*CAPÍTULO 1*

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10 años después

Nueva York, Estados Unidos.

_____

Una suave música clásica se escuchaba en la ambientada habitación, las suaves cortinas blancas balanceaban de un lado a otro gracias al viento que ingresaba en el balcón, las cerámicas eran grises grabadas en ellas unas grietas, hasta perderse en la oscuridad que en ella estaba una cama de dos plazas, unas sábanas amarillas cubrían el colchón y sobre ella unos cabellos castaños esparcidos sobre una esponjosa almohada del mismo color que las sábanas.

—¡Ya me levanté maldita sea! —chillo somnolienta.

Agarro mi celular y reviso la pantalla, pongo los ojos en blanco deslizando el botón verde.

—¡¿Dormida a estas horas _____ Young?! ¡Esta es la sexta llamada de hace una hora! —Gritó la otra voz.

—No mames, por Dios, es fin de semana —cubrí mi rostro con la almohada.

—Yo no tengo fin de semana, estoy trabajando, mi madre llamó preguntando por ti, que no le atiendes hace una semana, ni el primer día que fuiste a tu viaje de negocios.

—Yo no tengo la culpa de tener un jefe insoportable, y tu no deberías llamarme, eres médica —respondí tajante.

—Entonces atiendes las llamadas de mi madre de una maldita vez para que no me encargué de tus responsabilidades personales, hablamos luego, tengo un paciente aquí —se despidió.

—Esta bien, Agus, pero antes que cuelgues quería preguntarte algo — observe la pared blanca.

—Noah está bien, esta muy alegre por haber aprobado Matemática, es un niño muy inteligente, llama a mamá y ella podrá contactarte con él, espera a que regreses a San Francisco cuanto antes —habló tranquilamente.

Suspiro.

—Ahora debo mandar unos correos a mi jefe, me alegro que tu hijo esté bien, llamaré a Grace y le diré que volveré mañana si estas dos últimas reuniones se realizan, te extraño mucho, hablamos luego —me despido.

—Yo también te extraño, hasta luego—cuelga.

Otro día en la cálida ciudad, mejor dicho el octavo día, corrí mi sábanas para ponerme de pie y empezar la mañana casi mediodía, luego de encargarme de mi higiene decidí no prepararme nada y tomar una taza de té.

Revise algunos documentos en el escritorio mientras respondía todas las consultas, armaba los horarios de reuniones e entrevistas en el manual para luego avisar a mi jefe.

Ser asistente administrativa tenía su ventaja.

Administre los importes de las empresas en el correo electrónico para luego mandarlo exitosamente por la Notebook, luego me desconecte para buscar mi falda de cuero negro y mi uniforme blanco gravado el nombre de la empresa y el con el mío.

Agarré de nuevo mi IPhone y marque el número de Grace.

—¡_____! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo andas? —Gritó alegre.

—Buenos días Grace, estoy bien, lamentó por no atender a tus llamadas, estoy ocupada desde que llegue —me senté en el sofá.

—Me alegro querida, y no te preocupes, aún me siento preocupada por ti, pero aún no aceptó esto de los viajes de trabajo, tu sabes, tener que ir en distintos países —dijo pausadamente.

—Lo sé, pero no te preocupes, estoy segura que volveré mañana —elevé mi tono emocionada.

Escuché un grito infantil al otro lado de la línea y sonreí cuando supe quien era.

—Noah quiere hablarte, está emocionado que vuelvas, te lo paso — se despidió.

—¡Tía! ¡¿Vas a volver?! ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Ya estás aquí? —Gritó desesperado.

Solté una carcajada.

—Hola campeón, deja esa emoción, sólo me fui hace unos ocho días, estoy segura que mañana volveré.

—Eso es genial, ¡No sabes mis notas en el instituto! ¿Sabías que las niñas de mi clase no me paran de mirar como si fuera una golosina? ¿Sabes que ya pensé mi futuro cuando sea grande? ¿Sabías que tengo un compañero odioso llamado Dylan que se cree que puede tener el mando en el salón sólo porque está en un estúpido juego de Basket? ¿Sabes que busco un novio para mamá? ¿Sabes...? —le interrumpo.

—¡Hay muchas cosas que quiero saber, mi rubio! ¡Ten cuidado con esas niñas! ¡No quiero a mi sobrino con novia tan temprano! ¡Me haces sentir vieja! —dije molesta.

—¡Pero si ya estas vieja tía, encima no tienes novio, ni tampoco me quieres traer un primo para jugar! ¡Y es asqueroso estar con una niñas chillonas y molestosas!¡ Y no me llames rubio!

—¡No estoy vieja! Tengo sólo 27 años —dije ofendida—No estoy a tiempo de encontrar un tío para ti, pero esperemos que muy pronto, y te llamo rubio porque lo eres —dije tajante.

—¡Vas a cumplir 28 dentro de dos semanas! Tienes que volver de ese aburrido viaje, acá la abuela está preparando algo para ti.

Escuche una un fuerte queja de la otra línea y no sabía si reírme o reclamar que no se preocuparan por mí.

—Hablando de tíos, ese tal James, tu jefe ¿No notaste que ese te anda chamullando? Mira que una vez se te escapó un ojo cuando se saco la camisa adelante de ti en ese día de lluvia, tíaaaa suciaaa... —alargó su tono picaron.

—¡Noah Anthony Gómez! ¡Para ser un niño de 9 años si que sabes! ¡El sucio aquí eres tu por andar diciendo esas atrocidades! ¡Mal criado! —me callé al arrepentirme de lo último.

—¿Quién me mal crio? ¿Mamá o tú? Parece que tendremos que alargar los planes del nuevo primo, tendrás que tener unas clases para criar a mocosos, así como el Shampoo lleva instrucciones —dijo irónico.

—¡Eres un...!— Exclamo furiosa.

—Si quieres ser mamá eso es lo primero que tienes que caducar, mi madre me agarra de las orejas cada vez que digo malas palabras —siguió su parloteo.

—¡Basta! Cuando vuelva el tirón de orejas te lo voy a hacer yo, mocoso rubio, menos mal que no tienes el mal genio de tu pa... —tapé la boca con mi mano cuando casi meto la pata.

—¿De mi quién? ¡Tía! Siempre quedas sin terminar de hablar, no importa, tengo tarea, así que hablamos luego, tía amargada, no creo que encuentres un tío con esa cara de pez Borrón que siempre llevas ¡Adiós! —cortó la línea.

Contuve todo tipo de mal pensamiento por ese mocoso, deje mi iPhone 7 en el escritorio y me concentre en mis papeles.

Pegue un pequeño saltito al escuchar unos golpes de la puerta del cuarto del hotel que me hospedaba.

Me coloque mis tacos agujas de color negro y me acomode mi cabello para luego dirigirme a la puerta y abrirla.

—Buenos días señorita Young —su voz grave y sensual me puso los pelos de punta.

Y es que ese hombre podía hacerte mojar con sólo hablarte, estaba con su traje negro, camisa del mismo color y su corbata roja de seda, su pelo azabache lacio con su flequillo de lado izquierdo con bastante volumen, tez tostada, unos ojos azules lleno de misterio y penetrantes, labios carnosos, nariz respingona con algunas pecas notorias, cejas fruncidas pero de mirada afilada, varonil y sensual, y no más nadie que James Tyler, mi jefe, gerente de la empresa de negocios internacional de California.

—Señor Tyler... —Aspire su aroma refrescante, algún perfume caro— Bu... Buenos días.

—¿Lista para la siguiente reunión? — corrió la manga del saco negro dejando ver en la muñeca izquierda su reloj—son las once y media como me ha comunicado.

—Si señor —busqué en el interior de la habitación las carpetas cargadas de papeles y luego aseguré la puerta con mis llaves—Estoy lista.

—Vamos —Sonrió.

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