienes que ganar, así que si todo lo que me dijiste de que me amabas es cierto pues gánate mi confianza, hazte monje porque pues yo no te voy a dar sexo. - Su cara era todo un poema, se podían escuchar los engranajes de su cabeza asimilando la situación y si se arriesgaba o no.
- Si eso es lo que tú quieres... Uh... Yo...- No pude aguantar más la risa y rompí a reír tanto que estaba a punto de llorar.
- ¡Debiste ver tu cara!.- Su gesto cambió de confusión a una de diversión. Me había entendido el juego. Me atrajo hacia él en un abrazo mientras yo me reía muy fuerte.
- No me vuelvas a espantar así, picarona.
- ¡¿Eso qué?! ¡Es divertido verte tu cara hecha un poema! ¡¿Cómo no te voy a espantar sí haces gestos tan graciosos?!.
- Me vas a matar algún día.
- ¡Esa es la idea, guapo!.- reí nuevamente y cuando me tranquilicé dije:
- Pero ya enserio, tienes que ganarte mi confianza si no, te va a ir muy mal, mi niño.
- Prepárate para perder, mi niña.


Del odio al amor hay un solo paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora