Capítulo Cuatro

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Pusiste el intermitente y saliste de la carretera.

- ¿Dónde vamos? -preguntó Jung Min pensando que habías cambiado de opinión y que se volvían a la ciudad. Nada le podía apetecer menos.

- Al supermercado.

- ¿Para convencer al señor Kang Dae vas a cocinar también para él? lo miraste y te reíste con naturalidad. Jung Min se sorprendió.

- No, voy a comprar comida porque habrá que ensayar con la tripa llena, ¿no?

- Sí, claro. ¿Qué tenías pensado? ¿Chocolate? ¿Ostras? La corteza de un árbol africano llamado yohimbina es muy afrodisíaca, pero no creo que la vendan en Seúl.

Aparcaste frente al supermercado y te quitaste la gorra de béisbol.

- ¿Vienes o me esperas?

- Voy contigo. Hacer la compra con mi futura esposa va a ser nuestro primer vínculo de unión. Así te ayudo.

- ¿Por qué? ¿Crees que no sé cocinar? -le espetaste eligiendo un carro.

Una vez dentro, compraste lechuga, tomates y fruta.

- No dudo que sepas cocinar. Si no supieras, no lo harías. ¿No llevas lista?

- ¿Cómo?

- Creía que una mujer que lleva el guión de una relación amorosa en el maletín iría a la compra con una lista.

Llevabas una lista, pero no era la de la compra. No eras tan organizada como él se creía. Precisamente, por eso lo llevabas todo por escrito.

- Bueno, normalmente, la hago, pero hoy solo voy a comprar unas cuantas cosas. ¿Tú sueles hacer la lista de la compra?

- No. La verdad es que me parece un aburrimiento tanta organización. Prefiero picotear aquí y allá como me apetece, como esta granada, fruta de los dioses del Olimpo. Seguro que nunca las has probado.

Su comentario sugería que tu no eras espontánea. Aquello te dolió. Claro que eras espontánea. Bueno, solías serlo antes de que N/M se convirtiera en la reina de la espontaneidad.

- Picotear es de pájaros.

- Acabas de hacer un chiste. No sabía que tuvieras sentido del humor.

- Hay muchas cosas sobre mí que no sabes. A los demás también nos gustaría picotear aquí y allá, pero no podemos porque tenemos responsabilidades.

- Todos las tenemos y las llevamos como podemos, T/N. A mí me encantan los riesgos... ahora.

Te costaba creer que antes no hubiera sido así.

- Seguro que también te gusta escalar y montar en moto.

- He subido a un par de montañas. A veces, la vista que hay desde lo alto merece la pena haberse arriesgado y otras, no. ¿Y tus montañas? ¿Han merecido la pena?

- He tenido que trabajar mucho para llegar donde estoy. Todavía no he llegado a la cima de mi montaña, pero no me asusta arriesgarme para conseguir lo que quiero. Aun así, intento que mi vida sea lo más ordenada posible. No podría ser una especie de vagabundo, como tú.

Jung Min iba a protestar, pero se dio cuenta de que tenías razón. Era un vagabundo, no tenía un hogar ni nada que sugiriera permanencia.

- Bueno, es cómodo y seguro. Una vez que llegas donde quieres, dejas que la vida transcurra como si tal cosa. Se lo vi hacer a mi padre e intenté hacerlo también, pero no pude y no pienso volver a intentarlo.

Un Novio Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora