*CAPÍTULO 16*

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Riker

¿Sacrificar mi orgullo? Pero... ¿cómo? Si siempre fui un hombre así, aparentando no mostrar afecto ni emociones.

Froté mi mandíbula, esto ya era indiscutible, ya había aceptado, no era momento de arrepentimientos.

Tengo que arriesgarme, ya prometí a la madre de la mujer que amo, porque es verdad, estoy loco por ella.

Y los años no afectaron mis sentimientos, es más; la distancia y su ausencia me hizo extrañarla cada día más hasta que al fin la veo.

Y tengo le necesidad de todo.

De abrazarla.

Tocarla.

Besarla.

Hacerla mía.

Pero es tan difícil.

Ella no va a caer ante mí, ella no me lo va a dejar fácil, por mi culpa tengo que traspasar las espinas hasta conseguir mi rosa.

Y lo haré

—Aún la señorita Young sigue en la oficina — le avisé a Grace.

Ella asintió y me dijo que la esperaría.

Hice una señal a Ross que me acompañara afuera y él me acompañó.

—Ross, es hora de ir a patrullar —miré la hora en el reloj plateado de mi muñeca.

—Pero no podemos dejar a la señora sola esperando —miró a la entrada de la agencia preocupado.

—Avisa a Harry que la acompañe, apúrate.

Ross asintió y fue caminando hasta las puertas de la agencia y perderse luego de cerrarlas.

Observe por mis lados derechos e izquierdos de la ciudad, hasta que una mujer me llamó la atención en la otra cuadra.

Era Agustina, estoy seguro.

Dobló para el norte de la cuadra dándome la espalda, tiene un suéter rojo llamativo y sus cabellos negros bailando por las ráfagas de viento.

La seguí.

Me apresuré en avanzar hasta considerar cierta distancia para que no escuchara mis pasos. Aunque era normal que la gente caminara por estos rumbos siempre había un considerado tiempo donde no había ninguna presencia. Y ese era el momento.

Caminé más o menos ocho cuadras cuando llegamos al parque y cerca la escuela donde estuvimos la ultima vez por el asunto del robo.

Ella se sentó en una banca entre unos frondosos árboles, y yo me escondí en uno a espalda de ella.

La observé, estaba hermosa, con su jean blanco que marcaba sus curvas y cubría esas espectaculares y largas piernas.

Tome rienda y me acerqué poco a poco a ella, tratando de no hacer ruido de mis pisadas sobre el césped y cuidando de no pisar ningún pedazo de rama o hojas secas.

Hasta que hice acto de presencia en su visión y quede a su lado mirándola.

Ella giró su rostro y sus ojos verdes me observaron sorprendidos, sus labios rosados se entreabrieron, también sus ojos se dilataron y sus mejillas enrojecieron, era un cuadro visual espectacular.

—Ri... Riker... —se levantó de la banca y se acercó a estar frente a mí— ¿Qué haces aquí?—preguntó serena. Me extrañe que no tenga ninguna expresión de molestia.

— ¿Acaso no me vas a gritar o pegarme? —la miré con deje de diversión.

Ella entrecerró sus ojos.

—Eso es un acto inmaduro, quizás le grité la primera vez. No volverá a suceder —giró su rostro hacía otro lado, observando a los niños corriendo en los juegos del parque— ¿A caso me perseguiste? —me observó— no veo su coche aquí.

—Bueno, es algo así, solo estaba afuera de la agencia y te vi, por curiosidad fui tras de ti, lo siento —me rasqué la nuca apenado.

—Entonces si lo has hecho, ¿Tienes algo que decirme? —dio un paso más. Los nervios se apoderaron al sentir su calor por estar tan cerca.

—Creo que sí, lo estuve pensando y sé que apenas nos vimos una vez pero... quiero tener una charla contigo, hay muchas dudas que quiero aclarar.

— ¿Qué dudas? —me miró interrogante.

—Una de esas, es el niño que se parece a mí —sentí un alivio al soltarlo.

Abrió su boca asombrada.

— ¿Lo conoces? ¡¿Desde cuándo?! —me tomó de los hombros con desesperación.

—Cálmate —tomé sus manos y los junté con los míos— cuando terminamos atrapar a los delincuentes del robo, una pelota voló hasta eh... los genitales de mi hermano y ahí lo conocí, cuando quiso recuperarla, es casi idéntico —sonreí— luego lo encontramos en la biblioteca con tu amiga, él nos quiere conocer, quiere ser nuestro amigo, por eso insiste ser policía como nosotros —lo solté todo.

—No... No puedo creer que haya pasado esto —se negó— hubiese querido que nunca lo conocieras.

—Entonces es verdad que es tu hijo, se llama Noah, ¿Verdad?. Él me dijo su nombre —dije ansioso.

—Si... es mi hijo —suspiró— pero...

—Nada de peros Agus, dime que es verdad, que soy el padre de ese niño, cualquier estúpido se daría cuenta —le agarré de sus hombros y la acerqué mas a mi rostro, sentí su cálido aliento cerca mío y me dio unas ganas de besarla en ese momento.

—Si tú te declaras estúpido, ¿Para qué preguntas?—susurró.

A la mierda.

Estampé mis labios sobre los suyos.

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