Capítulo Siete

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Sentías que te ardía el cuerpo. De repente, como si te hubiera cubierto una lluvia fría, dejaste de sentir deseo y, finalmente, solo sentiste como si flotaras. Aquello debía de haber sido un sueño, pero no te importaba. Lo único que importaba era la profunda satisfacción que te invadía. Sonreíste y cerraste los ojos.

- Jung Min -susurraste al hombre que estaba a tu lado-. No sé qué me has hecho, pero tienes una manos mágicas. Ya no me quema.

De repente, te pusiste a temblar. Ya no estabas a gusto.

- Jung Min, esto no me gusta nada. Tengo frío -dijiste con voz ronca-. ¿Qué me está pasando?

- Es la crema -contestó él-. Se te pasará pronto -añadió tapándote. No dejabas de temblar, así que Jung Min se abrochó los pantalones y te atrajo hacia su cuerpo.

- Así mucho mejor -murmuraste. Jung Min suspiró. Nada más oír su voz, había sabido que aquello iba a ser una fantasía hecha realidad, pero no había sospechado aquello. Planeado por su hermana o por completa casualidad, lo cierto era que aquella mujer estaba bajo su responsabilidad. Lo que acababa de ocurrir lo había cambiado todo. Jung Min se encontraba atrapado en su propia tela de deseo y T/N era la araña.

- En cuanto vi tu foto, supe que serías peligroso -murmuraste mirándolo a los ojos-. Te dije que no había pensado en ti, pero no era cierto. Mi vida se puso patas arriba por una sola foto. No podía permitirlo, pero ahora eres de verdad. Claro que todo esto es solo una fantasía, no puedo dejar que seas de verdad. ¿Lo entiendes?

- Sí, claro -contestó Jung Min confuso.

- Ya estoy mejor, Jung Min. Qué bien se está contigo. ¿No estás cansado de tener solo aventuras de una noche?

- T/N, te tengo que contar una cosa de la crema. Lo que te está ocurriendo es un efecto secundario que...

- Luego -contestaste-. Ahora, T/N está desnudando su alma y... -reíste mientras deslizabas la mano bajo las sábanas y lo acariciabas íntimamente-... su cuerpo también.

Jung Min gimió. Seguías bajo los efectos de la crema. Estabas completamente desinhibida.

- ¡T/N! ¿No me has oído? No sabes lo que haces.

- Claro que lo sé. Seguramente, mañana me arrepienta, pero me da igual –contestaste aferrándote a sus vaqueros cortados hasta que Jung Min se levantó un poco y dejó que se los quitaras. Te colocaste encima de él-. Dime esas palabras de amor hawaianas.

Jung Min se revolvió incómodo al notar cómo su parte más íntima crecía varios centímetros.

- Ano'i... ¿no es eso? ¿Qué quería decir?

Al sentir sus labios tan cerca, Jung Min no pudo evitar deslizar su erección en el interior de tu cuerpo.

- Quiere decir amada, deseada.

- ¿Así que me deseas? Lo sabía. Yo también te deseo, Park Jung Min.

Jung Min gimió. Estaba perdido.

En ese momento, suspiraste de placer, te dejaste caer hacia delante y te quedaste profundamente dormida.

Jung Min se encontraba en una situación nada normal. «No se puede mover si tú no quieres. Control, tienes que ser fuerte», se repitió varias veces.

No podía. Te quitó de encima y se levantó. Su cuerpo protestó con fuerza. Se quedó cerca de un minuto en pie respirando aceleradamente. Dejó de pensar en playas bañadas por la luna y se puso a pensar en el Polo Sur y en tormentas de nieve. T/N. ¿Estaría bien? Se arrodilló a tu lado y te tomó el pulso. Era normal.

Un Novio Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora