Capítulo 43: ¿Pero qué cojones...?

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Después de un tiempo hablando de cosas sin sentido y de reírnos de todas las tonterías que decíamos, decidimos que debíamos reunirnos con nuestros amigos. Cogimos las sábanas manchadas de sangre y las metimos en una bolsa grande de plástico. Había una tintorería cerca del apartamento, de camino a la playa, así que llevaríamos allí las sábanas y haríamos la cama con las que había de repuesto en el armario. Pero al bajar al coche, nos encontramos con un problema.

-Dylan, esto no cabe.- ¿por qué estaba teniendo un dejavù?

-¿Cómo que no?

-Tenemos aquí quinientos trastos y las sábanas no caben.

Volví a empujar la bolsa al fondo del maletero con todas mis fuerzas, pero el coche que habíamos alquilado era enano, y allí teníamos cosas de la playa que no nos cabían en el apartamento.

-Pues lo metemos en los asientos de atrás.

Cogió la bolsa con las sábanas y la metió en los asientos traseros.

El trayecto fue corto, y en seguida me vi abriendo las puertas de atrás, intentando sacar las bolsas.

-¿_______?

<<Mierda>>

-Hola, Luna. ¿Qué haces aquí?

-Desayunar con el resto, como dijimos a Dylan que haríamos- contestó señalando con la barbilla una mesa de una cafetería. Efectivamente, allí estaban todos, sentados, charlando animadamente. - Os he visto y venido para avisaros.

-Ah...vale, gracias- saqué mi sonrisa más falsa y miré a Dylan, para que interviniese. -Ve yendo, Dylan, yo ahora voy.

Él asintió y se llevó a Luna. No había tanta confianza con ella como para confesarla que acabábamos de hacerlo por primera vez y que las sábanas de nuestro coche estaban manchadas con mi sangre. Saqué la bolsa y me fui prácticamente corriendo de allí. Entré en la tintorería deprisa.

-Hola, vengo a traer unas sábanas blancas manchadas de sangre. Se podrán quitar bien, ¿no?

Ella me miró con cara extraña y cogió la bolsa para acercarla al otro lado del mostrador.

-30.

-¿30 qué? ¿Euros?

-Sí

-Por dios, sólo son unas sábanas.

-Con sangre, eso es muy difícil de quitar.

-Pero 30 es mucho.

-25, o lo toma o lo deja.

Me sentía como en un mercadillo de pueblo, regateando con el vendedor para que no me desplumase. Acepté a regañadientes y le pagué en efectivo.

-¿Cuánto tardarán?

-En un par de días lo tendrá listo.

-Está bien, aquí estaré.

Cogí mi bolso y me di la vuelta, dispuesta a irme de allí, aunque algo indignada por el precio. Pero al girarme hacia la puerta, me encontré con Tyler.

-______, ¿qué haces aquí?

-Ty...hola. Es-estaba trayendo las sábanas de mi cama...las he manchado de...de tomate frito y eso es difícil que se vaya....ya sabes...

-Ya, y la sangre también, ¿no?

-Cómo dices?-tragué saliva, intentando deshacer el nudo que tenía en la garganta. Las manos empezaban a sudarme.

-Te he oído. Le has dicho a la dependienta sangre. ¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo?- dijo acercándose más aún. Me estaba empezando a agobiar.

-¿Qué? No. Dylan nunca me tocaría.

-¿Y entonces por qué...?- entonces se quedó callado.

-Vamos a salir, no quiero hablar aquí dentro.

Salimos y nos sentamos en un banco que había a la vuelta de la esquina.

-¿Lo habéis hecho no?- no me dejó responder- ¿Por qué no me lo has dicho? Somos mejores amigos, ______, no nos mentimos, y menos aún sobre estas cosas. Te está cambiando. Nos está separando.

-¿Pero qué dices? Tranquilizate, Ty. No te lo he dicho porque sabía como ibas a reaccionar. Porque...porque oí lo que me dijiste en el metro, Tyler.

Él se quedó mudo. Me miró dolido y sorprendido a la vez. Abrió varias veces la boca, hasta que por fin habló.

-¿Por qué no me dijiste nada?

-No quería que nuestra amistad se estropease.

Tenía un nudo en la garganta y me dolía mucho la cabeza. Me acerqué a él y le di un abrazo. Él se sorprendió, pero en seguida me achuchó aún más fuerte. Estuvimos así un rato, hasta que me separó dulcemente.

-Me...dejas darte un beso?

-Ty...

-Tan solo uno, para despedirme de estos sentimientos hacia ti, y verte como una amiga.

Su explicación no me convencía para nada, pero en aquel momento me daba mucha pena, y con aquellos ojos de cachorrito indefenso, podría haber conseguido casi cualquier cosa de mí. Asentí lentamente, preparada para darle un pequeño pico a mi mejor amigo y separarme corriendo, antes de que fuese más extraño. Él juntó sus labios, con los míos, durante unos segundos, y luego me aparté. Le sonreí y le cogí de la mano, quería que todo fuese bien a partir de ese momento.

-¿Pero qué cojones esta pasando aquí?

Me giré asustada y vi a Dylan mirándonos con cara de cabreo.

NO ME ODIEIS, NO ME ODIEIS, PLS, Y a rayis tampoco. Y a Ty tampoco. Wno, haced lo que querais, ed normal que nos odieis a los tres. Había que darle chicha al asunto, sorry. Dentro de poco subiré otro, se que este ha sido corto. Espero que os guste, besos.

Entre el odio y el amor (Dylan O'Brien y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora