En qué se apoya una hipótesis científica

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Una hipótesis de contenido fáctico no sólo es sostenida por la confirmación empírica de

cierto número de sus consecuencias particulares (p. ej. predicciones). Las hipótesis científicas

están incorporadas en teorías o tienden a incorporarse en ellas; y las teorías están

relacionadas entre sí, constituyendo la totalidad de ellas la cultura intelectual. Por esto, no

debiera sorprender que las hipótesis científicas tengan soportes no sólo científicos, sino también extracientíficos: los primeros son empíricos y racionales, los últimos son psicológicos

y culturales. Expliquémonos.

Cuanto más numerosos sean los hechos que confirman una hipótesis, cuanto mayor sea la

precisión con que ella reconstruye los hechos, y cuanto más vastos sean los nuevos

territorios que ayuda a explorar, tanto más firme será nuestra creencia en ella, esto es, tanto

mayor será la probabilidad que le asignemos. Esto es, esquemáticamente dicho, lo que se

entiende por el soporte empírico de las hipótesis fácticas. Pero la experiencia disponible no

puede ser considerada como inapelable: en primer lugar, porque nuevas experiencias pueden

mostrarla necesidad de un remiendo: en segundo término, porque la experiencia científica no

es pura, sino interpretada, y toda interpretación se hace en términos de teorías, motivo por

el cual la primera reacción de los científicos experimentados ante informaciones sobre hechos

que parecerían trastornar teorías establecidas es de escepticismo.

Cuanto más estrecho sea el acuerdo de la hipótesis en cuestión con el conocimiento

disponible de mismo orden, tanto más firme es nuestra creencia en ella; semejante

concordancia es particularmente valiosa cuando consiste en una compatibilidad con

enunciados de leyes. Esto es lo que hemos designado con el nombre de soporte racional de

las hipótesis fácticas. Este es, dicho sea de paso, el motivo por el cual la mayoría de los

científicos desconfían de los informes acerca de la llamada percepción extransensorial, porque

los llamados fenómenos psi contradicen el cuerpo de hipótesis psicológicas y fisiológicas

bien establecidas. En resumen, las teorías científicas deben adecuarse, sin duda, a los hechos,

pero ningún hecho aislado es aceptado en la comunidad de los hechos controlados

científicamente a menos que tenga cabida en alguna parte del edificio teórico establecido.

Desde luego, el soporte racional no es garantía de verdad; si lo fuera, las teorías fácticas

serían invulnerabes a la experiencia. Los soportes empíricos y racionales de las hipótesis

fácticas son interdependientes.

En cuanto a los soportes extracientíficos de las hipótesis científicas, uno de ellos es de

carácter psicológico: influye sobre nuestra elección de las suposiciones y sobre el valor que

le asignamos a su concordancia con los hechos. Por ejemplo, los sentimientos estéticos que

provocan la simplicidad y la unidad lógica estimulan unas veces y otras obstaculizan la

investigación sobre la validez de las teorías. Esto es lo que hemos denominado el soporte

psicológico de las hipótesis fácticas; a menudo es oscuro, y no sólo está vinculado a

características personales, sino también sociales. 

Lo que hemos llamado soporte cultural de las hipótesis fácticas consiste en su compatibilidad

con alguna concepción del mundo, y en particular, con la Zeitgeist prevaleciente. Es obvio

que tendemos a asignar mayor peso a aquellas hipótesis que congenian con nuestro fondo

cultural y, en particular, con nuestra visión del mundo, que aquellas hipótesis que lo

contradicen. La función dual del soporte cultural de las conjeturas científicas se advierte con

facilidad: por una parte, nos impulsa a poner atención en ciertas clases de hipótesis y hasta

interviene en la sugerencia de las mismas; por otra parte, puede impedimos apreciar otras posibilidades, por lo cual puede constituir un factor de obstinación dogmática. La única

manera de minimizar este peligro es cobrar conciencia del hecho de que las hipótesis

científicas no crecen en un vacío cultural.

Los soportes empíricos y racionales son objetivos, en el sentido de que en principio son

susceptibles de ser sopesados y controlados conforme a patrones precisos y formulables. En

cambio, los soportes extracientíficos son, en gran medida, materia de preferencia individual,

de grupo o de época; por consiguiente, no debieran ser decisivos en la etapa de la

comprobación, por prominentes que sean en la etapa heurística. Es importante que los

científicos sean personas cultas, aunque sólo sea para que adviertan la fuerte presión que

ejercen los factores psicológicos y culturales sobre la formulación, elección, investigación

y credibilidad de las hipótesis fácticas. La presión, para bien o para mal, es real y nos obliga

a tomar partido poruña u otra concepción del mundo; es mejor hacerlo conscientemente que

inadvertidamente.

La enumeración anterior de los tipos de soportes de las hipótesis científicas no tenía otro

propósito que mostrar que el método experimental no agota el proceso que conduce a la

aceptación de una suposición fáctica. Este hecho podría invocarse en favor de la tesis de que

la investigación científica es un arte. 

La ciencia. Su método y su filosofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora