*CAPÍTULO 3*

1.2K 37 2
                                    

San Francisco, California

_____

Caminaba por el piso de cerámica blanca empujando la gente que se ponía frente mío buscando rápidamente su boleto de avión o apurarse con sus valijas antes que partan, el aeropuerto estaba muy congestionado por este asunto, y esto me molestaba.

—Oye imbécil, fíjate por donde caminas —grité histérica empujando al hombre.

Este me fulmino mal, cosa que ignore.

Salí por las puertas corredizas hasta llegar en el estacionamiento exclusivo para taxi, ingresé a uno y le indiqué al chofer a la dirección de mi domicilio.

—Grace, ya estoy camino a casa —me comuniqué.

—¡Qué bien! Esperaré por ti —contestó alegre.

Me despedí de mi segunda madre, luego guardé mi celular en mi bolso de cuero marrón claro, busque mi lápiz labial rojo mate y mi espejo, luego de pintarme sonreí al espejo para luego guardar mis cosméticos en mi bolso y cerré el cierre para mirar al frente sonriendo.

Luego de pagar al taxi cuando estacionamos abrí el portón blanco de mi hogar (vivo con los padres de Agus, las dos tomamos la decisión de quedarnos con ellos hasta que tomemos nuestros fines en nuestra vida y decidiéramos trasladarnos a un nuevo hogar propio) caminé por el camino de cemento y piedras hasta llegar a la puerta de madera, tomé una bocanada de aire y abrí lentamente.

—¡Ya llegue! —grité luego de cerrar la puerta.

Unos grandes y rápidos pasos bajaban de las escaleras hasta ver una figura infantil venir corriendo hacia mí.

Noah Gómez (originalmente su apellido Lynch, pero descartamos) es un enérgico niño de nueve años nacido en un frío y húmedo 8 de octubre, que más, era la viva imagen de su padre, cabellos rubios lacios, tez morena, nariz pequeña, y unos ojos color mieles pero con un toque verde en ellos, su carácter es todo lo opuesto a su progenitor, es un pequeño demonio pero muy adorable cuando quiere, lo único que sacó de él era la mirada sería que tenía cada vez que andaba de mal humor y su orgullo cuando se avergonzaba de algo, un mezcla bastante literaria.

Se tiró en un salto a mis brazos y lo rodee fuertemente.

—No sabes cómo te extrañé, campeón—lo bajé para desparramar sus cabellos platinados— pero hay algo que tengo que hacer —le jalé de sus orejas.

—¡Tía bruja! ¡Eso duele! ¡Mamá la tía me está jalando de las ore...! ¡Ay! — solté una carcajada cuando trataba de zafarse de mis cosquillas en su vientre.

—¿Que son esos gritos No...? ¡_____! —se acercó mi mejor amiga para abrazarme.

—Mamá, la vieja está que tengo por tía está loca... —chilló cuando recibió otro jalón de oreja— ¿pero que les pasas las dos que me tienen en su contra? ¡Malas! —bufó molesto.

—Te estás portando mal cuando recibes personas, tengo que ponerte unos castigos y normas para que dejes de hacer eso, por ejemplo sacarte tu nuevo vídeo juegos, la Tablet, tu bicicleta, tu patineta, tu pelota de Fútbol... —siguió la lista.

—¡No mamá! ¡La próxima me portaré bien! —rogó.

—Eso lo dices cuando en verdad te prohíbo algo, nunca lo haces tú mismo —se cruzó de brazos molesta.

—¡Qué bueno volver a verte mi segunda niña! —me abrazó Grace— te estábamos extrañando, debes estar cansada y hambrienta, ya es hora de almorzar —caminamos hacia el comedor y nos acomodamos en la sillas azules para luego probar los alimentos.

—¿Sabían que anoche asaltaron la escuela que está cerca del parque? —habló Agus con su iPhone en su mano.

—Escuchamos la sirena de Policía, menos mal que estaban patrullando —dijo su madre.

—¡Anoche estuve allí! —gritó Noah, lo mire atenta mientras tomaba un poco de agua— la abuela me llevo al parque, estaba jugando a la pelota pero patee tan fuerte que lastime en donde más le duele a un oficial, ya saben —dijo levantando las cejas— ¿Y saben qué? ¡Quiero ser policía cuando sea grande! —quedé helada al escuchar lo que dijo.

—¿Es eso lo que quieres ser? ¿No era un empresario exitoso? —preguntó su madre.

—¡Bah! Ya cambié de opinión, cuando vi esos dos oficiales, que por cierto comentaban en la escuela que han ingresado a la agencia hace unos meses, son los mejores y más fuertes, quiero ser como ellos —levantó la mirada con orgullo— esos dos sí que son fuertes.

Eso me dio una extraña presión en el pecho.

—¿Y los conoces?

—No pero había un hombre que estoy seguro que es muy parecido a mí, y otro también aunque menos alto pero más musculoso —siguió ingiriendo en rubio.

¿Será posible?

Agus se removió algo incomoda, fui la única que note que sus manos estaban temblando al garrar en tenedor.

La opresión era más intensa cada vez que me hundía a los recuerdos.

—Y ahora ¿dónde te escaparas? —rió malicioso.

No respondí, estaba perdida en sus ojos mieles; por Dios esos ojos que cualquiera se derretía, ni hablar de ese cabello...

Deje mis pensamientos cuando él se acercaba lentamente apuntando su arma en mi rostro mientras yo daba pasos hacia atrás al mismo tiempo que él se iba a acercando hasta que me acorralo en el muro, bajo su arma y me saco la bolsa bruscamente de mi mano, sujetó firmemente la cintura dándome vuelta apegándome al muro lastimándome la cara y mis pechos, luego agarro mis brazos colocando atrás mi cintura.

—Oye idiota ¡me lastimas! —jadeé.

—¡Cállate! —gruñó.

Permanecí callada hasta que sentí la esposas ajustando mis muñecas hasta que hice una mueca de dolor.

Después Ross me condujo hasta donde estaba el otro policía que también sostenía a Agus, observé al otro rubio; era más alto que Ross, era igual de fuerte, pero no tan notorio, usa el mismo uniforme y tiene su flequillo que cubría parte del rostro acompañados de unos anteojos negros, mire su etiqueta que tenía escrito: oficial Riker Anthony Lynch.

—¿Que mierda hacemos _____? —me susurró.

—Ya estamos jodidas, no tenemos nada que hacer —me rendí.

—Si hay una manera —susurró coqueta.

—¿Cuál? —pregunté atenta.

—Seducirlos, está para quedarse en la prisión para siempre —se relamió los labios

—Me parecen atractivos —opiné.

—Tú seduce a Ross, y yo al otro—asentí conformada.

—Buena idea —sonreí maliciosa.

¿A quién vas a asesinar con esa sonrisa malévola? —me sacó del transe mi amiga.

—A nadie, recuerdos, nada más, me iré a tomar un baño y descansar, buen aprovecho —me despedí dirigiéndome a mi cuarto.

—¡Tía! —llamó Noah captando mi atención—¿Me llevarás a la biblioteca mañana? —hizo un puchero para que no me negara.

—Mañana a las nueve ¿Te parece?.

—¡Sí! —respondió emocionado.

Me voltee hacia las escaleras para dirigirme a la habitación.

VOLVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora