8.

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Aaron y yo estuvimos un largo rato en aquel prado, esos minutos fueron como años. Se sentía como una eternidad, pero una eternidad en la que quería morir. Eso me hubiera encantado, morir en los brazos de la persona que alguna vez ame y el me sigue amando. Después de aquel sueño de la eternidad y la muerte perfecta. Aaron me saco de mis cavidades mentales mientras chasqueaba sus dedos frente a mi.

- Marie, debemos irnos -. Note como su voz se escuchaba ¿preocupada?

- ¿Que ocurre? -. Pregunte algo alterada, ¿qué ocurría?

- No soy la única criatura mítica que vive en este bosque. Hay muchas mas y son peligrosas. No me mal interpretes, puedo protegerte, pero no quiero que me veas como una bestia -. Sus ojos perdieron brillo al mencionar que el se transformaba en una bestia.

- Tu no eres una bestia, eres un chico noble que busca amor -. El me dedico una cálida sonrisa y me dio un beso en la nariz.

Un gruñido se escucho a lo lejos, seguido de unas pisadas. La cara de Aaron empalideció, pero después se transformo en una expresión de coraje. Se alejó bruscamente de mi y se puso en posición de ataque. El me observo y en un abrir y cerrar de ojos el ya era otra vez un lobo. Sus ojos amarillos eran penetrantes. Su pelaje brillaba con la luz del día. El me observo y camino hasta donde yo estaba, se echó en el prado e hizo una señal con su hocico indicando que quería que me subiera en su lomo y así lo hice. El se levanto de golpe cuando una voz se coló en nuestros oídos.

- Veo que tienes una amiga Aaron -. Voltee para ver quien hablaba con una voz aun mas gruesa que la de Aaron, solo que la de aquel hombre no era melodiosa. Era siniestra y tenebrosa. Aaron se echo a correr y pude sentir como aquel hombre nos venia pisando los talones. Estaba asustada, tenía miedo de que algo pasara. Pero tenía aun mas miedo de lo que Aaron podía llegar a hacer. Yo seguí abrazando el lomo de aquel animal tan bello y misterioso como la mismísima noche. Comencé a sentir mis párpados pesados, después de unos segundos ya tenía la vista nublada. Sentí como el lobo en el que iba montada se detenía de golpe. Con cuidado me bajo de su lomo, yo ya no veía que ocurría a mi alrededor, solo sentía los movimientos que creía que Aaron hacia. Después sentí como me levantaban del frío y lodoso suelo, para pegarme a un duro abdomen bajo una cálida tela de lana. Después solo caí en un sueño que parecía eterno.

- Vaya vaya, así que tu eres la princesa de Aaron -. La voz grave, siniestra y tenebrosa de aquel hombre que nos perseguía hace unos instantes interrumpió mi sueño despertándome.

- ¿Qui-quien eres? -. Tartamudeé, solo eso me ocurría cuando estaba asustada.

- Alguien al que no le gusta que estés con Aaron -. De entre las sombras salió una figura de un varón, era alto, casi tan alto como Aaron, tenía un cuerpo bien trabajado, su cara tenía definidos algunos rasgos que hacia que el se viera varonil y guapo.

- Escúchame hijo de perra, si no te alejas de ella maldito hijo de la noche de arrancare la cabeza -. La voz de Aaron se había tornado mucho más grave, sus hipnotizantes ojos cafés ahora era amarillos, los músculos de su espalda se tensaron. Mas que haberle hablado a aquel chico, sonó mas bien como si le hubiera gruñido como una bestia. Y ¿si lo era? Y si Aaron realmente era una bestia.

Slow death libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora