Capitulo 4

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- ¿Amor verdadero? ¿En serio?- le pregunto a Lolita.
- Es lo que dicen las cartas. - asegura la vidente.
- Eres una farsante. ¡El amor verdadero no existe!
- ¡Anais! No te permito que la insultes.- me responde Alexia.
- ¡Me voy!
Cuando doy media vuelta, observo como Alexia deja un billete de 10 en la mesilla y corre tras de mi.
- ¿Por que la insultas?- me pregunta con cara de enfado.
- ¡Por favor, ¿quien se va a creer eso del amor verdadero?!- aseguro.
- Pues hay gente que sí cree en Lolita y en el amor verdadero, ¿sabes? Tienes a un ejemplo delante.
- Mira, vale, lo siento, siento haberla insultado, pero no me creo nada, y lo sabes...
- Creéte lo que te de la gana, pero yo confio en ella, y ha acertado muchas veces.
- Pues sera contigo.
- Mira, vale, respeto que quieras creer eso. Pero mañana te vas a dar de bruces contra la pared.

Le doy un corto abrazo a Alexia y me dirijo a mi casa sola. Me había aprendido el camino sola. Subo a mi piso y cuando voy a entrar, esta Ginebra delante de mi puerta. Me ve y sale corriendo a darme un abrazo, de esos que duran eternamente, de esos en los que no puedo evitar a veces llorar, de esos en los que hacemos soniditos raros, como de cachorros.
- ¿Que haces aquí? ¿Habíamos quedado?- pregunto, confusa.
- No, no. Pero como te escribía por lo de la vidente y no respondías pensé que te habría pasado algo, y me he asustado.
- Ah, no. Tranquila, es que acabo de salir.
- Pues ale, cuenta.

Abro la puerta de mi casa y la invito a pasar. Se sienta en el sofá mientras la abro un vaso de Cafe Latte de chocolate que tanto le gusta. Ella bebe mientras le explico que ha pasado en el salón de Lolita.
- ¿Tres tíos y encima amor verdadero? Tía, no te cierres al amor. Es el deseo de toda chica. Tener tres chicos. - pega un salto en el sofá y casi tira la bebida.
- Ni tengo ahora tres tíos, ni los voy a tener mañana, ni pasado... ¿sigo?
- Pues yo voy a confiar en lo que dice Lolita. No te cierres, en serio...
- Es que tres tíos en el mismo día son muchos chicos.
- Para ti no. Eres preciosa, y todos están por ti.
- Eso no es cierto...
- ¿Qué me dices de Lucas, el de abajo?
- Sólo somos amigos.
- Ya, pero yo sé como te mira.
- ¿Ah, si? ¿Como me mira?
- Te mira con cara de pánfilo.
- ¡Pobrecito!
- Mira, sólo te lo diré una vez más. No cierres la puerta del amor.
- Vaaaaaaaaale....- respondo, cansada.
- Dame un abrazo, anda, que me tengo que ir.
Nos damos otro cálido abrazo y cierro la puerta. Quizás Ginebra tenga razón. "No cierres la puerta del amor, Anais"

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