Extensibilidad del método científico

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Para elaborar conocimiento fáctico no se conoce mejor camino que el de la ciencia. El método

de la ciencia no es, por cierto, seguro; pero es intrínsecamente progresivo, porque es autocorrectivo:

exige la continua comprobación de los puntos de partida, y requiere que todo

resultado sea considerado como fuente de nuevas preguntas. Llamemos filosofía científica

a la clase de concepciones filosóficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que

nos permite: a) plantear cuestiones fácticas "razonables" (esto es, preguntas que son

significativas, no triviales, y que probablemente pueden se respondidas dentro de una teoría

existente o concebible); y b) probar respuestas probables en todos los campos especiales del

conocimiento.

No debe confundirse la filosofía científica con el cientificismo en cualquiera de sus dos

versiones: el enciclopedismo científico y el reduccionismo naturalista. El enciclopedismo

científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los resultados más generales

de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos, y preferiblemente

formulándolos todos en un único lenguaje (p. ej., el de la física). En cambio, la filosofía,

científica o no, analiza lo que se le presente y, a partir de este material, construye teorías de

segundo nivel, es decir teorías de teorías; la filosofía será científica en la medida en que

elabore de manera racional los materiales previamente elaborados por la ciencia. Así es como

puede entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico.

En cuanto al cientificismo concebido como reduccionismo naturalista —^y que a veces se

superpone con el enciclopedismo científico como ocurre con el fisicalismo—, puede

describírselo como una tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las

técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas,

irreductibles, de cada nivel de la realidad. El cientificismo radical de esta especie sostendría,

por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema físico-químico (o, a lo sumo,

biológico), de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente mediante

la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase. En cambio, la

filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada campo, con la única

condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales del método científico en

lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera es como puede entenderse

la extensión del método científico a todos los campos especiales del conocimiento.

Pero también debería emplearse el método de la ciencia en las ciencias aplicadas y, en general,

en toda empresa humana en que la razón haya de casarse con la experiencia; vale decir, en

todos los campos excepto en arte, religión y amor. Una adquisición reciente del método científico es la investigación operativa (operations research), esto es, el conjunto de

procedimientos mediante los cuales los dirigentes de empresas pueden obtener un fundamento cuantitativo para tomar decisiones, y los administradores pueden adquirir ideas

para mejorar la eficiencia de la organización'". Pero, desde luego la extensión del método

científico a las cosas humanas está aún en su infancia. Pídasele a un político que pruebe sus

afirmaciones, no recurriendo a citas y discursos, sino confrontándolos con hechos

certificables (tal como se recogen y elaboran, por ejemplo, con ayuda de las técnicas

estadísticas). Si es honesto, cosa que puede suceder, o bien: a) admitirá que no entiende la

pregunta, o b) concederá que todas sus creencias son, en el mejorde los casos, enunciados

probables, y a que sólo pueden ser probados imperfectamente, o c) llegará a la conclusión de

que muchas de sus hipótesis favoritas (principios, máximas, consignas) tienen necesidad

urgente de reparación. En este último caso puede terminar por admitir que una de las virtudes

delmétodo de la ciencia es que facilita la regulación o readaptación de las ideas generales que

guían (o justifican) nuestra conducta consciente, de manera tal que ésa pueda corregirse con

el fin de mejorar los resultados.

Desgraciadamente, la cientifización de la política la haría más eficaz, pero no necesariamente

mejor, porque el método puede dar la forma y no el contenido; y el contenido de la política

está determinado por intereses que no son primordialmente culturales o éticos, sino

materiales. Por esto, una política científica puede dirigirse a favor o en contra de cualquier

grupo social: los objetivos de la estrategia política, así como los de la investigación científica

aplicada, no son fijados por patrones científicos, sino por intereses sociales. Esto muestra a

la vez el alcance y los límites del método científico: por una parte, puede producir saber,

eficiencia y poder; por la otra, este saber, esta eficiencia y este poder pueden usarse para bien

o para mal, para libertar o para esclavizar.

La ciencia. Su método y su filosofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora