Capitulo 7

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Me siento en el sofá tras haber reflexionado sobre el chico al que acababa de conocer, y por fin en paz decido comer. Ya se me ha quedado fría la comida. "Odio tener que recalentar la comida recién hecha". Voy al microondas y la pongo 45 segundos. Cojo el plato y cuando me pongo a comer suena una guitarra eléctrica de fondo haciendo un solo. "¿¡Por qué nadie me deja comer en paz?!" Veo que la persona que llama es Ginebra, así que da igual si me oye hablar con la boca llena. "Intercambiamos hasta la ropa interior, qué más da."

- ¿Si?- digo mientras me meto un cacho de tortilla en la boca.
- Tía, me he caído y me he hecho daño en el pie y en la rodilla. Tengo un moratón morado que cubre toda mi rodilla y me duele un poco al girar el pie. Pero no es nada, solo se me ha torcido. Conozco ese dolor de otras veces. Hoy me da que no voy a poder ir a la discoteca... siento haberte arruinado el plan. Ve con Alexia y Caro, o llama a Marta y a Vanesa, que hace mucho que no quedas con ellas.
- Punto número uno. ¿Estás bien? Segundo. No me has arruinado nada. Podemos pasarlo bien de todas las maneras posibles, y tú lo sabes. Tercero. No me apetece ir a la discoteca con Alexia y Carolina, no me veo yo saliendo a la discoteca con ellas. Y cuarto. Marta se mudo a Badajoz y de Vanesa lo único que sé es que esta en rehabilitación. Ya sabes, por lo de la anorexia.
- Sí, algo me comentaste. Pues... sí, estoy bien, me he puesto una tobillera y cojeo, pero se me pasara en unos dos días. Y... ¿entonces, que hacemos?
- Propongo alquilar unas películas en el videoclub de amor triste mientras comemos palomitas y helado y cuando se acaben las pelis y la comida ver el programa de los videntes mientras nos tomamos un GinTonic y así nos reímos un rato hasta que nos entre sueño.
- Mucho mejor que la discoteca. Parecemos niñas pequeñas.
- Qué tiempos aquellos de cuando éramos adolescentes. Ay, venditos granos.- suelto una risita tonta y sin querer escupo un trozo de pimiento.
- Oye, que tu casi no tenias, no te quejes.
- El tónico de pepino hace milagros.
- ¡Es que luego me dejaba la cara roja!
Me rio unos segundos dándome cuenta de que si llego a tener alguien delante, me vería toda la comida masticada en la boca. "Qué asco me acabo de dar yo misma".
- ¿A que hora estoy en tu casa?
- Ve al videoclub a última hora para que llegues sobre las... Ocho y media una cosa así.
- Oído cocina. Nos vemos.
Cuelgo el teléfono y disfruto de la comida mientras veo La que se avecina. "Cómo me gusta esta serie."

Lavo los platos y me voy a mi armario a decidir lo que me pongo por la tarde y me hago una pequeña mochila para ir a casa de Ginebra. Opto por ponerme unos pantalones cortos vaqueros azul claro rotos con unas medias negras y una sudadera blanca del Pull & Bear con unas Converse rojas altas. Meto en la mochila mi pijama rojo de flores, ropa de cambio, mi neceser con el maquillaje que llevo siempre de viaje, cepillo de dientes, peine, coleteros, un frasco de colonia, cosas de higiene femenina (por si aparece mi tía de rojo, esa que viene cada mes) y el cargador del móvil portable.

Después voy al sofá y como veo que ni hay nada voy a mis grabaciones y pongo un capitulo de Big Bang y luego decido jugar a la Wii.

Voy al baño y guardo las gafas en la funda, y las meto en la mochila. Después, me pongo un poco de Crema BB en la cara y un poco de rímel en las pestañas. Un poco de gloss en los labios y me pongo las lentillas. Me peino y me visto. Móvil, llaves, mochila y dinero. Hoy no llevo el bolso.

Llego al videoclub y decido alquilar Memorias de África, Titanic, Lo que el viento se llevó, Casablanca, La condesa descalza, Los puentes de Madison y Moulin Rouge. Pero por más que busco, no encuentro la película del famoso cabaret. "¡Ah, aquí esta!" Al cogerla noto una mano fría que tambien la coje y roza la mía. Miro y aparece un chico muy guapo delante de mi.
- Ay, disculpame, no sabia que tu ibas a coger la misma. Bueno, obviamente, no lo podía saber.- dice.
- No importa. Quédatela tú. Yo llevo unas cuantas.
- No, cógela tú. A mi madre se le había antojado ver la cara loca de Nicole Kidman al cantar, pero no importa.- Me río sin darme cuenta con risa similar a un rebuzno y rápidamente me tapo la boca.- Hey, no hace falta que te calles, me gustaba la risa.
- Ya, claro, como es tan fina...
- Es original. Casi siempre oigo risas de cerdo.- Me vuelvo se reír como un burro, pero su bonita sonrisa me transmite paz y no me tapo la boca.
- Bueno, creo que tu madre tiene mas ganas de ver esta película más que yo. Insisto, cógela tú.
- Bueno, vale, acepto. Pero a cambio, te invito a cenar.
- Bueno, vale, acepto.- le copio con vocecita de niña pequeña.
- Pues, dame tu número y mañana quedamos.- saca su móvil y apunta el móvil que le voy dictando. - Ay, qué bien, ahora seguro que el papel con tu número no se me cae.- Sonríe .- Soy David.
- Yo Anais.
- Precioso. Pues... hasta la noche, Anais, Anais.- dice, imitando la voz del antiguo anuncio de la colonia conocida por llamarse Anais, Anais de Cacharel.

"Qué gracioso es." Tercer chico del día. David, castaño claro, rapado un poco por los lados y abundante cantidad de pelo arriba con un pelín de cresta, ojos azules muy muy claros, casi grises, nariz con caballo, labios normales. Gracioso. David, el gracioso. Le pega mucho.

Ahora, solo queda conocerles y saber... si alguno de esos tres acabara siendo el hombre que me llene.

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