Capitulo 12

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- ¿Qué quieres, Hugo?- pregunto.
- Quiero que oigas mi versión.
- No hay versión para eso. Se nace con un carácter, no se puede arreglar.
- Sólo quiero que me escuches un momento. Si luego no me crees, entonces te dejaré en paz.
- Tienes dos minutos.
- A ver...- se levanta del banco y mira hacia el suelo.- Mi madre se llamaba Flor, y mi padre Alberto. Cuando tenia 11 años, a mi madre le diagnosticaron leucemia. Murió a los cinco meses del diagnóstico. Mi padre, afectado, empezó a cambiar. Se volvió alcohólico, y cuando llegaba a casa súper tarde por las noches, abusaba de mí y de mi hermana mayor, Catalina, que por aquel entonces tenía 14 años. Un día asustada y demasiado maltratada tanto físicamente, como psíquicamente, llamó a la policía, cosa que nunca me atreví a hacer yo por que a pesar de haberse comportado así, le quería. Era mi padre... la policía llegó en el momento que mi padre me estaba violando. Lo arrestaron. Mi hermana y yo empezamos a vivir con nuestros tíos, y Catalina empezó a meterse en el mundo del alcohol y las drogas. Murió de sobredosis. Por entonces yo ya tenía 13 años, y decidí no volver a coger cariño por nadie, para no sufrir. Había perdido a las tres personas más importantes para mí. Decidí volverme chulo, orgulloso, violento y a veces borde, para que nadie quisiese fiarse de mí. Pero debajo de ésta camiseta y esta chupa, Anais, se esconde un chico sensible, romántico y cariñoso. Posiblemente alguna vez saque al Hugo chulo, pero estoy dispuesto a sacar mi verdadero ser e intentar ser sociable, por que realmente quiero conocerte.
- ¿Quién era el niño pelirrojo entonces con el que estabas cuando te conocí?
- Mi primo...
- ¿Por qué mentiste?
- No lo sé, estaba muy nervioso. Ahora, si quieres que me vaya dímelo.
Lo miro a los ojos, y me fundo en su precioso color verde. Mira sincero. Me acerco, le agarro de la camiseta y lo acerco bruscamente hacia mí y lo abrazo.
- Lo siento...- susurro.
- Gracias...
Me mira y me dice:
- Comemos... ¿mañana?
- De acuerdo.- sonrío y le doy un beso en la mejilla.
- Te recojo mañana a la misma hora de hoy. Iremos a otro restaurante.
- Lo suponía. Habrás tenido que pagar la comida de hoy sin ni siquiera haber probado bocado.
- No importa.
- Bueno, yo me tengo que ir.
- Vale, preciosa.
- Tu también eres muy guapo.
Me sonríe y da media vuelta. Subo las escaleras y me tiro unos segundos sobre el sofá. Se me cae una lágrima. Recuerdo que he quedado con David y me pongo a pensar en que me pongo. Me decanto por un vestido negro con solo una manga y la parte izquierda con... ¿semi-palabra de honor? No sé definirlo, pero es igual. Tiene en la parte de las caderas un óvalo rojo granate. Me pongo unos zapatos de salón negros. Me peino echándome el pelo hacia el lado izquierdo, y cogiendo un mechón del derecho me hago una trenza. Cuando la termino, me la echo hacia el lado izquierdo y la sujeto con un prendedor. Me hago la raya egipcia, una sombra de ojos negra, rímel, corrector de ojeras, colorete melocotón y pintalabios rojo granate.

Suena el telefonillo. Es David. Bajo.

- Hola, guapa.- dice él. Dos besos.
- Hola.
- ¿Nos vamos?
Asiento con la cabeza y me monto en su coche. Llegamos a un edificio y subimos en el ascensor hasta el segundo piso. Letra B.
- ¿Y... dónde piensas cenar?
- Aquí. Bienvenida a mi casa.
Le miro a los ojos, y sin haber dirigido apenas palabras con el, siento una confianza tremendamente enorme y decido pasar.

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