*CAPÍTULO 17*

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Pasó una semana y cuatro días luego de haber estado en la agencia.

Todo transcurrió normal, aunque Agus la veía comportarse muy extraña, hay días que llegaba más temprano de su horario laboral, luego aprovechaba para salir y no volver por más de una hora. Se la veía más feliz y animada. Muy extraño.

Hoy era un día ameno para mi, ni más ni menos que un año más, o un año menos de vida.

Mi cumpleaños.

— ¡Tía fea! ¡Feliz 28 años, vieja! —me abrazó Noah y yo le bañe de besos en el rostro— ¡Basta! ¡Tus besos son asquerosos! —gruñó.

— ¡Tu boca también si sigues hablando así! —le acaricié sus cabellos.

— ¡Mala! —se sentó en su silla y tomó su taza de chocolatada.

—Noah, no te comportes de esa manera y saluda bien a tu tía —Llegó Agus molesta— tienes que darle su regalo —le pasó un paquete.

El rubio bufó, agarró el regalo para dármelo y felicitarme con un beso en la mejilla.

Abrí el paquete y me encontré con una caja rectangular fucsia de terciopelo, levanté la tapa y me encontré con un hermoso collar bañado de plata con tiras de piedras preciosas diminutas de color gris y al final una perla.

—Esto es muy hermoso, gracias a los dos —les besé la frente a cada uno y terminé abrazando a Agus— no tenían por qué gastar esto por mí.

—Tú te mereces más que esto —me abrazó más fuerte Agus— no te olvides lo de esta noche, pide una hora extra para ir a conseguir lo que te vas a poner, yo me encargaré de peinarte y maquillarte —me susurró en el oído.

Asentí. Quedé unos minutos más charlando con Thomas y Grace.

Thomas me contó ese día que volví de la agencia que fue buen recibido, luego de pasar tiempo con Agus y Noah, ella le pidió que cuidara de su nieto porque ella iba a salir a tomar aire, luego de una hora la vio que llego sonrojada y agitada. Por eso desde ahí estaba bastante extraña, como si le a ocurrido algo alucinante.

Al otro día le pregunté pero ella me dijo que salió a correr un poco, cosa que no creí.

Volviendo a lo actual, los padres de mi amiga me saludaron en la madrugada cuando crucé el pasillo en dirección al baño, me sorprendieron con un cartel y un pastel hecho por Grace.

Agus tan solo roncó toda la noche sin activar la maldita alarma y venir a saltarme y tirarme un balde de Slime fucsia por mi espalda (mi posición favorita para dormir es boca abajo, ya que es tener una ventaja de ser plana, bueno más o menos de plana porque acepto que tengo bastante senos pero que va) pero lo hizo. Lamentablemente tuve que quitarme con aceite de cocina lo pegajoso (ni pienso cortarme el cabello, le tengo mucho cariño) y la parte de arriba de mi pijama tuve que usar agua en temperatura normal usándolo en spray y una regla que encontré en los útiles escolares de Noah.

Casualmente mi amiga se tomó el día libre.

— ¿Y tu madre? —pregunté a Agus extrañada que no esté preparando el desayuno o realizando algún postre luego del almuerzo.

—Ella y mi padre se fueron a visitar a los padres de mamá —dijo Agus acercándose a mi— les dije que se tomaran el día libre porque hoy es tu cumple y esta casa es absolutamente para nosotras —me guineó un ojo y paso un labial rojo que sacó de su bolso por mis labios— necesitas verte bonita, y todo para tu jefecito ricolino.

Me aparté de ella.

—No vengas con ese tema, él y yo no somos compatibles en nada — hablé insegura.

Agus rodó los ojos.

—Oye, no tienen porque tener cosas en común para que se desate esa lujuria que ambos albergan, solo gonzenlo —inclinó su mirada para abajo mirándome directamente los ojos con una expresión descarada que quisiera eliminarla con un putazo.

— ¿Acaso eso hiciste con Riker? —me arrepentí de preguntarle cuando su mirada pasó a una melancolía que hace una década no lo expresaba cuando le preguntaba por él, antes se reflejaba la ira.

—Mi vida privada con Riker no te concierne ni un poco, él es pasado, ayer, hoy y... siempre —inclinó su cabeza para la derecha y no pude ver que expresaba porque su cabello cubría esa parte del rostro.

—Estás extraña Agus —fruncí mi ceño cuando ella me miró con los ojos cristalinos, estaba a punto de expulsar las lágrimas— si no me quieres decir los que ocurre no importa, pero si algo no anda bien contigo cuéntame, siempre estaré para ti.

—Lo sé, no pasa nada —mi amiga acarició su rostro cerca de sus ojos.

Asentí y preparé mi bolso para dirigirme a mi trabajo.

Eran las cinco de la tarde y venía hacia casa para buscar un poco de dinero y poder ir de compras en los comercios del centro de la ciudad, venía muy feliz cantando una música pop cuando una llamada se registró en mi celular: James.

— ¿Señor? —pregunté bastante confundida, había salido segundos de mi trabajo y ya me llamaba. Mis sentidos se alarmaron al pensar algún disturbio.

—Llámame James, ______, creo que luego de la cita que tuvimos pueda estrechar nuestra relación ¿No? Discúlpame si es apresurado.

Quedé impactada con sus palabras, esto no era muy normal, no desde que pasó un largo tiempo en contacto con él que de un sopetón llegáramos a <<estrechar la relación>>, no era estúpida para no notar el rotundo interés que se ha insinuado conmigo.

—No, para nada. Solo que esto es bastante extraño ¿No? Yo diría casi inverosímil —solté una risita nerviosa que no fue detectada por mi feje.

— ¿Casi? Quieres decir que estabas apostando una posibilidad. Eres astuta —me alagó, dijo bastante alegre. Casi victorioso— no me has dicho que celebras tu cumpleaños ¿Acaso es incómoda mi presencia?

Esa pregunta me aturdió, mi jefe nunca le interesó mi vida personal ni al punto de cuanto defeco al día, bueno pues, eso sería muy obsesivo y extraño.

—No es que me inquiete su presencia, es que nunca le interesó ese tipo de eventos y más sobre sus empleados.

—Discúlpame, tiene razón, hoy estoy tan distraído, pero tenga en cuenta que asistiré a tu celebración, tu amiga Agustina Gomes me han mandado un correo con la invitación. Si no fuera por ella no me enteraría de tu festejo. Está anotado la dirección así que nos veremos esta noche. Ponte bonita.

Las maldiciones internas hacia Agus fueron esparcidas con su tono sensual en las últimas dos palabras y sobre todo en <<bonita>> predicando a un tensión sexual que estaba siendo fluida por mis venas y eso que nos separaba la distancia y el aparato en mi oído.

—Le esperare James, siempre será bien recibido —mi tono sonó ronco y me maldecía por dejarme llevar por las emociones.

—Hasta luego —susurró como señal de que fue interrumpido y cortó la línea.

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