Capítulo Cinco

178 25 3
                                    

Estuvieron navegando durante media hora en silencio. Jung Min se hizo cargo del barco y tú te dedicaste a repasar tus notas.

1. No permitir, bajo ninguna circunstancia, que Jung Min se tome su papel en serio. Esto es trabajo.

2. Concentrarse en que todo sea un éxito. No salirse del guión trazado. Yo mando.

3. Tomarme el fin de semana como una presentación comercial. Se acabaron las fantasías con Park Jung Min.

¿Se acabaron las fantasías con el hombre que tenías al alcance de la mano, el hombre en el que habías estado pensando buena parte de los últimos meses y las dos últimas horas intensamente? Aquella lista no te servía de nada. La guardaste en el maletín y decidiste que debías hacer otra.

Al cabo de un rato te sorprendiste cerrando los ojos y disfrutando del sol y del viento. Por primera vez en mucho tiempo te permitiste hacer algo que jamás hacías... nada. Pensaste en Jae Hwa, en cómo te había dejado tirada y en los días que habías pasado sola en Hawai. Pensaste en Jung Min, el hombre que había dejado claro que quería un fin de semana de pasión contigo. Era imposible negarte a ti misma que te excitaba, pero no podía ser. Corrías el riesgo de enamorarte locamente de él.

Abriste los ojos al sentir que el barco aminoraba la marcha.

- Creí que estabas dormida.

- Casi -mentiste-. ¿Por qué paras? Al ver la preciosa playa en la que se encontraban comprendiste.

- Además, tengo hambre.

- Ya -contestaste rezando para que se refiriera a los emparedados y no a ti.

- Tranquila, T/N -te dijo bajando del barco y dándote la mano para ayudarte-

Vamos a ir despacio. Esto te está resultando difícil. Me has contratado para hacer un trabajo y te lo estoy poniendo difícil.

- Gracias por comprenderlo -dijiste pasándole la nevera y bajando del barco sin su ayuda.

- Ya te he dicho que pienso cumplir con mi trabajo. Eso no quiere decir que me parezca bien ni que me guste. Sinceramente, no creo que salga bien. Es como leer un libro de sexo y practicar con una muñeca inflable. A mí me parece mucho más útil ponerse manos a la obra.

¿Manos a la obra? no querías ni imaginarte las manos de Jung Min sobre tu cuerpo.

- Pero es asunto tuyo. ¿Has traído una manta?

- Claro que no. Esto es trabajo, no una orgía.

- Para sentarnos, T/N. Tranquilízate.

- Ah, sí, claro. No, no he traído manta. No debo de ser tan organizada como creía.

- ¿Y si comemos en el barco?

- No, se mueve demasiado. Mejor aquí, en esta roca.

Jung Min puso la nevera sobre una roca que haría las veces de mesa, abrió una lata de refresco y te la dio.

- Hoy en día, si tienes dinero suficiente, puedes beber esto en cualquier rincón del mundo, pero sin hielo no es lo mismo -dijo secándose el sudor de la frente con la camiseta-. Hay momentos en la vida en los que el hielo es más que necesario.

Te quedaste mirándolo mientras sentías cómo le resbalaba una gota de sudor entre tus pechos. Te lo imaginaste avanzando por la selva africana cámara en mano. Tragaste saliva y diste un gran trago al refresco.

- ¿Jamón o pavo? -le preguntaste con los emparedados en la mano.

- Me da igual. Todo me va bien -contestó agarrando uno y dándole un mordisco.

Un Novio Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora