Capitulo 5

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El tormentoso ruido de todas las mañanas me despierta una vez más avisándome de que tengo que ir a trabajar. "Bueno, menos mal que es viernes. Tranquila, este verano ya has terminado la Universidad, poco reunirás todo el dinero para la consulta. No te queda nada para conseguir tus sueños."

Mi cabeza le sigue dando vueltas a lo que me dijo Ginebra. "No te cierres al amor... Pero es que suena muy alocado. ¿Tres hombres en el mismo día, son muchos, no?" Decido quitarme ese pensamiento de la cabeza y ponerme las gafas mientras me echo el pelo hacia atrás.

Voy a la cocina y me como una mísera galleta con un vaso de leche. No me apetece hoy nada. Solo quiero que llegue la tarde y salir de fiesta con Ginebra a la noche.

Unos minutos más tarde desenchufo mi móvil y me bajo a coger el autobús. "Debería ir pensandome en sacarme el carnet de conducir". Cuando llego al Pull & Bear veo a Sara y a Natalia. "Qué raro, ha sido puntual por un día."
- Anais, cielo, hoy te toca atender el probador.- me dice mi jefa.
- Vaaale.- respondo cuando dejo mi bolso y mi chaqueta en la taquilla.
Alrededor de las 10 empieza a llenarse la tienda. El otro día sacamos la nueva colección de la ropa de mujer, pero hoy nos ha llegado la de hombre. Veo pasar gente en el probador cada dos por tres y veo una larga cola que termina donde empieza la cola de la caja, mas o menos en la mitad de la tienda. Oigo como una chica que esta en el probador de la derecha de mi mesita me esta llamando.
- Eh tu, nena.- me dice una chica de unos 27 años.- ¿Me puedes traer otros iguales pero de la 38?
- Si, claro, espera.- veo un brazo salir del probador tendiéndome unos vaqueros pitillo. Los cojo y sin prestar mucha atención al girar, estos también giran y, accidentalmente le doy un latigazo con la pernera a un chico que iba a pasar.
- ¡Ahh!- grita el chico tocándose la mejilla.
- Ay, ¡lo siento! ¡Perdon!- exclamo.
- No ha sido tu culpa...- el chico hablaba, pero ni siquiera me miraba.
- Sí, sí lo ha sido... no estaba prestando atencion a lo que hacia.- Seguía sin mirarme.- Oye, ¿realmente me estas escuchando o es que no te importa una mierda lo que digo?
- Perdona... soy muy tímido... y me pongo siempre muy nervioso... y más cuando me hablan chicas guapas... como es el caso.
- Para ser tímido me has dicho un buen cumplido. Perdón por haber sido tan borde.- digo con una sonrisa.
- Eres la primera chica que se alegra de que la diga un piropo. Las demás siempre me ponen mala cara.
- Vaya tontería.
- ¿Te apetecería tomar... algún día un café...? Bueno, puede ser también un batido, o un helado, o una magdalena, aunque engorda... ¡Eso no quiere decir que te este llamando anorexica! Por que estas realmente buena con esas... O sea, quería decir que si no quieres tomar nada no hace falta que tomes algo... ¡Obviamente si quieres tomar algo yo te invito, pero, ¿quieres?!
Giro la cabeza para ver la expresión de la gente. Quieren que les de ya su cartelito con el numero de prendas que llevan, pero la conversación con el chaval de pelo rubio lo impedía.
- Me encantaría, pero ahora tengo que seguir trabajando. Mira, este es mi número...- pongo mi numero en un trocito de papel y se lo doy.- Llámame mañana si quieres y quedamos. Soy Anais.
- Yo Santi... te llamare... y gracias. - se va y veo como va dando saltitos de felicidad.

"Qué guapo es. ¡Pero es tan tímido! Quizás tenga que confiar una vez en los videntes." Este es el primer chico del día: Santiago, guapo, rubio con el pelo hacia un lado, parecido al de Harry Styles hace unos años. Ojos marrón oscuro, labios finos, nariz recta. Tímido.

Se supone que deben ser diferentes unos de otros, si no, ¿que gracia tendría? "Santi, el tímido. Me gusta como suena".
- Guapa, ¿y mis vaqueros?- me pregunta la chica del probador.
- Ay, sí, ¡perdón!
Voy corriendo a la sección donde estaban esos vaqueros y le cojo la 38. Es el ultimo que queda de esa talla.
- Perdona el retraso.
- No tiene importancia.

Qué despiste.

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