*CAPÍTULO 13*

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Agus

Mis ojos me pesan demasiado, odiaba los días de vigilancia nocturna.

Tome un sorbo de café tibio, solo faltaba diez minutos para volver a casa.

Levante mi mirada de los papeles para observar la puerta y volví a oír tres golpecitos.

—Adelante —hable autoritaria.

Era Emily, la enfermera.

—Señora, ya llego el doctor Jason, su turno a terminado — habló con su tono suave y dulce.

—Está bien, gracias —me levante de la silla y agarré mi bolso.

Salí por el pasillo y cerré mi oficina para irme.

—Que descanse —levantó su mano en forma de saludo.

Me voltee y la mire sonriéndole.

—Gracias Emily, tu también descansa —me despedí y caminé hasta la salida de emergencia.

Aspiré el fresco aire de la madrugada y caminé hasta cruzar la calle que estaba aislada de cualquier vehículo.

Cuando llegué a la siguiente vereda paré de golpe al encontrarme con la persona que en mi vida pensé que me toparía.

Cabello rubio, su notable barba; gafas negras, uniforme azul oscuro y su gorro.

Ri... Riker... Lynch

Nada más que él.

Estaba afuera de la agencia y por lo visto estaba hablando por su celular hasta que sus ojos cruzaron con los míos y quedo igual de petrificado que yo.

Quise darme vuelta para tomar otro camino cuando sentí su suave mano en mi antebrazo causándome una electricidad me recorriera en el cuerpo que hace años no volví a sentir.

—Agus... —habló neutro.

Me voltee y me enfrenté ahora podía ver sus ojos mieles luego de quitarse las gafas.

—Tanto tiempo, Riker —hablé con su mismo tono quizás con un eje de rencor.

—No pensé que volvería a verte... mira que el mundo es pequeño —se sobó la nuca.

—Lo mismo pienso... —volteo mi mirada para un lado— ¿Trabajas aquí?

—Hace unos meses mi hermano y yo nos integramos aquí, fue una buena propuesta —su mirada me penetró todo el cuerpo.

Lo miré de nuevo. No volvería a caer en su mirada. Nunca más.

—Felicidades, supongo —me distancié para caminar de nuevo pero me detuvo otra vez.

—Espera, quiero decirte algunas cosas.

—No Riker, no quiero saber nada de ti.

—Me detuve sin girarme a verle —lo nuestro ya no existe desde hace mucho tiempo, tampoco parece que hubo algo más.

—Por favor, quiero que me escuches —me sorprendí

—Rogar no es lo tuyo, ¿Acaso te ablandaste? —Me voltee con una triste mirada— ¿Acaso te diste cuenta de lo que sentía por ti y me vas a pedir que te perdone?

No respondió y yo volví a suspirar.

—Déjame en paz, no porque respiremos el mismo aire en esta ciudad va a cambiar algo entre nosotros, yo pasé de página y no soy la tontita que se acostaba contigo en la prisión, espero que entiendas —volteo para irme y esta vez no me detuvo.

—Yo también cambié, luego te arrepentirás de lo que has dicho, porque sé que detrás de esa máscara, estas verdaderamente tú, lo sé — escuché su pisadas alejarse.

Caminé hasta casa y entré con cuidado.

Llegué hasta mi habitación, cambié mi uniforme por una ropa cómoda, me encargue de mi higiene y puse la alarma.

Me tiré a la cama y sin darme cuenta que al cerrar los ojos unas lágrimas resbalaron.

Los tristes recuerdos volvieron.

Apenas me vio y supo que era solo yo, pero más fuerte, quizás él sabe eso.

No puedo permitir que él este en las profundidades de mis deseos.

El destino nos cruzó.

Y un sentimiento de calidez renació hasta llegar a mi cerebro, consumiéndose todo de él.

Y me di cuenta que no lo olvidé nunca. Solo lo tenía reprimido y culto en el fondo de mi corazón.

Que sigue siendo el amor de mi vida.

¿Qué ocurriría desde ahora?

Si tan solo él tuviera emociones...

Y yo pudiera perdonarlo para dejarlo ir.

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