*CAPÍTULO 8*

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Ross

Crucé con unos hermosos ojos azules.

Después de una década al fin la encontré.

Al fin puedo verla.

Al fin la puedo tener sin algún impedimento.

—¡Son ellos, tía! ¡Ese es el oficial que le pegué con mi balón! ¡Espera aquí que voy a saludarlos! —Gritó el niño emocionado, el que lo vi en la noche del robo de la escuela.

—¡Espera Noah! —Gritó ella.

Pero el infante ya estaba aquí frente a mí y mi hermano, miré de reojo, Riker lo analizaba, pero la sonrisa que tenía lo decía todo, y es que no hacía falta ni pruebas de ADN para saber que su sangre le corría por sus venas.

—¡Hola!, nos volvimos a encontrar —saludó alegre— no pensé que estarían en la biblioteca, este sería el lugar menos indicado para reencontrarnos o ¿Acaso les gusta leer? —Si... recuerdo que ella durante estuvo presa pedía libros.

Riker de acercó al infante, movió su anteojos negros en sus cabellos y se agachó a la altura del niño.

No podía creer, parecían un Riker adulto y el otro de niño.

Buenos días campeón, vinimos aquí sólo por distracción ¿Ves que no tenemos uniforme? Nuestro trabajo es controlar el tránsito y patrullar por la noche.

—Eso es genial, saben... ¡Yo también quiero ser como tú! Y ahora que lo pienso debes ser el hombre perfecto para mi mamá... —se tocó el mentón pensativo.

¿Acaso es así con cada hombre que habla?

—¿Para tu mamá? —frunció el ceño— No entiendo.

—Olvídalo —hizo un gesto con la mano— aún no te conozco del todo pero estarás en la lista de futuro novio para mamá —me miró— y tú para futuro tío y el padre de mi futuro primo.

¿Qué verga?

—¿Te gusta jugar al fútbol? —preguntó Riker observando la pelota.

—Sí, mi tía me va a llevar al parque... ¡Me olvidó de presentarla! ¿Cómo se llaman ustedes? ¿Son hermanos?

—Sí, yo me llamo Ross y él Riker Lynch.

—Así que ustedes son los conocidos oficiales de la agencia de Los Ángeles, mi abuelos hablan de ustedes... ¡Me pueden anotar su número! ¡Me caen muy bien! —sacó de su mochila un papel de color azul apoyando en su cuaderno y un lápiz negro.

Miro inseguro a Riker.

Él sólo frunce los hombros son importarle.

Agarro el cuaderno y el lápiz anotando mi número junto él de Riker.

Le devuelvo sus materiales luego y el infante vuelve a colocar en su mochila.

—Vengan, les presentaré —hizo seña de seguirlo.

—¡Tía! Aquí te presento a los nuevo oficiales de una de las agencias cerca de aquí, ella es la mejor amiga de mi madre pero a la vez como hermana, les presento a _____ Young —la estudio con mi mirada de arriba a abajo.

Está más alta, si cabello castaño ondulado le llegaba a la cintura, usa una calza negra marcando sus ovalada curvas, una campera fucsia, zapatillas deportivas blancas, su blanca piel tenía un tono bronceado, sus labios que hace una década no los volví a probar, carnosos; sus notorios pómulos, sus fracciones más definidas y maduras; y el precioso color mar en esos ojos que no habían cambiado ese brillo desde que la arreste.

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