Llego a casa de Ginebra. Me saluda con un abrazo y me invita a pasar. Llevo mi mochila a su habitación y vuelvo al salón. Ya la veo sentada en el sofá impaciente por saber si la vidente habría acertado en la primera parte de su predicción.
- Ahora dime cómo ha sido tu día. ¿Acertó?- pregunta Ginebra.
- Sí. Cada uno son de su padre y de su madre. ¡Qué diferentes son todos!
- Cuenta, cuenta.
- El primero ha sido Santiago. Santi. Lo he conocido trabajando en el probador. Le di sin querer un latigazo con la pernera de unos pantalones en la cara. Es rubio y con ojos marrón oscuro. Y es súper tímido.
- Ais, ya sabes que a mí los rubios no me suelen ir mucho.
- Pues casi siempre sales con rubios, eh.
- ¡Es igual! Sigue.
- El segundo ha sido Hugo. Lo conocí a la hora de comer. Se coló una pelota de tenis en casa y cuando el niño vino a recogerla apareció el. Es su hermano mayor. Morenazo de ojos verdes. Es un poco chulito, pero le da un toque de buena autoestima. No es una chulería excesiva.
- Quédate con Hugo, por favor.
- Ya sabes que a mí me encantan los morenos de ojos verdes, pero quiero dar una oportunidad a todos.
- Bueno, continúa.
- Y por último ha sido David. Nos hemos encontrado en el videoclub. Iba a coger la misma película que yo y de repente nos pusimos hablar. Castaño claro. Tiene los ojos azules, casi grises. Es muy gracioso.
- La verdad es que todos parecen así a primera vista un buen partido. Te habrán pedido el número, ¿no?
- Sí, sí. Mañana quedaron en que me llamarían. Con Hugo se supone que hemos quedado para comer, con Santi para tomar un café, y con David para cenar.
- Ay, que guay. Parece que han hablado entre ellos para ponerse de acuerdo. Bueno, basta ya de cháchara. Date una ducha si quieres, luego voy yo y así hacemos tiempo. Vamos a cenar un poco de pizza para que nos entren las palomitas y el helado. Ah, y yo te aconsejaría que te quitases las lentillas. Cuando te entre sueño será más fácil quitarte las gafas.
- Como usted ordene mi capitana.Voy al baño y me quito poco a poco la ropa. Voy un momento a coger la caja de las lentillas y las meto con cuidado. Siento una agradable sensación al notar el agua templada recorriendo mi piel. Hago masajes en mi cuero cabelludo con la espuma del champú. Recuerdo mi obsesión. Mi madre adoraba la comodidad del pelo corto, por eso siempre le decía a la peluquera que me lo cortase por las orejas. Pero en el instituto me lo empecé a dejar largo. Estaba obsesionada. Me acuerdo que miraba todo el rato trucos para que el pelo creciese más rápido. Y al fin lo conseguí. Mi larga melena por debajo del ombligo.
Me lavo el cuerpo con el gel, me aclaro el pelo de la crema suavizante y salgo de la ducha. Me seco un poco el pelo con la toalla y hago lo mismo con el cuerpo. Me pongo las gafas y el pijama, y voy al salón, donde está Ginebra sentada esperando.
- ¿Ya estás? Ahora voy yo, no tardo nada.
Ginebra se levanta y entra en el baño. Me pongo a mirar algo en la tele, y aparece Érase una vez. Pero son capítulos repetidos. Ya los había visto. Mi móvil empieza a vibrar, me acerco un poco a la mesa a mirar quién es. No está agregado.
- ¿Anais? - dice la voz.
- ¿Quién eres?
- Soy Hugo, el de esta mañana. O tarde. Como quieras llamarlo.
- Ah, sí, hola.
- Te llamaba para quedar... no me esperaba hasta mañana.
- Ah, pues... no sé, di tu la hora.
- Te recojo si quieres a las 2 y media en tu casa. Dame la dirección y vamos juntos. Te llevo en coche.
- Vale, como quieras.
Le doy la dirección y oigo el clic de un bolígrafo.
- Perfecto. Me muero de ganas por que veas mi traje, me queda genial, vas a quedarte impresionada. Broma. Me muero de ganas por verte. No puedo quitar tus ojos de mi mente.- dice Hugo.
- Yo también tengo ganas de que quedemos. Hasta mañana.
- Adiós, princesa."¿Por qué les gusta llamarnos princesa?"
- ¡Ya estoy aquí!- grita mi mejor amiga.- ¿Saco la pizza, no?
Asiento con la cabeza y a los dos minutos trae dos platos con 3 porciones de pizza de jamón y queso y al dejarlos, vuelve y trae unos vasos. Terminamos de cenar, y nos ponemos a hacer las palomitas y a sacar los helados. Apagamos la luz y ponemos las películas. Nos tiramos viéndolas hasta las 5 de la mañana, más o menos, hasta que me doy cuenta de que sus ojos verdes están cerrados y que yo, también necesito dormir.Mañana será otro día.
ESTÁS LEYENDO
Las Cartas
RomantikAnais, una joven de 23 años, ya es independiente. Vive sola en un pequeño apartamento, tiene un trabajo en una tienda de ropa, acaba de sacarse el titulo de psicología y tiene muy buenos amigos. Pero desde su ultima relación, tiene miedo a volver a...