- ¿Vas a pedir otra vez carrilleras?- pregunta Hugo.
- No. Además, aquí no hay.
- Era solo una broma.
- No empecemos con las bromas, vamos al grano.- Me acomodo en la silla. "Ay, me duelen las ingles."
- De acuerdo. Pide, y sabrás todo lo que quieras.
- Besugo a la Marinera.
- ¿Qué?
- Que quiero Besugo a la Marinera.
- ¡Ah!
Hugo pide nuestros platos y el camarero se lleva las cartas.
- Ahora, dímelo todo.
- ¿Qué te digo?
- La historia de tu vida. Y la parte desagradable que me contaste un poco mas detallada.
- Bueno, todo empezó cuando nací. Hubo problemas en el parto, a mi madre la tuvieron que hacer la cesaria. Al cumplir los 7 años, mi madre se hizo una de sus anuales revisiones médicas en su oficina. El médico le dijo que podría tener cáncer, ya que mi abuelo tuvo cáncer de próstata y mi abuela de mama. Ella ya se lo imaginaba, pero nunca le dio gran importancia. Le diagnosticaron leucemia un tiempo después, y entonces murió cuando como ya conté, a los cinco meses del diagnóstico. Mi padre quedó gravemente afectado, no comía, no salía de casa... Ni siquiera nos hacía caso a mi y a Cata, mi hermana. Mi hermana, una chica ya bien desarrollada, muy guapa, empezó a maquillarse, a salir con chicos, a ir arreglada... Una noche llegó más tarde de lo usual, aunque a mi padre bien le importó poco, ya he dicho que éramos invisibles para él. Mi padre, estaba tirado en el sofá, parecía que estaba muerto, y en la mesa que había enfrente del sofá, había muchas botellas de alcohol. Yo no intenté detenerle. No sabía en ningún momento al punto que llegaría. Mi hermana llegó, con una falda negra, unos botines y una camiseta ajustada blanca. Al verla, mi padre, se levantó del sofá y se acercó a ella. El la dijo que estaba guapa, a lo que ella contestó "apestas a alcohol". Mi padre cogió y la arrancó la falda, la cogió en brazos y la llevó a su habitación. Yo oía suplicarle que la dejase en paz, pero como respuesta se oían azotes. En un momento dado miré y grité que la dejase en paz, me lanzó un joyero y me fui a mi habitación. Después de aquello, mi hermana no volvió a salir de casa, eran sus amigos los que venían y cuando estábamos solos en casa. Yo siempre que podía, estaba con mi hermana, abrazándola y cuidándola. El estar solos en casa se hizo diario, y que mi padre la violase, también. Alberto se iba a la hora de comer y no volvía hasta aproximadamente la una de la noche. Iba al cuarto de ella y... ya te imaginas el resto. Entonces llegó la noche en que ella, oyó desde dentro de casa golpes en el rellano. Miró por la mirilla y era mi padre, dándose hostias contra la pared. Mi hermana empezó a llorar y cogió el fijo. Llamó, mi padre entró y al verla la empujó y rápidamente se la llevó al sofá. No pude soportarlo más. Le lancé un jarrón y vino a por mí. Ahora era yo el que estaba siendo maltratado, pero no me importó por que lo hice todo por mi hermana. A los pocos minutos llegó la policía y lo arrestaron. Nos fuimos a vivir con nuestros tíos. Pasados unos años, mi hermana no se estaba metiendo en el buen camino. Una noche llamaron a casa y nos dijeron que estaba en el hospital, que había ingerido un dosis muy alta de LSD y alcohol y que estaba en muy grave estado. Murió. Y hasta ahí puedo decir.
- Siento mucho por todo lo que has pasado.
Sonríe tristemente. Los platos llegan y comemos.
- Quiero que sepas realmente que voy a mostrarme como soy.- dice.
Ahora soy yo la que sonríe tristemente.Me acompaña a casa. Estamos llegando al portal. Vamos cogidos de la mano. Hugo se merece aunque sea un poquito de amor.
- Ya estamos aquí. Te diría si te lo has pasado bien, pero creo que no es la mejor cita del mundo.- ríe.
- No ha sido la mejor, pero si me ha gustado por que he conocido a ese Hugo que se esconde tras esos ojos verdes tan bonitos que tienes. Y te aseguro que me gusta mucho más este Hugo que al que conocí el primer día.
Me mira, con la mirada triste y los labios apretados. Me abraza, y cuando noto que quiere intentar besarme discretamente, agarro su cabeza y le acerco a mí. Nos besamos, y puedo decir que es de los mejores besos que me han dado. Posiblemente, uno de los mas sinceros.
Acaricio su mano por última vez y cierro la puerta del portal. Veo como se aleja. Cojo el móvil, y le escribo.A: ¿Volveremos a vernos?
H: Sorpresa. No hagas planes para el viernes.
A: Entonces ya no es una sorpresa.
H: Cállate."Dulce sabor de tus labios, vuelve a mí."
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Las Cartas
RomanceAnais, una joven de 23 años, ya es independiente. Vive sola en un pequeño apartamento, tiene un trabajo en una tienda de ropa, acaba de sacarse el titulo de psicología y tiene muy buenos amigos. Pero desde su ultima relación, tiene miedo a volver a...