*PRÓLOGO*

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Las gotas caían del cielo sobre su rostro pálido, mezclándose junto las lágrimas que caían en ese estoico rostro, un rostro que expresaba haber perdido.

-Hermano, es hora de volver a la agencia -puso su mano en el hombro, gesto de apoyo.

-No estoy preparado, Riker, no sabía que hoy se iba, no sabes lo duro que es para mí perderla en este momento - su voz era lúgubre, estaba destrozado.

-Ross, ya hablamos, tienes que olvidarla, yo lo estoy haciendo - desvío su rostro a otro lado.

-Riker, ¡Deja de mentirte! ¡Estas enamorado o incluso ya la amas! ¡Acéptalo de una vez! -gritó histérico el rubio, para luego escucharse su llanto.

-Basta Ross, ya es tarde, hay que aceptarlo -lo miro duramente.

-En eso tienes razón, en la vida hay que aceptar el destino, tarde o temprano, pero lo que te equivocas es en algo... -limpio sus lágrimas y miro ladinamente.

-Que nosotros no aceptaremos esa decisión, vamos a recuperarlas, aunque tendremos que renunciar nuestro trabajo aquí y empezar una nueva vida, como ellas lo harán -levantó su rostro decidido.

Riker se le iluminó su rostro apacible al escuchar esas palabras.

-Volvamos, la tormenta está por empezar, tenemos que completar el horario, luego armaremos un plan, empezando por hallar el nuevo hogar.

-Empecemos -sonrió en rubio.

Los dos oficiales ingresaron a la agencia, sonrientes, mientras atrás de ellos a muchos kilómetros desaparecía el vehículo, donde llevaba a sus otras mitades que unían a sus corazones.

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