Capítulo 27

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Mariana no podía sobrevivir o al menos ser feliz sin plasmar en papel lo que había pasado, sacó su diario y escribió todo lo que pasó desde ese momento hasta ahora, bueno, aunque realmente se encontrara en una situación crítica, encontró un momento de paz, (En un baño público) para relatar su siguiente aventura.

¡Hola! ¡Aquí me tienes de nuevo! Y aquí va de nuevo el relato de lo que hasta ahora ha pasado, y han sido varias cosas, que tendré que contártelas a detalle para poder digerirlas, sin más, empezaré:

El dichoso árbol era como cualquier otro, bueno, la normalidad sólo la tenía en el tallo y las hojas, pues los frutos, en vez de ser apetitosas manzanas rojas, eran doradas y brillaban cual oro al sol, (Aunque seguían siendo apetitosas), arranqué una, y tal y como dijo Parménides se abrió un pequeño agujero en el suelo. No sería más de dos metros de ancho.

Todos se miraron y Logan, por ser el más fuerte físicamente decidió pasar primero, yo cogí la manzana con la que habíamos abierto el agujero y otra más, por si acaso. Era la segunda en entrar, Logan había desaparecido, me armé de valor y metí la mitad de mi cuerpo en el agujero, pensé que tal vez sería una pendiente empinada o un desnivel exagerado, pero no era ninguna de las dos, era un hueco profundo y al parecer no tenía fondo, al menos no cerca.

Tuve que hacer un esfuerzo enorme con los brazos para que la gravedad no me arrastrara, cuando estuve lista me dejé caer, con un grito todavía no identificado si de susto o emoción, la caída fue genial, sentía claramente el viento en mi cara, era leve, pero hice una nota mental, la próxima vez que regrese a la Tierra-si lo hago- debo hacer paracaidismo, todo era bueno, hasta que sentí que el suelo estaba cerca, la posición de mi cuerpo era vertical, por lo que caería de pie.

El viento aumento la fuerza con la que llegaba a mí y con un sonido estruendoso toqué el suelo, enseguida tuve que sentarme, los tobillos me estaban matando, la fuerza con la que caí los lastimó, era cómo si te lanzaras de un piso a otro y tus pies se hicieran añicos, sólo que cien veces peor. Por el contrario, Logan parecía tan fresco como una lechuga.

-Debiste acostarte, así no habría dolido tanto.

-No tuve tiempo, ni imaginé que sería así.

Rio ante mi comentario y un grito de mujer se oyó cerca del final del túnel, por cierto estábamos en una caverna no tan grande.

-Será mejor que te quites de ahí o Pandora se vendrá encima tuyo- Oh-oh, intenté moverme, el dolor minoró notablemente, pero aun así no pude ser lo suficientemente rápida, un cuerpo me cayó encima, quedé tumbada en el piso hasta que Pandora decidió quitarse, sin parar de reír. Antes de cualquier cosa me alejé del lugar en dónde todos caían, no quería a Rodrigo aplastándome.

En un minuto Rodrigo cayó, de todos sólo yo salí herida.

Ahora el asunto era, ¿Cómo abriríamos el dichoso portal? No parecía factible, pero debería usar mi fuerza de voluntad. Di un mordisco la manzana, al inicio fue tan amarga que me revolvió el estómago, luego se volvió dulce, para que por último su sabor se disipara completamente, sobró una probada para que de pronto viera todo cómo funcionaba, y me refiero a que literalmente veía a través de paredes y piedras, veía de lo que estaban compuestas. Un escáner metido en mis ojos sería una perfecta descripción.

Supe entonces que debía hacer volar la roca que estaba en frente, cuando ya no existiera, podría ver la salida de este planeta. También pude ver cómo funcionaba el cuerpo de mis amigos, era igual al mío, o al de cualquier otra persona de la Tierra, a excepción de que en su cerebro, casi en la parte de la frente tenían una glándula, era bastante grande, por el momento no le di demasiada importancia, y traté de que pasara el efecto de la manzana, pero al parecer, la manzana no quería cooperar.

-Debo hacer explotar la pared-digo señalando el lugar predestinado y todos me miran raro-así podremos salir.

-Mariana, sabes que si hacemos explotar eso toda la caverna se derrumbará ¿Verdad?

-Te digo que necesito explotar esto Rodrigo, seguro que sí puedo cambiar el paisaje, y sacar cosas de abajo de la tierra, puedo sostener esto por un rato, es necesario.

-Está bien-abrió su mochila y sacó en un pequeño frasquito un líquido de color rosado, se veía bonito, por alguna razón me dio ganas de cogerlo y tomármelo todo, previniendo mis pensamientos Rodrigo hizo un escándalo- ¡Ni se te ocurra! Es veneno, se ve bonito, pero una pizca que se interne en ti y tendrás una muerte lenta y muy dolorosa.

¿Por qué siempre lo bonito es mortífero? No siempre, pero la mayoría de veces, mientras más disfrutas de algo o alguien, más te mata.

-Ahora tenemos que encontrar algo con lo que prenderlo, papel quizá, al mínimo contacto explotaría-me acerqué a Rodrigo y atentamente vi el frasco, ¿Papel? ¿En dónde lo puedo conseguir? Luego vislumbré en su mochila una billetera roja.

-¿En dónde la encontraste?

-Antes de que nos secuestraran la cogí, por alguna razón sentí que era importante

¡Genial! Ahí estaban todos mis documentos y las tarjetas de crédito de mi padre, busqué rápidamente un billete de baja denominación y lo saqué, no sabía de qué estaba hecho exactamente el billete, pero con averiguarlo no perdería mucho, creo.

-Tal vez esto sirva-tocó el billete, lo vio, lo examinó y por último accedió.

-Claro, aunque yo no combinaré estas dos cosas-miré a los demás, negaban e intentaban esconderse, Rodrigo me miró y me dio las instrucciones-. Abre la tapa y con el billete en el suelo por dos gotas de esto encima, sopla una vez suavemente sobre la mezcla y luego tienes cinco segundos para correr y cubrirte.

-Lo haré- tomé el frasco e iba a dirigirme a la cercanía de la roca, pero Rodrigo me cogió de brazo y me giró.

-Toma-me tendió unos tapones de oído- si no te pones esto tus tímpanos se romperán.

Me los puse enseguida, y destapé el frasco, un olor a pastel de fresa recién orneado inundó el lugar, cada vez que lo veía quería probar aquel líquido, el olor era tan delicioso que si no fuera porque sentí una mano en mi hombro, me lo habría tomado entero. Concéntrate Mariana. Me obligué a resistir la tentación y con las manos temblorosas puse el billete en el suelo, antes de poner el líquido, me preparé cómo si estuviera en una carrera, y debiera ganar, luego con mucho cuidado vertí las dos gotas, y soplé, llevé el frasco conmigo, mientras salía de allí como el correcaminos.

Mis amigos se encontraban escondidos detrás de una piedra grande muy lejana a la que iba a explotar, no llegué muy lejos, pero pude hacer que una capa no tan gruesa de tierra me cubriera, oí poco, los tapones funcionaban muy bien, pues pareció que sólo un fuego pirotécnico acababa de hacer un lindo espectáculo. La capa de tierra estaba trabajando de maravilla, no puedo decir que uno que otro pedazo filudo de roca no me pasó rozando y lastimando, pero a pesar de eso, cubría lo que en serio podía matarme, un tiempo después, ya no sentí nada, dejé que la tierra que me cubría, cayera, haciéndome cerrar los ojos un poco, la luminosidad que salía de ese lugar me cegaba ligeramente, después de estar casi a oscuras en aquel agujero, era incómodo tanta luz.

Cuando al fin pude ver normalmente, no podría explicar qué es lo que sentí, fue más que sorpresa y felicidad, era mucho más grande que eso.

Frente a mis ojos se encontraba el Universo.

Los Guardianes de las GemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora